Desde que he vuelto a ésta, mi
hábito abandonado durante tantos años, la lectura del género de ciencia
ficción, me he topado con una dificultad. Qué libros comprar, qué autores.
Internet ofrece tanto caudal de información, que uno empieza con los espacios
donde se le ofrezca cierta criba. Como ya me explayaba en mis dos posts sobre
el canon de las series (aquí y aquí), sin embargo, he aprendido la lección, ya
que conformarse con los blogs principales o más visitados en la ciencia ficción
puede resultar tan comproducente como con las series. En este caso, a
diferencia de la blogosfera española (donde es más común la crítica
destructiva), el problema es el exceso de entusiasmo. Todo lo que se publica
está cercano al notable, según estos blogs más populares.
Después de mi lucha durante la
lectura de Boneshaker, de Cherie Priest, más la decepción procedente de algunos de los
llamados "clásicos" (Larry Niven, y su Mundo anillo, o las obras de Robert
Heinlein), decidí, no sé si del todo conscientemente, seguir otro camino. Uno que, de paso, me llevara a qué se estaba haciendo ahora mismo.
Probé con los premios; en
concreto con los nominados y vencedores del Premio Hugo y el Premio Nebula.
Tampoco resultó una experiencia tan satisfactoria como esperaba. Eso me hizo
investigar un tanto más, y así fue hallando otros blogs y analistas un tanto
menos complacientes. Gracias a páginas como Asking The Wrong Questions, Everything is Nice, o The OF Blog y a mi propia experiencia, he
comprobado que estos premios, sus ganadores, sus nominados, no son tal vez el
mejor camino para introducirse en las soluciones más interesantes, arriesgadas,
originales, que el género de ciencia ficción y el fantástico está ofreciendo en este formato en la actualidad.
Luego, gracias al contacto con el
equipo del podcast Los Verdhugos, y, sobre todo, el blog de uno de sus
participantes (Sense of Wonder), he encontrado que también son relevantes los
trabajos en formatos más cortos. Además, para mi propia experiencia, me
convenía la exploración de cómo se narra todo un universo diferente (lo cual se
aplica también al fantástico) con un límite de 6000 palabras. Además, estos
tienen la ventaja de que, en muchas ocasiones, se publican online, donde cada
vez hay más publicaciones dedicadas a este género.
Algunas listas que corren por
Internet, y que pueden ser un punto de partida, son las de Lois Tilton ,
la persona encargada de la reseña de todos los relatos publicados durante el
año en la revista Locus, o fijarse en cuáles han sido los relatos incluidos en las antologías en papel, o bien seguir los
consejos de algún autor, como yo he hecho con lo propuesto por la autora Rachel Swirsky.
Estos son algunos de los relatos que he
estado leyendo últimamente. Recomiendo su lectura, antes de entrar en el análisis. O bien, leer sus argumentos, para ver si les parecen atractivos, entonces ir a los relatos (pongo los enlaces) y luego volver, y contrastar impresiones.
Portada del Clarkesworld de Noviembre de 2011. El autor es Andrey Lazarev.
Seeing Genevieve Valentine Clarkesworld Noviembre 2010
Seeing cuenta cómo una
tripulación se prepara y busca planetas como alternativas a (suponemos) la
Tierra, donde hay dificultades para salir adelante en un hipotético futuro. En
concreto, el problema principal es el suministro de agua y es llamativo cómo
Valentine lo resume en pocas palabras. Es una de esas peculiaridades del
formato corto que me interesan: en pocas páginas y palabras, hay que
utilizar recursos que resuman.
They had privatized water.
Mission Control got it below market price. Marika even had enough to bathe in.
She still hoarded, took furtive gulps like she didn't know when the next one
was coming. It gave her away as a refugee, but she couldn't stop. Some thirsts
you never get over.
Con un párrafo, y una imagen
(Marika bebiendo furtivamente), tenemos un detalle concreto del personaje, y de
esa situación que es suficiente: no hace falta que este contexto se explique
más. Sobre todo, porque en este caso no es el tema del relato.
La nave es lanzada sin ser
planeado y los tripulantes se enfrentan a una disyuntiva: si continúan su
viaje, avanzarán en la comprobación de posibles espacios para que emigre toda
la población. Pero sin posibilidades de volver.
La acción no adquiere tanta
importancia en sí como en su efecto en Marika, que es la que tomará la decisión final.
Además, gracias a ella se expone el detalle tecnológico y científico con una
visión que se acercaría, en parte, al de cualquiera de nosotros:
“The atmospheric interference
muddies the light, drags it through the sky faster than your eyes can follow.
If you're lucky — if you're at a high altitude, on a clear night, in a lonely
place — this interference is perhaps a few dozen arcseconds out of alignment
with reality.
[…] Astronomers call this measurement Seeing. (Science has run out of more complicated words to explain the ways the universe has outwitted us.)
[…] Astronomers call this measurement Seeing. (Science has run out of more complicated words to explain the ways the universe has outwitted us.)
What it means: you
can't trust your eyes. You can't trust your instruments. You can't trust a
thing, from the ground.
Marika es una chica que se ha
visto casi obligada a ser parte de ese trabajo de preparar vuelos a otros
lugares fuera del planeta. Por tanto, es consecuente que cómo traduce la
ciencia su experiencia le es irrelevante, salvo en su aspecto práctico. De
hecho, en Seeing aparecerá hasta su correspondiente explicación científica
sobre el movimiento de los planetas las estrellas, pero expuesto como recibiría
ella dichos datos: con distancia e indiferencia. Además, pese a que, como
aprendiz en su nuevo trabajo, haya de conocer toda esa información, no le roba
cómo revive ella esa experiencia personal: la de “ver” las estrellas, que da
título a la historia.
En este sentido, Genevieve Valentine ahonda en
ese tema general de la ciencia ficción: cómo los avances científicos y
tecnológicos afectan a las personas. En esta historia, en un sentido más
personal y vivido.
Con ese juego de exponer la
ciencia como abstracta, y la vivencia de la protagonista, concreta, sentida, y
con detalles específicos, la autora consigue un efecto inesperado.
Valentine usa, como técnica (y
con marcas claras; paréntesis), un narrador que comenta las acciones y los
sentimientos de la protagonista, Marika. A veces es un tanto intrusivo, y a
veces sirve de énfasis: un modo de que se destaque que lo que pasa por la mente
de Marika es importante. Sin embargo no llega al extremo posmodernista de crear
una distancia intencionada sobre los mecanismos de la ficción. Si los
paréntesis, y ese narrador un tanto omnipresente tal vez creara distancia, en
cambio aquello a lo que nos da acceso gracias a él logra su contrapunto. No nos
aleja: nos acerca. Al menos a un lector modelo al que no le preocupa en
absoluto el dato científico.
(This has no real
scope if you are close to the event; schoolchildren gather with shoeboxes to
peer into the eclipse, that's all.
This has no meaning
until you are watching your new home become a black pearl against a far-off
disc of light.)
Como decía, es una forma de
acceder al interior de la protagonista, y a esa especie de conflicto y lucha
entre esa situación obligada: Marika es una especie de refugiada que acepta el
cargo que le dan, le guste o no. De hecho, alguna pista se cuela que señalaría
que es justo lo aprendido, y cómo le afecta, lo que moverá sus decisiones,
hacia el final del relato.
(But she knows, she knows,
you can't tell a thing from the ground.)
Y es que la otra vivencia
fundamental de su pasado parte también de una noche mirando el cielo, donde
observa cómo un hombre ejecuta una acción que luego será una especie de
obsesión.
Lo que sucederá al final de la
misión se moverá en una ambigüedad curiosa: ¿el destino (la imagen que le
persigue) se repite, o bien que ella ha forzado que se repita? Éste podría ser
su segundo tema. La vivencia de un personaje como motivación para que se
empujen decisiones con consecuencias.
Este relato se encuadra dentro de
una (posible, aún es pronto para conclusiones) tendencia que asume el género, y
el formato, de una forma más ambiciosa y consciente. Por tanto, la escritura se
preocupa del estilo, y se preocupa de la técnica. Y suele preocuparse de los
personajes.
Pero Seeing a ratos se
despreocupa un tanto por la inteligibilidad. Existe un continuo paso del presente
de la historia de su pasos a flash-backs (si van a leer este relato en el
Kindle, ojo, porque, en mi caso, la transformación de la página a su formato
hizo desaparecer todo los delimitadores de la original, que separa más
claramente entre un tiempo y el otro). Eso hace que haya grandes elipsis en lo
que sucede, en un tiempo, y en el otro.
No estoy seguro de que esto se
equilibre con la claridad suficiente para que se comprenda del todo qué sucede.
Tras un problema técnico, la nave Alkonost se ve obligada a partir. Pero luego
se habla de que parte mucho más tarde. Es confuso. Las elipsis complican que se especifique mejor qué sucede entre el error y el despegue, y, después, durante el viaje.
Por eso, aunque sólo en parte, estoy de acuerdo
con la reseña de Lois Tilton, en Locus.
This is a very fragmented narrative. It flashes
back and forth from the middle, to the beginning, to the end, while leaving the
reasons for just about everything unclear. Some of this doesn’t really matter
to the story; some of it does. There is a lot of different stuff going on.
Woman Leaves Room Robert Reed Lightspeed Marzo 2011
Woman Leaves Room posee un estilo
mucho más sencillo, si bien se utiliza para exponer una situación sobre la que
no tenemos todos los datos.
Contado en primera persona,
tenemos un protagonista al que visitan diversos personajes en una habitación.
Sólo a medida que avanzamos, iremos entendiendo que no es estrictamente una
habitación, ni él, una persona en su sentido más literal.
Esto es lo más destacable del
relato en cuanto a técnica. Rober Reed va diseminando detalles para que el lector vaya comprendiendo
ese misterio. Por ejemplo, mediante los datos referentes a las vestiduras, cada
vez más extravagantes, de los visitantes, se apoya cómo pasa el tiempo. Una vez
esto se aclara, lo que irá explicándose es por qué el protagonista no percibe
esos años pasados. Y quién es, en realidad.
It means you are
small and nearly invisible, he says. It means that you have existed for three
decades without anybody noticing.
But time has no
weight. No object outside this room has consequences, and this young man
standing out in the hallway is no more real than the painted haystacks on the
walls. What I want is for the woman to return. I want her weight and reality,
and that’s what I tell this stranger.
Shaking his head, he
tells me that I am unreal.
De paso, Robert Reed introduce bastante bien detalles en las conversaciones del protagonista con sus visitantes que, además de ir añadiendo información, de paso aportan pasos acerca del tema principal del relato: el tema de la identidad, y si sólo la que contemplamos ahora, como creadora de “seres humanos”, es suficiente para nuevas formas de vivir como conciencia.
Todo de lo que se le informa causa
en el protagonista una cierta incredulidad y extrañeza, con la que podemos
identificarnos. En este sentido, un narrador en primera persona es
una buena elección.
I listen to every
word, nodding patiently.
He wants to know
what I think of the story.
He is crazy but I
prefer to say nothing.
Frowning, he tells
me that a great deal of work brought him to this point. He says that I should
be more appreciative and impressed. Then he asks if I understand how I managed
to survive for this long.
But no time has
passed, I reply.
El final del relato desprende un romanticismo sorprendente. Sin desvelarlo, sólo diré que permite que se cumple el sueño, y que es una visión acerca de cómo sí es posible esquivar el paso del tiempo, mediante eso tan tópico como es el amor. Sólo que Reed no lo presenta como tal; no es típico.
Contiene un poco de esa melancolía que estaba presente en el final de Inteligencia Artificial (Artificial Intelligence AI, Steven Spielberg, 2001), y, aunque menos potente, un algo de esa tristeza que yo he hallado en
Silently and Very Fast, una novella de Catherynne M. Valente, que merecerá (si
encuentro tiempo y valor) un post aparte. Con tecnologías con similitudes, la
diferencia principal es que Valente disponía de más páginas (y un lenguaje más
poético, y más hermoso) para crear emociones.
Perfect Lies Gwendolyn Clare Clarkesworld Marzo 2011
Perfect Lies también confía mucho
de su valor en un personaje, y cómo va reaccionando y viviendo la situación
planteada.
Nora es una mujer con una tara
que, al tiempo, es útil para la diplomacia de los humanos en sus relaciones con
otras razas extraterrestres: no es capaz de expresar sus emociones en su
rostro.
Con la visita de cierto
embajador, cuya cita es fundamental para el programa de expansión de la flota,
su papel se convierte en clave.
Not me, though, they don't get tired of me
because they can only read what I give them. By the end of the meeting, the
Prime Judge left feeling reassured and a little intrigued. An excellent first
impression. I earned their trust and felt sick all the while, knowing what was
to come. If my face were chained to my innermost thoughts like a normal person,
I would have grimaced.
La historia es clara,
comprensible, pero se echan en falta algunos matices. El riesgo con que se prime más la trama que el personaje existe cuando lo primero no es, de veras, tan novedoso ni tan atractivo. Nora resulta creíble y su
observación del mundo que le rodea es interesante: para ella, todos son muy
fáciles de descifrar; sabe leerlos, en sus intenciones. Y ello justifica esa cantidad de detalles anotados y expuestos, improbables para un narrador en
primera persona. Sin embargo, para ser un
personaje con una visión tan particular, no llego a identificar demasiadas
diferencias con lo que sería, por ejemplo, una espía bien entrenada.
A movement in my peripheral vision distracted me.
Across the room, one of the caterers walked with too much tension in his step
and clutched his tray nervously. He was not here with the sole intention of
serving appetizers.
Un relato donde se ahonda mucho
mejor en la visión de un ser “diferente” es Movement, de Nancy Fulda (nominado
a los Hugo; tal vez algún día haré un post sobre relatos nominados a estos
premios). Claro que Fulda lo hacía sacrificando mucho de trama. Quizá en un
relato no haya ocasión, o no tan fácilmente, para dedicarse a una trama bien
construida (y expuesta) y, a la vez, a la definición de un buen personaje. Quién
sabe; el caso de Seeing probaría esto en cierto modo.
Puede que Gwendolyn Clare ponga en Perfect Lies demasiado
énfasis está sobre cómo los demás ven a Nora, en cuanto a que su labor es que
el embajador extraterrestre no perciba en ella la mentira. Pero puede que ello
sea menos interesante. Es verdad que también se expone cómo el modo den que la juzgan el resto de
personas (inexpresiva; sociópata, piensan algunos) tiene su cuota de conflicto.
Pero la protagonista se presenta asumiendo bien su condición de encubridora de mentiras (no va más allá de la ironía, y hasta desprecio por quienes son los que le dan esas órdenes) tan bien como asimila esa mirada del resto de humanos. Y, en cuanto a ese momento donde se aborda su pasado, parece más bien un resumen demasiado general que proporcione un backstory, digamos, de manual, antes que un intento real de darle profundidad a Nora.
Pero la protagonista se presenta asumiendo bien su condición de encubridora de mentiras (no va más allá de la ironía, y hasta desprecio por quienes son los que le dan esas órdenes) tan bien como asimila esa mirada del resto de humanos. Y, en cuanto a ese momento donde se aborda su pasado, parece más bien un resumen demasiado general que proporcione un backstory, digamos, de manual, antes que un intento real de darle profundidad a Nora.
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