En
la segunda edición del encuentro de guionistas #vinoguionistas Alicia Luna
quería que adquiriera relevancia un tema: que los que escribimos guiones
aceptemos como ventajosa la opción de presentarnos como productores ejecutivos
de los proyectos.
¿Exactamente
qué implica eso? Bien, ella en el siguiente vídeo que realicé, lo expone. Vean,
y luego, sigan leyendo.
Lo que propone Alicia Luna es, sin duda, una opción interesante. David Muñoz, en Bloguionistas, en entradas como ésta y ésta, ya hablaba de que un camino más directo a que tu guión acabe en pantalla es asociarte a un director. Por qué no. Sólo hay que buscarlo, enseñarle el guión, y, en principio, lo mismo podría decirse de lo de buscar actores.
Sí.
Y no. O, digamos, que en esto tengo opiniones encontradas. Veamos. Sí, a las
ventajas. Si la productora acepta, tienes mayor control sobre tu historia, y,
al menos, a priori, es posible que no la destrocen, bien por inquina, bien por torpeza. Pero…
Pero
el argumento que expone en el propio vídeo Daniel Corpas (@esceptimista) es
también importante. Por ejemplo,
estaría bien, tal vez, que la cadena de trabajos de la industria del
audiovisual se respetara, o, al menos, se igualara un poco (sólo un poco, no
pedimos tanto) a la que funciona en Estados Unidos. Mientras allí hay agentes
para los guionistas (y una nueva figura reciente; el project manager, que se
encarga de aglutinar posibles directores y actores a un guión), aquí estamos
siguiendo el proceso contrario: el guionista se lo guisa todo él mismo. De ahí,
que ya sea más bien inútil ir sólo con tu guión a una productora. El futuro, o quizá, el presente ya, es que uno acuda a la productora con un director
apalabrado, y hasta los propios actores.
De ahí, a que nosotros mismos
busquemos la financiación, sólo hay un paso. De hecho, es lo que hizo la
guionista Carla Guimarâes, con su guión Cerca del cielo, del que ya he hablado
en este blog. Ella buscó una productora brasileña, y luego, una española. Y
entre ella y yo hicimos los contactos y el papeleo para que ambas se pusieran
de acuerdo. Este proyecto de largometraje, al que le tengo mucho cariño, puede
que salga o puede que no (estamos esperando respuesta de las instituciones
brasileñas correspondientes), pero, como proceso, a mí ya me da pistas de por
dónde van ya los tiros.
La portada provisional de Cerca del Cielo, guión de largometraje en cuyo desarrollo he colaborado. Estamos a la espera de que nos respondan las instituciones brasileñas para cerrar la financiación. Y en la película se supone que yo debería poder tener el puesto de coproductor ejecutivo. Se supone. Veremos
Ahora
bien, como también se menciona en el vídeo, si un guionista tiene que hacer las
funciones de productor ejecutivo, y de agente, uno se pregunta para qué
entonces habrían de existir dichas profesiones. Pongo un ejemplo. Los propios
escritores ya hacen funciones de agentes, publicitando sus trabajos en las
redes sociales. Luego, parece un tanto injusto que sus agentes se lleven un
porcentaje (a sus ya ínfimos ingresos por libro, que ése es otro tema) si el
trabajo (o parte del mismo) ya lo hacen ellos. En otras palabras, de acuerdo
que los vientos soplan a que se eliminen los intermediarios. Pero entonces,
eliminémoslos de verdad.
Igual
que tal vez ya no tenga sentido (o no tanto) una distribuidora de cortos
convencional (como ya explicaba yo en este otro post), ¿qué sentido tiene que
vayamos a una productora si ya le hemos hecho gran parte del trabajo? O, de
acuerdo, maticemos: efectivamente, una productora tiene los contactos, el
currículum, y la experiencia para ir a las cadenas y que les reciban. Para ir a
mercados internacionales, y que les escuchen. Si bien no son “the money” (dado
que bien sabemos que los productores pocas veces ponen su propio dinero y que
sus posibilidades financieras son bastante limitadas), aceptemos que son “la
cara”, la “marca”; las señas que sí que pueden buscar y encontrar dicho dinero.
Ahora
bien, si es verdad que este porcentaje del trabajo es improbable que podamos
realizarlo los guionistas (a no ser que hablemos de ese paso/evolución que es
el crowdfunding, donde no se requieren grandes capitales, y donde tú eres “la
marca”), de todos modos sí les hemos adelantado parte de lo que antes sí hacían
los productores. Buscar directores, buscar actores. Y si, como decía, algunos
de nosotros tenemos los arrestos, la capacidad, o la suerte de que además
logramos contactar, por ejemplo, con potenciales coproductoras de otros países…
Entonces, ciertamente, sí que somos productores ejecutivos, y merecemos esa
calificación.
Es
más, merecemos esa calificación, y los honorarios correspondientes. Porque si,
al trabajo creativo, le sumamos ese otro de, digamos, relaciones públicas, de
“vendedores”, de gestores del proyecto, entonces, sí, por qué no, aceptémoslo.
Pero negociemos bien con las productoras a las que vayamos.
Si
ya les hemos hecho medio trabajo, entonces nada de porcentajes en taquilla, ni
zarandajas similares (más, cuando cuánto gana una película, en todo el mundo,
no es tan sencillo de calcular como pudiera parecer). Entonces, hablemos de
dinero. De más dinero. Y de control. De más control.
Si
los guionistas vamos a ser también coproductores ejecutivos, pidamos más.
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