domingo, noviembre 28, 2010

PALABRAS DESCUBIERTAS O REDESCUBIERTAS: "BRUJESCO"


brujesco, ca.

1. adj. Perteneciente o relativo a la brujería.

2. adj. Propio de la brujería.

"La sala presentaba el aspecto brujesco y destartalado de los desvanes de leyenda: todo tipo de objetos se amontonaban en un aparente desconcierto de percheros y desbordados baúles, arcones y juguetes rotos en la penumbra, trozos de cosas enganchados a las sombras. El Francés iba iluminando alternativamente los distintos rincones manteniendo el resto en una oscuridad secreta de sucios reflejos y bultos grises, para asegurarse de que mis ojos no se perdían por los recovecos de aquella estancia encantanda..."

"El aroma de lo oscuro". Carlos Castán. "Museo de la Soledad". Tropo Editores, 2007


GUIONECES: EL TONO EN LOS GUIONES

No lo van a encontrar fácilmente en la bibliografía recomendada. No será tema ni subtema en los temarios de los talleres, sean de guión o literarios. Da que pensar. ¿Qué tiene el tono que tan difícil es hablar de él?

¿Cómo se detecta? Ahí empezamos con la dificultad. No es tan cuantificable como el número de veces que has de incluir un dato fundamental de la trama, no puede organizarse de forma tan visual como las subtramas gracias a las tarjetas, y ni siquiera podemos subrayarlo sobre el texto, indicando, ey, aquí, aquí está el Punto de Giro.

Y, sin embargo, el tono puede que sea la causa de los mayores rebotes en los lectores de guión, y, por lógica, del consiguiente informe, y  -que aquí va todo en cadena- del futuro cabreo supino del guionista al leer las posibles correcciones. Algo de eso me dio por pensar cuando leí este post de Chico Santamano, donde, con bastante gracia, clama al cielo porque alguien le hizo sugerencias a su historia.

A mí, como lector,  no soy consciente de el tono de los guiones a priori, sino más bien a posteriori; a veces, hasta demasiado tarde. Porque el tono condiciona tu propia visión de la historia, y pondrá y recolocará las prioridades en tus posibles críticas.

En una novela o un relato se me ocurre, déjenme ser matemático o racionalista por unos segundos, un truco de cuantificación: el campo semántico. Si uno se mueve por el texto agrupando palabras con simular significado, es muy probable que confirme esa impresión que ya le daba (en una primera lectura), aunque no supiera localizar el origen de dicho efecto. Otro consejo: si de cada tres adjetivos, dos son epítetos, queridos amigos, ese relato es lírico (hasta incluso demasiado, diría yo).

Pero no. No es tan sencillo. Porque el tono también tiene que ver con el punto de vista, sin ser, a su vez, sólo éste su apoyo. Y con los guiones, apaga y vámonos. ¿Qué guionista tiene hoy en día en cuenta esto del punto de vista; quién narra, desde qué tiempo, y para qué, incluso?

Creo que es interesante preguntarse si las normas (o, mejor, digamos los recursos) de la escritura de guiones deben o no cambiar su orden de prioridades, como apuntaba Santamano. ¿Vamos a pedirle un buen desarrollo de personajes a un guión a lo Judd Apatow? ¿A una historia de vampiros, que, por ejemplo, maten zombies?
Con un título como "Superfumados", ¿qué se puede esperar?

Un ejemplo. A mí la voz off (bueno, en realidad la voice over, que la off es sólo cuando se oye algo fuera de cuadro pero "dentro" de la escena) me saca de quicio. Es un prejuicio. Lo es. Lo admito. Sobre todo, me molesta que me traduzcan lo que yo mismo puedo ver. Y normalmente no suele usarse con inteligencia. 

Ahora bien. Supongamos que cae en mis manos un guión con tono melancólico. Es esencial que yo lo detecte enseguida, o la voice over me fastidiará la lectura y el informe. Porque si el tono es de alguien que recuerda, etc, tal vez la voice over es necesaria. Lo mismo sucede si el tono se codea con el cine negro clásico, con esa voz del detective a lo Chandler.

Otro ejemplo. Pushing Daisies. No he encontrado muchas referencias en Internet al respecto, pero, a mí, su primera temporada (que es la que tengo en casa) me divirtió. Es, en tono, lo más cercano que he visto a Tim Burton. Tono de cuento de hadas. Tono que casi exige una voice over.  Y en cuanto a otros aspectos, ¿la historia de amor podía descodificarse de la misma forma que una historia de amor actual, contemporánea, realista?


En otras palabras, y aquí viene la cuestión relevante, ¿debería perdonarle que esa voice over sea redundante o, pese a su justificación, excesiva? ¿Deberíamos aplicar las mismas reglas a todos los tonos?

Otro caso. La comedia. Ah, la comedia. Mira que se escriben comedias, y más en España, pero ¿de muchos tipos? ¿De muchos tonos? Si el tono de Aída es como es, es decir, bufo, exagerado, sin mayor pretensión, ¿se le puede exigir lo mismo que a otras ficciones?

Ahora que releo un guión de una colega de blogosfera, y, a la vez, he visto La Vaquilla, de Luís García Berlanga, me pregunto ¿si un film tiene ese tono algo esperpéntico, cómo lo juzgamos con los parámetros habituales? 

Y más aún, y esto me tiene algo obsesionado: ¿el tono debería ser coherente o podría coquetear con otros tonos, dentro del género? 

Imaginemos una película que toma la herencia de Berlanga. Coralidad, caña para todos, registro de una realidad con toques exagerados... Pero que, de pronto, le da un respiro a esa mirada desde fuera, donde el espectador se sitúa un tanto por encima de lo que mira, y de los personajes, y nos ofrece una iluminación sobre un personaje. Y adquiere tono dramático. ¿No es esto efectivo; no produce que se la risa se nos atragante un poco? 

Algo similar me ha sucedido con algunos relatos de Carlos Castán en Museo de la Soledad (Tropo editores, 2007). Entramos en un tono melancólico, y, casi de pronto, entra la distancia, mediante el giro final, de una crueldad tan inesperada, tan insospechada, que parece un puntapié a tanto lirismo. Y así, Viaje de Regreso y Muchas veces, Laura te dejan un sabor de boca amargo. 

No lo sé. Son cosas que me pregunto. El tono es fundamental, aunque no sé si justifica cualquier aspaviento. ¿Ustedes qué opinan?


El final de La Vaquilla. Quizás apoye mi argumento. Lo que sé es que de pronto se te hace todo un poco para triste, que diría Bryce Echenique.

miércoles, noviembre 24, 2010

LA CRÍTICA: ¿NO SOMOS TODOS IGUAL DE SUBJETIVOS?

Los que vemos cine y tratamos de estar al día de qué se mueve en la literatura no somos, automáticamente, por suerte o por desgracia (ahí, se agradece su ayuda, querido lector; táchese lo que proceda) críticos o especialistas en un arte o el otro. Pero el contacto con la crítica de ambas sirve bien para los que leemos guiones. Porque al fin y al cabo, uno resuelve que no hay análisis objetivo. O no, a menos que uno sea consciente de sus filias y fobias.

Hace unas semanas, leí la reseña de Sergi Bellver sobre una (otra) recopilación de relatistas jóvenes españoles. Y me encontré con que, de paso, aludía y se quejaba (en este artículo, con menos intensidad que en otros foros) de cómo la crítica oficial (la reseña del ABC Cultural) tal vez iba desencaminada cuando demarcaba cuáles debieran ser las influencias de los autores, en lugar de asumir (y analizar) cuáles son las que son, sin juzgarlas. 

"...en lo que quizá no acierta Pozuelo Yvancos es, volviendo al tema de los linajes literarios, en demandar una suerte de carta de hispanidad a cuentistas que, guste o no, se han formado leyendo más a Kafka o a Chéjov (como, dicho sea de paso, hicieron buena parte de los autores de la llamada Generación del Medio Siglo, que también leían a Katherine Mansfield o a Poe, y no sólo a Baroja) o a los inevitables norteamericanos (ese santoral del cuento contemporáneo que va de Carver a Cheever, demasiadas veces mal imitado pero pocas bien resuelto, como sí es el caso de Jon Bilbao, sin ir más lejos). [...] la idea de «tradición propia» o «cultura local» traza líneas paralelas de difícil permeabilidad que no se corresponden con la realidad plural y multidisciplinar que desde hace precisamente una década, más o menos, viven los lectores y autores españoles de relato breve."


Esto de la crítica es, pues, bastante complejo, y, en lo que nos toca, nos lleva a los críticos de cine, y las tendencias que pululan, ya sea en los medios tradicionales, como en el mundo de la blogosfera. Y esto llega a futuras generaciones mediante profesores de universidad o talleres literarios o de guión. Esto lo he comprobado y lo he sufrido. Hay autores del canon, pero del canon del profesor concreto, lo que es muy injusto y poco útil. Cuando sales ahí fuera, y quieres publicar, o que tu guión sea producido, tal vez choques con que Carver no es, de veras, el único camino que se ha de seguir, o que el cine social ha muerto, o no interesa el mensaje si no se transforma en una historia que no tenga cargas extras de contenido.

La revista Cahiers du Cinéma de España tiene su línea editorial, que, lógico, sigue el sendero de la que fue la revista de cabecera de la modernidad cinematográfica. Siempre es más fácil la definición de lo que se hacía, que de lo que se hace, y ahora mirar el cine con ojos modernos, y no posmodernos, no sé si es erróneo. Lo que sí me resulta, a veces, es una especie de actitud bizantina, y un tanto intransigente. No es que no respete a algunos de sus críticos (tuve el honor de conocer la sencillez y los conocimientos de Carlos F. Heredero), sino que creo que, por estas rendijas de la autoría y la modernidad, a veces se cuelan directores que se hacen autores reconocidos haciendo un poco lo que les da la gana, sin mucha moralidad.

La política de autor ha tenido efectos positivos y negativos. Nadie duda que gracias a aquellos franceses de los 60 ahora vemos a Fritz Lang o a Jacques Tourneur como autores. Sin embargo, ahora me parece un tanto ingenuo la consideración de un film o un libro (o un relato, incluso) sólo a partir de su conexión con los temas o el estilo del autor. Podríamos, digo yo, aprender un poco de la posmodernidad, que nos ha enseñado que podemos analizar obras, y no conjuntos de obras. Que, de hecho, las intenciones del autor pueden hasta entorpecernos un disfrute propio e íntimo. Además, ya deberíamos disfrutar de cierta distancia para con las teorías psicoanalistas (y no me entiendan mal, soy un gran admirador de Freud) como para que elaboremos una especie de retrato del artista paralelo a su vida personal. En cuanto a lo que el cine se refiere, entiendo que esta postura tiene mucho de desconocimiento de la industria. Escribir un guión es un proceso autónomo y hasta libre, pero el libreto que se haga realidad, no; y la dirección y producción de un film es un proceso que pasa por tantas manos, que es complicado el control de una visión propia y personal. Ni siquiera los grandes logran siempre acertar, y no es -no sólo- una cuestión de voluntad, o de decisiones creativas o artísticas.

Aparte, esto, me temo, crea esos clubs de hinchas que ni disimulan esta opción cuando hablamos de los blogs. Si eres del club “Woody Allen”, todas sus películas te parecerán maravillosas, y no permitirás que nadie te diga que Match Point (2005) es sólo una revisión de Delitos y Faltas (Crimes and Misdemeanors, 1985) o que hace mucho que no realiza una comedia redonda, o, al menos, fresca. Si eres del club “Clint Eastwood”, es improbable que si quieras consideres si este director hace films clásicos (en lo bueno y en lo malo) en un tiempo donde esta narrativa nos son ingenuas o pobres o artificiales; o que la calidad de sus películas depende muy mucho de sus guiones (de su capacidad para elegir buenos guiones). 

Y así sucesivamente.


"Delitos y Faltas". Una obra maestra.

Luego, a veces me cuestiono para qué preocuparme de si tengo prejuicios, cuando resulta que, desde el nivel más a pie de calle (los blogs), hasta los grandes medios y popes de la crítica, el prejuicio está tan extendido.

Pero tranquilos, que esto sólo me sucede a veces.

Dirigido por es una revista muy interesante, por varios motivos. Uno, porque no hay línea editorial (lo que no ocurre, según Antonio José Navarro en Cahiers du Cinéma). Otra, porque se comprueba que la subjetividad funciona tan bien, y tanto, como en aquella otra revista. Aquí no parece que se vean tan coartados con mirar el cine desde los presupuestos de la modernidad. Pero, en cambio, Ángel Sala se explaya en su sección con una evidente defensa excesiva de todo lo que pertenezca al género que tanto ama. Por su parte, Antonio José Navarro ofrece su particular visión sobre cómo la narrativa seca, dura, violenta tiene unos valores de por sí.

A mi me da por pensar que el simple hecho de que una obra trate lo que cuenta con un estilo es tan absurdo como juzgar que es “buena” porque trate temas científicos, históricos o pertenezca a un género o a otro. Por eso decía yo que creía injustificadas las alabanzas al libro de Muñoz Rengel sólo porque genere historias fantásticas, o, ya el colmo, porque se sitúan en geografías “exóticas”.

"Con sus relatos viajaremos desde el Toledo musulmán del siglo XI a la ciudad de Praga del siglo XV, pasando por el Londres victoriano hasta llegar a un futuro no muy lejano. En todos estos escenarios Rengel consigue, con unas breves pinceladas, un retrato milimétrico de la ambientación histórica y geográfica, ofreciendo una lección de síntesis. Cómo el mismo estilo narrativo trasmite el sabor de cada época.


Ya lo ven. Nos fascinamos con facilidad, si leemos los que, a priori, ya nos fascinaba. Pero si hay algo que el libro de Muñoz Rengel no logra (además de ser original e inquietante, sino a ratos demasiado coqueto con tradiciones y posibles juegos metaliterarios) es ambientación. Fisicidad. Sensación de que estamos allí.

¿Qué pasaría si un escritor hiciera relatos en otra tradición? ¿Si de pronto se inspirara en Ballard o en la ciencia ficción de Aldiss? ¿Y si usara a Maupassant y no a Chéjov? ¿A Tolstoi, en vez de a Dostoyevski? ¿Y si un guionista o un director partiera de Spielberg y no de Godard? ¿De Hitchcock y no de Antonioni? ¿De Fellini y no de Antonioni?

Cada crítico es una mirada; una actitud frente al cine o la literatura. Se me dirá que ellos no son “personalistas” y que aplican criterios estéticos o históricos. Bueno. Lo cierto es que hay varios criterios de estos. Por tanto, esta crítica es igual de subjetiva en cuanto que es una decisión personal, tras, se supone, unos estudios correspondientes (¿y tal vez un profesor que también les “orienten” adecuadamente?) de qué estética, y qué autores forman parte de la tradición “correcta”.

Un buen profesor debería hacer ver a sus alumnos, en un taller, en un aula universitaria, toda la variedad de estéticas que existen y en las que buscar inspiración. ¿Se imaginan qué habrían hecho Marías o Vila Matas si sólo hubieran creido respetable la obra de Galdós?

martes, noviembre 16, 2010

SHAUN TAN: THE LOST THING

Si el libro ya era estupendo, su paso al cine aún promete un desarrollo más interesante. Shaun Tan es uno de los ilustradores de literatura infantil y juvenil más conocidos y considerados. Y algunos de sus libros pueden ser para el disfrute de los adultos perfectamente.


martes, noviembre 02, 2010

MELODÍA EN LA CIUDAD; BENJAMIN LACOMBE (MÉLODIE DES TUYAUX)

De vez en cuando, aparte de las obligaciones que uno se impone en cuanto a lecturas, te llegan libros e historias por el lado de las obligaciones "profesionales". Cuando esto se trata de revisar libros infantiles y juveniles (para el programa donde coordino los guiones, La Banda), lo cierto es que siempre logro maravillarme. 

Y es lo que me ha sucedido con Melodía en la ciudad, de Benjamin Lacombe. Aunque he de matizar; la primera impresión también te conduce. Y yo, miré, y disfruté, antes que nada, de las ilustraciones. En especial, me impactaron las miradas de los chicos protagonistas. La mirada a cámara normalmente te "saca" de la historia. Pero ya ven. Los álbumes ilustrados tienen su propio lenguaje.


Como decía, he leído el libro después. Bien. Benjamin Lacombe ilustra mejor que escribe. El cuento es sencillo, y con un fondo de apoyo a ciertos "valores". Sin estridencias, eso sí. No es estrictamente original que el circo represente una vía hacia la libertad, aunque tal vez sí lo sea la unión con la música.

Y hablando de uniones: lo que mejor funciona es eso que, quizás descubra yo -éste, como ya se ve, no es un lenguaje que conozca tan en profundidad-: el paso de ciertos pasajes del texto con la imagen.

Por ejemplo:

"(Alejandro) seguía hipnotizado con el recuerdo de aquellos ruidos, de aquella extraña gente, y, sobre todo, de los ojos de la niña. Esa noche Alejandro tardó en dormirse; tenía la mente inundada de una marea de colores".

Y, a continuación, vemos esto, en dos páginas ilustradas de tal tamaño que pareciera que la niña, Elena, nos mira; que nosotros somos Alejandro, en esos sueños.


Otro hallazgo.  En la página 27, damos con la ilustración que acompaña. Elena mira hacia arriba, triste. O preocupada. No sabemos. Tenemos que leer toda la página, quizás con un cierto "suspense" porque queremos saber qué ha pasado; o mejor dicho, qué va a pasar. La ilustración, pues, "anticipa" la acción.

Leemos cómo los padres de Alejandro tratan a Elena, que ha ido a verle a casa.

"- No está. Y no vuelvas a venir, ¡no se le ha perdido nada con gente como vosotros!-le respondió Jorge. Luciana, la madre, le cerró la puerta en las narices. Alzó los ojos y vio a Alejandro detrás de su ventana."

Y ahora sabemos el por qué de esa tristeza.

Lacombe es joven; 27 años. Ya tiene libros con repercusión, y con calidad, como La Pequeña Bruja. Alguien podría decir que toma más de un detalle de otra ilustradora en pleno ascenso: Rebecca Dautremer (Princesas olvidadas, Cyrano, Swing Café...). Puede ser. Pero démosle tiempo. Promete y eso ya es algo. O mucho.

Como final, se me ocurre una reflexión. Ya podrían tomar nota las editoriales andaluzas y españolas de este camino emprendido por Barbara Fiore; una casa situada en Granada que se las arregla para traernos todo lo interesante que se escribe e ilustra por el mundo. La comparación con posibles ilustradores de aquí tomaría tiempo y mejor conocimiento. Juzguen ustedes.

 

Un repaso audiovisual a algunas de las obras de Lacombe. 

lunes, noviembre 01, 2010

FRAGMENTOS INTERESANTES: LARA MORENO / CUATRO VECES FUEGO


"Me empeño en fregar los platos con agua fría, sobre todo cuando estoy sola en el Jardín, aunque queden restos de alguna cosa, porque en ningún sitio del mundo está el agua más fría que allí, y es una buena forma de decirle a mis manos que ya pasó, que ahora viene el tiempo del calor y de todo lo demás, que merece la pena ese rato hiriente de agua enjabonada y losa escurridiza, de no sentir nada más que el ruido del grifo abierto adormeciendo la piel hasta que no exista, hasta que desaparezca y sólo queden huesos helados. Porque después de fregar voy a sentarme al sol, en la puerta de la casa, y extenderé las manos y las veré casi blancas por el exceso de luz, y ellas extenderán a su vez los diez dedos, como si quisieran escaparse de las palmas, para acariciar el aire lleno de sol, para intentar ocupar el mayor espacio posible dentro de la luz de la hora de la siesta. "

Donde más te duela. Lara Moreno. Cuatro veces fuego. Tropo Editores. 2008