jueves, marzo 29, 2012

PALABRAS DESCUBIERTAS O REDESCUBIERTAS: "ACTUARIO"


Actuario

(Del lat. actuarĭus).

~ de seguros.

Persona versada en los cálculos matemáticos y en los conocimientos estadísticos, jurídicos y financieros concernientes a los seguros y a su régimen, la cual asesora a las entidades aseguradoras y sirve como perito en las operaciones de estas.


"Deja que lo asuman, y luego cuéntales las malas noticias de verdad. El tiempo mismo es fluido e impredecible. El mundo que parece tan resistentemente normal, a pesar de todo lo que hemos aprendido, ha sido colocado en una especie de nevera cósmica. ¿Por qué se nos ha hecho eso? No lo sabemos con exactitud. Creemos que está causando por la acción deliberada de seres tan poderosos e inaccesibles que bien podríamos llamarlos dioses. Y si enfurecemos a los dioses, puede que retiren su protección, y al poco tiempo las montañas se fundirán y los océanos hervirán. Pero no te fíes de nuestra palabra. Ignora la puesta de sol y las nieves que cubren las montañas cada invierno, como siempre han hecho. Tenemos pruebas. Tenemos cálculos, deducciones lógicas y fotos hechas por máquinas. Evidencia forense de gran calibre- Jason sonrió con una de sus extrañas y tristes sonrisas- Sorprendentemente, el jurado sigue sin estar convencido.

Y no sólo eran los ignorantes los que no estaban convencidos. En la radio, el presidente de una compañía de seguros empezó a quejarse del impacto económico producido por todo ese `debate incesante y acrítico sobre el llamado Spin´. La gente empezaba a tomárselo en serio, dijo. Y eso era malo para los negocios. Hacía que la gente fuera temeraria. Animaba a la inmoralidad, al crimen y al gasto sin ahorro. Peor todavía, jodía las previsiones de los actuarios."

Spin. Robert Charles Wilson. 2005. Libros del Atril, 2008.

THE KILLING (AMC): PRIMERA TEMPORADA. ANÁLISIS (II)

Continuemos con el análisis de la primera temporada de The Killing.

Mucho se ha escrito acerca de un final que no resolvía la trama policial. Considero que es una polémica un tanto exagerada (aquí y allí, en Estados Unidos). Esta trama policial, para qué engañarnos, se fue viendo pronto como macguffin (es decir, excusa) para el retrato de personajes. Ningún procedural trata solamente de la trama. Se me ocurre que el paso de este subgénero al formato "serio" de la ficción de las cadenas de "gama alta" (AMC, HBO, etc) no ha gozado del mismo respeto que cuando se transplantaron otros géneros. Tampoco The Wire resolvía los problemas originados por "los malos" (si es que esta clasificación es aplicable en una ficción con tantos matices), y, de hecho, ni siquiera en la última temporada los malvados acababan en la cárcel. No oí entonces a nadie indicando que se traicionara al "espíritu" de los policiales.

En cualquier caso, The Killing no mareaba la perdiz más que cualquier otro policial. ¿De veras alguien se sintió decepcionado porque los sucesivos sospechosos fueran falsos culpables? No tiene sentido: es precisamente una de las señas de identidad del subgénero. Lo vemos en El mentalista, en Castle, en CSI... La propia palabra whodunnit señala que lo que conduce la narración es adivinar y aguardar a que se nos cuente quién cometió el crimen. Si el primer sospechoso fuera el culpable, ni habría suspense, ni la ficción duraría más de 20 o 30 minutos. En The Killing la gente parece que comenzó a impacientarse ya con el segundo sospechoso (el profesor) ¿De veras alguien creyó que era él? ¿Cuando estábamos en capítulos tan lejos del final? Y como cualquiera de ellos, el objetivo siempre es eso de “nada es lo que parece” que no es original, por lo que también sorprende que nos escandalice ahora. Ni eso ni que el subgénero precisamente siempre trate de otra cosa: el whodunnit es un medio para que se exprese un tema.

A anotar, cómo se retrata una ciudad, Seattle: apenas unos planos de la misma como tal ciudad, en el piloto; el resto de la serie, planos de industria que podría estar situada en cualquier pueblo grande. Sólo alguno como la declaración de Darren Richmond frente al hospital puede recordarnos que esto es una capital. Una en la que, sin embargo, donde todo está cerca, todos se conocen, todos se deben algo. La propia comisaría parece pequeña.

¿Más aspectos interesantes? Un retrato de las cloacas de la política que parte de un personaje (Darren Richmond) que no es precisamente típico. Uno que se pretende justo y, al tiempo, uno que se siente (y lo sabremos al final) más torturado de lo esperado por un lado oscuro que no es precisamente el de la política.






















Esta escena (del Capítulo 8, Stonewalled) forma parte de la Subtrama de Simmons. Se le ofrecen dos posibilidades, poco limpias, ambas, para ganarle puntos al oponente político en las elecciones. Para ver cómo la evolución de Simmons en relación a su backstory (trágico) pueden leer el análisis de escenas posteriores de la misma Subtrama, que realiza Javier Meléndez, en La Solución Elegante.

El retrato de Halder también es bastante complejo. Porque es un contrapunto muy divertido (ese "Yo!" que repite para dirigirse a Sarah) a su compañera, pero también porque es un detective con sus demonios, a ratos bastante inquietantes. Como aquella escena del capítulo 3 (El Diablo) donde interrogaba a dos animadoras del instituto.





Luego, un poco de su backstory vino para que lo viéramos con otros ojos, como hizo la propia protagonista. Aunque el final nos exponía que Halder tendrá mucho que explicar, como ya mencionábamos, en la segunda temporada.

The Killing tiene sus errores, sin duda, y algo de ello ya lo hemos visto. La crítica social al tema de los prejuicios contra los musulmanes resulta un tanto obvia, y es probable que la trama se estancara demasiado tiempo ahí... para luego acelerar un poco demasiado en el 12 y el 13 con lo del casino y la agencia de contactos.







Un travelling suave, elegante, que empieza con la reacción del profesor a la salida de sus alumnos del aula... y concluye en un plano que promete y transmite lo que le acompañará toda su vida, sea culpable o no. (Capítulo 9, Undertow)

A ratos, sufrimos pero también nos desesperamos con que Mitch Larsen no supere la muerte de su hija; aunque esto lo justifica que la serie expone, como decíamos, día a día; por tanto no pasa realmente tanto tiempo; 13 días. Sería poco verosímil que Mitch olvidara lo sucedido tan pronto. De hecho, en cierto modo, The Killing propone lo que queda fuera, por tiempo, de cualquier capítulo de este mismo género, de whodunnit o de procedural. Las personas. Viendo, por ejemplo, el tono (pretendido, no es un error) de Castle, y como los crímenes casi se asumen con bromas, entenderemos el posible objetivo de la serie de la AMC. ¿Qué pasa después de esa escena mil veces vista (en Castle, en El mentalista, en CSI) en la cual los agentes comunican a los familiares de una víctima su muerte? ¿Cómo siguen adelante? ¿Lo superan o el hecho les destruye? Y así, estaríamos ante el tema que el esquema de procedimental encuadra.

Por otra parte, no niego que en esta serie también sea posible alguna incoherencia, aunque sólo se probará cuando veamos la segunda temporada. En el capítulo 12 (Beau Soleil) la actuación de Halder al averiguar pistas que apuntan al supuesto culpable tal vez no se justifique bien una vez sepamos a quién protege. Parece tan sorprendido como cualquiera cuando indaga en la dirección del político, pese a que el final de la temporada pareciera negarlo.

The Killing no es una serie perfecta (tampoco estoy muy seguro de qué es la perfección), pero ofrece mucho y bueno. Y este propio análisis, si se fijan, prueba que la realización tampoco es ajena a esa calidad: ofrece varios de los mejores planos e imágenes que se vieron en 2011.

martes, marzo 27, 2012

THE KILLING (AMC): PRIMERA TEMPORADA. ANÁLISIS (I)

A raíz de mi lista de lo mejor (o significativo) del 2011 en cuanto a series de televisión, he revisado The Killing. Y he aquí mi análisis. Advierto que no he visto la serie danesa en la que se basa, por lo que no puedo constatar si los errores de la versión estadounidense son propios o ajenos, y lo mismo, con los aciertos.

Hay que plantearse, en serio, y pronto, si un plano fijo sobre alguien que llora no es tan escabroso como uno que muestre cómo le vuelan la tapa de los sesos. También dependerá del tono (cuando lo hace Tarantino, sabemos que es broma, aunque esto también permite el debate sobre su ética). Sea como sea, pienso que existe una pornografía de los sentimientos (a lo que se va acercando The Walking Dead, me temo). The Killing esquiva esta bala casi todo el tiempo. La delicadeza con la que se trata el sufrimiento humano se prueba en el plano donde Stan Larsen reacciona ante la muerte de la hija (queda desenfocado, de fondo, mientras la detective se aleja). Y hay muchos ejemplos similares por toda la serie.

El “ritmo AMC” permite los silencios y los planos pausados para que asumamos lo que le pasa por dentro a los miembros de la familia de Rosie Larsen, pero también de la protagonista. Destaca la dosificación de la información. Averiguamos poco a poco que la que creíamos que era madre de Sarah es una trabajadora social; y que la conoce por un Backstory problemático: Sarah estuvo a punto de perder la custodia de su hijo.

Ahora bien, The Killing se arriesga un poco demasiado. Sólo en AMC puede darse un capítulo entero de casi plena digresión. Es el capítulo 11 (Missing). Pese a todo, los guionistas se aseguran de que no se da de lado la Trama principal. De hecho, tiene uno de los mejores principios, cuando a Sarah, y su investigación, se le presentan unos oponentes de esos que podemos odiar enseguida: los dueños del casino indio, que la echan sin contemplaciones. Sólo recuerdo otro ejemplo similar de capítulo digresivo, también en AMC: aquella otra gran serie, Rubicon. Otro día hablamos de Game of Thrones, y cómo la digresión es parte de su ficción.

Es cierto que este capítulo 11 siembra posibilidades. Con Holder averiguando más detalles sobre Sarah, la segunda temporada puede convertir este capítulo en muy relevante. Aun así, serían datos que podían haber ido en cualquier otro episodio. Es decir, que los guionistas hayan optado por separar narración de desarrollo dramático puede verse como una falla. Y que se necesite un capítulo entero para ahondar en el Backstory de Sarah.

En cambio, AMC sigue apostando por unas pausas que, en este caso, han podido ir en contra de muchos espectadores (aunque quizá no la audiencia que busca). Estos cuestionarán que se use la digresión a dos capítulos del final. O que es otro riesgo empezar tan fuerte con un obstáculo potente para seguir con la Trama (y la investigación), y luego no tiene su "paid-off"; su "recompensa" (no hasta el final de dicho capítulo 11). Y puede que no les falte razón.

Por otra parte, este ritmo pausado se equilibra con algo de mucho valor: la naturalidad. El minimalismo narrativo (con sus seguidores fieles) ha encontrado su sitio en televisión. En el caso de The Killing, nunca al precio del ridículo de sus extremos: aquí las cosas no se hacen explícitas pero estas elipsis no siempre dependen de silencios que no nos creeríamos en el mundo real (sobre todo, por la procedencia social de sus personajes)… Miren, por ejemplo, la escena del piloto en que nos enteramos de cómo Darren tiene una aventura con su jefa de campaña… Sin deletrearlo, pero, a la vez, con un diálogo natural, y hasta bromista. Por tanto, un realismo que no busca ser siempre demasiado explicativo, pero no uno que tienda a los excesos de silencios.

O aquella del capítulo 5 (Super 8). Para mí, es uno de los mejores; Javier, de La Solución Elegante tienen un buen análisis de otra escena de éste. En la escena a la que me refiero Rick charla animadamente (con bromas) con Sarah, antes de ir al grano: ¿colgará los dibujos de Rosie? Ella no dibuja, repone Sarah. Pero Rick deja claro que no es lo relevante: Sarah va camino de obsesionarse con un caso. Y no sería la primera vez. 

























El capítulo, además, cierra con un plano que no necesita palabras: Sarah, frente al panel donde tiene todos los datos de Rosie… y también extractos de esas películas que rodaba. Como sospechaba Rick, Sarah ya no puede dejar el caso.

















Este plano (en realidad, un travelling hacia atrás; muy suave, "marca" estética de la realización de la serie) lo confirma. No; Sarah Linden no es una persona diferente. No ha cambiado. Aún se obsesiona con los casos. Y con las víctimas.

De camino, diremos que la actriz que hace de Sarah Linden es un portento. El personaje tiene acceso a varios registros (con Rick, por ejemplo, es amorosa y divertida), aunque Mireille Enos sabe aprovecharlos.









El capítulo 11 tiene uno de los mejores momentos de la interpretación de Mireille Enos. Sin embargo, oponiéndose a esta escena, donde el dolor y la preocupación por su hijo, ya está presente, sin enfatizarse, luego se opta por incluir una bastante más obvia. Cuando se encuentra el cadáver de un chico que ella sospecha que puede ser Jack. Por desgracia, ahí se olvida la delicadeza y se usa el énfasis en lo dramático. Una lástima.