domingo, marzo 17, 2013

RELATOS SF/F: EVERYTHING MUST GO, DE BROOKE WONDERS


Everything Must Go    Brooke Wonders.   Clarkesworld Noviembre 2012 

Otro relato donde la primera frase define pronto el derrotero. En este caso, personalizar una casa no es un recurso literario. Es que, de hecho, ella piensa. Y siente. 


Portada del número de Noviembre de 2012 de Clarkesworld. El autor es Ken Barthelmey.

A través de la perspectiva del número 1414 de la calle Linden conocemos la última familia que se ha instalado en esta casa.

A la vez, pequeños interludios entre la narración muestran el discurso que podría ser el de un vendedor de propiedades. En cierto modo, funcionan a modo de anticipaciones. Si entendemos que la casa va a venderse, suponemos que las cosas con esa familia tal vez no acaben funcionando demasiado bien. Sobre todo, porque el primero de estos "insertos" se incluye exactamente después del primer momento dramático: la muerte del perro de la familia. Aun así, lo cierto es que, tras eso, parece innecesario que se continúe con esos interludios durante todo el relato, cuando el conflicto ya ha surgido.

Por si algún lector pudiera suponer que esto pudiera ser ciencia ficción (como aquel relato, Houses, de Mark Pantoja, donde casas automatizadas continuaban su vida peculiar después de un intuido apocalipsis ya sin humanos), Everything Must Go pronto alerta de que esto es fantasía.

The son is growing wings.

Esta mirada peculiar facilita una serie de detalles, y hasta ciertos giros del lenguaje que son bastante hermosos. Por ejemplo, cómo la casa mira (y “ama”) a la hija y su gusto por el origami. Además, desde el momento en que la casa rebautiza a cada miembro de la familia con otro nombre (Paper para la hija, Bird, para el hijo, Needle para la madre…), la historia va ganando cierto aire de cuento. Quizá de alegoría.

Si a la vez, el autor tiene esa ventaja de las imágenes poderosas que sirven, a la vez, de metáforas que facilita el género, ya tenemos un muy buen relato. Ese juego de convertir acciones metafóricas ("cortar las alas") en literales contiene una fuerza indudable.

She ties each member of the family to her via thick silken cords, cords whose color changes depending on her mood: crimson for anger, cerulean for disappointment, jet for possessiveness, silver for regret.

De esta forma, la creciente descomposición de la familia es imposible que caiga en lugares comunes. 

Esta reseña de aquí, de Patrick Johnson, expone por qué, además, la forma en que se maneja el imaginario del género ofrece otras ventajas. Por ejemplo, hace innecesario el énfasis: 

by bringing them in as an actuality within the story, that elaborate discourse is replaced by a simply stated reality. The job of deciphering the allegory left to the reader, allowing details (such as which of the many things Bird’s wings could potentially represent is correct) up to the readers to deduce from the content of the story as opposed to the author’s insistence.

Esta falta de énfasis es perfecta ya que este imaginario fantástico no se usa para embellecer, para eso tan visto en en el género. Aquí lidia con una situación dramática que, además, va incluyendo derivaciones bastante tremendas. El cuento siempre fue extraño, pero poco a poco se vuelve de terror. Si el narrador andara señalándonos todo el rato qué sentir y qué crudo es todo, acabaríamos hartos.

El hecho de que la casa lo observe todo (con tristeza, pero sin implicarse) aumenta la sensación de frustración; de cadena de sucesos que es imposible detener.

Todavía se nos reservan algunas sorpresas, ya que la casa, testigo, observador, se va convirtiendo en un trasunto de esa madre controladora. E interviene. De pronto, ya no es esa entidad benévola que nos ha acompañado y guiado, y fuerza el desenlace. 

Es un relato que recomiendo. Sobre todo, porque tengo la sensación de que está pasando desapercibido. Aquí tienen la reseña del relato de Lois Tilton, para Locus. 


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