El pasado 28 de febrero tuvo lugar la segunda edición del encuentro #vinoguionistas. Fue una idea originaria de la guionista Alicia Luna (@aliciluna). Se creó el hashtag en Twitter, se corrió la voz, y se puso día, hora y sitio. Cualquiera del mundo del guión estaba invitado a pasarse. Por un lado, desvirtualizábamos a gente que seguíamos por Twitter (algunos, por Facebook, también) y teníamos la ocasión de ponernos al día de qué se cocía en la industria audiovisual española. La reunión tuvo lugar, aquella primera vez, en julio, y se organizó en Madrid. En la librería Ocho y medio donde, esa vez, algunos de los vinos que nos ofrecieron fueron gratis. Esta segunda edición ha sido de nuevo en Madrid, y en el mismo lugar. Inviten o no inviten, el lugar es maravilloso. Una tentación para cualquiera con pasión por el cine. Además, tienen un rincón interior para tomar café, cervezas, vinos…
Ha
sido muy interesante, y ha sido distinto. En el primer encuentro, quizá porque
tuvimos más tiempo, las conversaciones derivaron hacia las mil y una anécdotas
de cuán extraño, absurdo, ridículo, a veces, es el funcionamiento del
audiovisual en España. Hubo historias de mucha risa, ya saben, porque los
guionistas somos los primeros que aceleramos el paso, para que llegue pronto
esa suma de tiempo que convierte el drama en comedia. Reírse, pues, para no
llorar con lo contradictorio de algunos informes que vienen desde los
departamentos de ficción de ciertas cadenas de televisión. Reírse con cómo
ciertas analistas de cierta cadena por lo visto han optado por crearse un mote
para ellas mismas, mote, por cierto, que las desprestigia más que las alaba.
También
miramos con envidia cómo Colombia o Brasil elaboran leyes del cine ventajosas
para la producción propia. Pero nada, fue un segundo, un momento de melancolía,
una pequeña mirada al abismo. Enseguida, ya estábamos riéndonos otra vez.
También
hubo oportunidad para el debate. Desde si el modelo de Carmina o revienta
servirá de algo, pasando por cuán fácil ven los de fuera del negocio lo que
“hay que hacer” para esa reconversión que nos exige, o nuestras impresiones
sobre películas y guiones recientes. Y el sempiterno tema de para qué demonios
se ruedan ciertas películas si luego no se ha dejado dinero preparado para su
promoción y publicidad.
En
esta segunda edición de #vinoguionistas, se habló de otros temas. Lo bueno de
estos encuentros es que son informales, de modo que en cada edición pueden
venir quien pueda o quiera. Como es probable que no repitan los mismos, siempre
hay gente diferente, con experiencias e historias distintas. Anécdotas frescas,
con nombres y apellidos, que, lamentablemente, no puedo colgar aquí. Pero
miren; así se animan, y vienen al próximo encuentro.
Lo
claro es que la palabra “parado” no define mucho al guionista, incluso cuando
está desempleado. Todos tienen algo en marcha. Todos escriben, y preparan
proyectos de una u otra índole.
Salvador
Rubio (@RubioSalva) se marchó a Londres, a ofrecer proyectos a las productoras
británicas. Las islas, comentaba, no tienen crisis en la industria audiovisual.
Por tanto, buscan y rebuscan ideas. Todo el tiempo. Incluso, ahora.
Juanjo
Ramírez Mascaró (@ramirezmascaro) trabaja en un segmento de una película de
diversos directores. De ciencia ficción. Como imaginarán, pienso seguir de
cerca cómo evoluciona todo ello.
Roberto
Alfaro (@RobertoAlfaro_) trabaja sobre una adaptación de cómic. Elena Cobos
(@HelenCobos) se está iniciando, precisamente en la escuela de Alicia Luna,
donde ahora mismo afronta el desarrollo de una serie (también de ciencia
ficción; les juro que es casualidad).
Si
hay algún proyecto más de los que asistieron, pido disculpas con anticipación.
Ya se sabe: en torno a una mesa, se inician demasiadas conversaciones a la vez,
y es imposible seguirlas todas. Si alguno quiere ampliar la información sobre
sus proyectos, siempre puede incluirlo en los comentarios al post.
Mi
plan inicial era grabar mucho del encuentro de #vinoguionistas. Sin embargo, ni
mi cámara es propiamente de vídeo, ni uno puede estarse al quite de qué se dice
al tiempo que se porta con qué grabarla. De modo, que sólo tengo dos vídeos,
aunque ambos son interesantes. Aquí, les muestro el primero. En él, se habla de
esa opción que están tomando algunos guionistas: pasarse al teatro. No, no te
va a salvar la cuenta del banco, pero de cierto modo es una manera de que
saques del cajón algunas posibles ideas.
Disculpen si el sonido no es el mejor. Como digo, la cámara que llevé no era de vídeo, sino de fotos.
Además,
claro, se habló de mucho más.
Por
ejemplo, si Tarantino o Von Trier son gente a tomarse en serio, o si, como dijo
Ramírez Mascaró, su juego consiste precisamente en que no pares de darle
vueltas a si el cine que hacen es lo que parece o justo lo contrario, mientras
ellos se hacen ricos y se ríen de tus diatribas.
Por
ejemplo, si Filmin o Wuaki o cualquiera de las plataformas de cine online
tendrán que hacer como ha hecho Netflix y entrar a producir, si de veras
quieren que las películas se estrenen a la vez en salas y en Internet (porque
si Canal + o Antena 3 o Telecinco no obtienen el valor añadido de estrenar en
sus cadenas antes que en otros sitios, ¿qué motivo les hará poner dinero en
películas?).
Por
ejemplo, cómo se puede ser tan cutre como para cambiar un guión no por motivos
creativos o siquiera económicos sino porque el director quiera meter en la
película a un actor o actriz colega o incluso de su familia.
Pero
para que estas historias tomen cuerpo concreto, para informarse de todo lo
bueno (poco, pero existe) y lo malo (mucho, y tan, tan ridículo), ya digo:
tendrán que venir al próximo encuentro.
En
todo caso, en el próximo post ahondaré un poco más en otros temas que se
mencionaron. Estos, más positivos, y menos relacionado con la pura carnaza de
desventuras y dislates del audiovisual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Blogger está graciosillo, así que ten paciencia con lo de los comentarios. En todo caso, gracias.