Las series de televisión son el
territorio de la palabra. No es que no haya, de cuando en cuando, detalles de
dirección notables, en especial si la serie se emite en cadenas de pago. HBO y AMC tienen menos capítulos, y más presupuestos, y esto aún es más claro en las series británicas, la BBC, Channel Four o ITV. Si Luther tiene temporadas de entre cuatro y seis capítulos, y Black Mirror, de sólo tres, hay tiempo, y no sólo para cerrar buenos guiones (normal, que nos dé envidia, sabiendo cómo se trabaja aquí en cuestiones de calendarios), sino también en la estética. Una que era muy distintiva era la de la serie Utopia, de Channel Four.
En
cambio, las series de las networks generalistas tienen el problema de esa
ingente cantidad de capítulos que todo el equipo tienen que entregar durante
toda la temporada. Prisas y, con la crisis, menores presupuestos. Basta con que
comparemos la calidad de realización de las dos primeras temporadas de Fringe, con
cualquiera de las restantes (algo que se aplica a los guiones, igualmente, por
cierto). Y hace mucho que no vemos un capítulo con una dirección al nivel de aquellos "especiales" de House.
A la vez, también es cierto que cuando un
capítulo, una escena, un momento, otorga una oportunidad al director lo
apreciamos más.
The Good Wife ha tenido algunos de estos,
también gracias a, imagino, que los mismos guionistas saben cuando un silencio
y una acción transmiten más que un diálogo.
Muchos de esos momentos han sido en torno al
ascensor de la firma de abogados Lockhardt & Gardner donde trabajan la
mayoría de los personajes. Y es ahí, donde, en esta cuarta temporada, me vuelvo
a topar con uno de esos detalles que convierten una serie de televisión en un
placer.
Sucede en el capítulo 04x17 (Invitation on an Inquest). Los guionistas
llevan ya algunos sembrando una posible subtrama que todavía no ha ganado del
todo ese status, y que implica que Alicia Florick y Will Gardner bien puede que
aún conserven sentimientos el uno por el otro.
En este capítulo, no es distinto. Tenemos la
trama episódica, tenemos una subtrama con un secundario (Cary Agos,
interpretado por un actor que, en este rol, cada vez me gusta más) y tenemos
otra subtrama que implica a otros secundarios.
Pero los guionistas son hábiles. En ese
proceso de sembrar lo de Will y Alicia, hacen que la trama episódica fuerce a
trabajar juntos a ambos en el caso, algo que no sucedía desde hace bastante.
Desde entonces ya hay pistas. Muy leves.
Pistas de que Will lo encuentra problemático. De hecho, sólo es una reacción en
el personaje/actor, y, entonces, ni siquiera entendemos qué le hace dudar cuando la
cliente le pide que se una al caso.
Will comenta la petición de la cliente. Diane le pregunta si hay un problema. Un segundo de duda. Y silencio. Y Will afirma que no, ninguno. El espectador, en cambio, estaría en desacuerdo.
Luego, Will entra en donde acontece el juicio
(no uno “normal”; un tipo de juicio especial que se celebra en una morgue) y lo
primero que le dice a Alicia ya comunica que se siente incómodo.
Todo ello, la forma de que se vaya
introduciendo la conversación que tendrán en las oficinas de la firma de
abogados.
Los planos que inician la escena no son sólo para situar. Siembran que las oficinas están vacías, y eso es, se verá en unos minutos, muy importante.
Tras un diálogo donde exponen (pero no mucho; The Good Wife es más sutil que eso) la patata caliente que llevan sosteniendo al tiempo que evitando: cómo van a afrontar el beso que se dieron hace unos capítulos. Hablan de que deberían dejar de evitarse, de que pueden volver a ser
amigos… Todo, en ese tono que suele dominar la serie: el civilizado. El distante.
Y entonces, se hace uso de todo lo que la
memoria de un seguidor de la serie puede haber atesorado en estos años de
seguimiento. Vemos que Alicia va a marcharse...
Y entonces, observa que Will también sale... dirigiéndose hacia los ascensores. Y ella recuerda lo mismo que nosotros: que es la misma situación y lugar donde tuvo lugar la primera vez que ella sintió la tentación de una relación con él.
Entonces, suena el sonido off del ascensor llegando. Sólo entonces Alicia se pone en marcha de nuevo.
Y sólo se calma cuando comprueba que las puertas del ascensor ya se cierran, con Will dentro.
Quizá otro guionista hubiera tirado del recurso del flash-back, pero eso hubiera roto el tono y hasta el estilo visual de la serie. Y tampoco hacía falta. El mismo marco, la oficina vacía, y el mismo ascensor producen asociaciones. De hecho, el propio ascensor puede funcionar a modo de símbolo. Más, si tenemos en cuenta que la primera vez que se besaron, allá en la temporada segunda, fue dentro de un ascensor (aunque era otro).
Lo he dicho muchas veces, creo; en Twitter, en
mis impresiones en gomiso.com, mientras veo los capítulos: sobre The Good Wife y
los ascensores podría escribirse una tesis. Alberto Nahum ya ha tirado la primera piedra en esa dirección.
Reconozco que esta temporada cuarta me está
decepcionando. Tal vez los showrunners estén probando nuevas estructuras, o puede que la amenaza de la cancelación influya en cuánto se controla el desarrollo de
tramas y personajes, pero que la serie de la CBS se ha perdido
desde el momento en que no hay una trama general fuerte para la protagonista (y
sí, para el bufete, Will y Diane, y sí para ese cuidado de los secundarios que quizá ya sea contraproducente).
Aun así, cuando pueden, guionistas y
directores, todo el equipo, en resumen, son capaces de probar por qué es una
serie de televisión que merece la pena seguir viendo.
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