No lo van a encontrar fácilmente en la bibliografía recomendada. No será tema ni subtema en los temarios de los talleres, sean de guión o literarios. Da que pensar. ¿Qué tiene el tono que tan difícil es hablar de él?
¿Cómo se detecta? Ahí empezamos con la dificultad. No es tan cuantificable como el número de veces que has de incluir un dato fundamental de la trama, no puede organizarse de forma tan visual como las subtramas gracias a las tarjetas, y ni siquiera podemos subrayarlo sobre el texto, indicando, ey, aquí, aquí está el Punto de Giro.
Y, sin embargo, el tono puede que sea la causa de los mayores rebotes en los lectores de guión, y, por lógica, del consiguiente informe, y -que aquí va todo en cadena- del futuro cabreo supino del guionista al leer las posibles correcciones. Algo de eso me dio por pensar cuando leí este post de Chico Santamano, donde, con bastante gracia, clama al cielo porque alguien le hizo sugerencias a su historia.
A mí, como lector, no soy consciente de el tono de los guiones a priori, sino más bien a posteriori; a veces, hasta demasiado tarde. Porque el tono condiciona tu propia visión de la historia, y pondrá y recolocará las prioridades en tus posibles críticas.
A mí, como lector, no soy consciente de el tono de los guiones a priori, sino más bien a posteriori; a veces, hasta demasiado tarde. Porque el tono condiciona tu propia visión de la historia, y pondrá y recolocará las prioridades en tus posibles críticas.
En una novela o un relato se me ocurre, déjenme ser matemático o racionalista por unos segundos, un truco de cuantificación: el campo semántico. Si uno se mueve por el texto agrupando palabras con simular significado, es muy probable que confirme esa impresión que ya le daba (en una primera lectura), aunque no supiera localizar el origen de dicho efecto. Otro consejo: si de cada tres adjetivos, dos son epítetos, queridos amigos, ese relato es lírico (hasta incluso demasiado, diría yo).
Pero no. No es tan sencillo. Porque el tono también tiene que ver con el punto de vista, sin ser, a su vez, sólo éste su apoyo. Y con los guiones, apaga y vámonos. ¿Qué guionista tiene hoy en día en cuenta esto del punto de vista; quién narra, desde qué tiempo, y para qué, incluso?
Creo que es interesante preguntarse si las normas (o, mejor, digamos los recursos) de la escritura de guiones deben o no cambiar su orden de prioridades, como apuntaba Santamano. ¿Vamos a pedirle un buen desarrollo de personajes a un guión a lo Judd Apatow? ¿A una historia de vampiros, que, por ejemplo, maten zombies?
Con un título como "Superfumados", ¿qué se puede esperar?
Un ejemplo. A mí la voz off (bueno, en realidad la voice over, que la off es sólo cuando se oye algo fuera de cuadro pero "dentro" de la escena) me saca de quicio. Es un prejuicio. Lo es. Lo admito. Sobre todo, me molesta que me traduzcan lo que yo mismo puedo ver. Y normalmente no suele usarse con inteligencia.
Ahora bien. Supongamos que cae en mis manos un guión con tono melancólico. Es esencial que yo lo detecte enseguida, o la voice over me fastidiará la lectura y el informe. Porque si el tono es de alguien que recuerda, etc, tal vez la voice over es necesaria. Lo mismo sucede si el tono se codea con el cine negro clásico, con esa voz del detective a lo Chandler.
Otro ejemplo. Pushing Daisies. No he encontrado muchas referencias en Internet al respecto, pero, a mí, su primera temporada (que es la que tengo en casa) me divirtió. Es, en tono, lo más cercano que he visto a Tim Burton. Tono de cuento de hadas. Tono que casi exige una voice over. Y en cuanto a otros aspectos, ¿la historia de amor podía descodificarse de la misma forma que una historia de amor actual, contemporánea, realista?
En otras palabras, y aquí viene la cuestión relevante, ¿debería perdonarle que esa voice over sea redundante o, pese a su justificación, excesiva? ¿Deberíamos aplicar las mismas reglas a todos los tonos?
Otro caso. La comedia. Ah, la comedia. Mira que se escriben comedias, y más en España, pero ¿de muchos tipos? ¿De muchos tonos? Si el tono de Aída es como es, es decir, bufo, exagerado, sin mayor pretensión, ¿se le puede exigir lo mismo que a otras ficciones?
Ahora que releo un guión de una colega de blogosfera, y, a la vez, he visto La Vaquilla, de Luís García Berlanga, me pregunto ¿si un film tiene ese tono algo esperpéntico, cómo lo juzgamos con los parámetros habituales?
Y más aún, y esto me tiene algo obsesionado: ¿el tono debería ser coherente o podría coquetear con otros tonos, dentro del género?
Imaginemos una película que toma la herencia de Berlanga. Coralidad, caña para todos, registro de una realidad con toques exagerados... Pero que, de pronto, le da un respiro a esa mirada desde fuera, donde el espectador se sitúa un tanto por encima de lo que mira, y de los personajes, y nos ofrece una iluminación sobre un personaje. Y adquiere tono dramático. ¿No es esto efectivo; no produce que se la risa se nos atragante un poco?
Algo similar me ha sucedido con algunos relatos de Carlos Castán en Museo de la Soledad (Tropo editores, 2007). Entramos en un tono melancólico, y, casi de pronto, entra la distancia, mediante el giro final, de una crueldad tan inesperada, tan insospechada, que parece un puntapié a tanto lirismo. Y así, Viaje de Regreso y Muchas veces, Laura te dejan un sabor de boca amargo.
No lo sé. Son cosas que me pregunto. El tono es fundamental, aunque no sé si justifica cualquier aspaviento. ¿Ustedes qué opinan?
El final de La Vaquilla. Quizás apoye mi argumento. Lo que sé es que de pronto se te hace todo un poco para triste, que diría Bryce Echenique.
Creo que nadie duda que cada historia deba tener su tono. Creo que el problema está en no saber establecerlo desde el minuto uno. A un espectador puede gustarle Excalibur, 'Los caballeros de la tabla cuadrada' y 'El señor de la guerra'... Cada una retrata la Edad Media con un tono distinto.
ResponderEliminarLo que que molesta al espectador (y al lector de guiones) es que sus expectativas se vean frustradas... 'El señor de la guerra' no puede convertirse a la mitad en 'Los caballeros de la tabla'... Es un ejemplo exagerado, claro.
Es difícil coquetear con distintos tonos, pero mientras se guarde la coherencia... Pienso en Y EL MUNDO MARCHA de King Vidor. ¡Toda una lección!