Lluvia de albóndigas (Cloudy with a chance of meatballs, Cody Cameron, Kris Pearn, 2013) prueba de nuevo que el nivel de la animación de la industria estadounidense se supera año a año. Quizá Pixar tenga ya ganado el Olimpo, pero en más de una ocasión empieza a verse cómo la misma Disney, y, como es este caso, otros estudios como Sony, quizá les estén adelantando en más de un aspecto.
La película es una maravilla en especial por la capacidad para el "sense of wonder" y por su inventiva visual. Pero tampoco faltan detalles de guión. Como en esta escena.
La elijo porque también resume bien cómo el nivel de complejidad o, si se quiere, de gravedad, de los conflictos en películas que se suponen para niños está creciendo mucho.
En la escena, el protagonista, Flint Lockwood, lidera la expedición en pos de la que fue su invención en la primera Lluvia de albóndigas: el FLDSMDFR, siglas de una máquina que convertía agua en comida. La máquina sólo aparentaba estar destruida, pero ahora han descubierto que está creando todo un ecosistema donde la comida ha cobrado vida.
En el guión, el FLDSMDFR sirve de Macguffin. O, siguiendo el esquema de los cuentos de hadas, el objeto mágico. Ése tras el que se embarca el héroe.
Claro que, en esta ocasión, al héroe le acompaña el propio villano de la función. Chester V. considera que todos estos "animales" son un peligro en potencia. Por eso, convence a Flint para acudir aquí, a la isla donde estas nuevas especies han surgido. Y para que apague su máquina.
Primer giro de la escena. Sam, la novia de Flint, lleva desde hace tiempo cuestionándose el discurso del villano. Pero en la escena anterior, ya ha concluido que estas criaturas son todo, menos "monstruos". Y así se lo plantea a Flint.
Y no es conflicto pequeño, no. Con sutileza, eso sí, al cabo lo que se le plantea al protagonista es nada menos que, si continúa con el plan, tal vez esté asesinando animales.
Como decía, no es precisamente una cuestión simple, ni "infantil". Pero los guionistas son inteligentes. Saben que para que exista de veras conflicto, algo debe contraponerse que tenga igual valor moral; que sea un contrapeso para que no sea una decisión sencilla.
En este caso, Chester, como buen villano, es astuto. Primero, tiene convencido a Flint de que esas criaturas se preparan para una especie de invasión del mundo humano. Segundo, Chester es el idolo de la infancia de Flint. Su palabra tiene peso.
Por eso, en la escena (que he acortado; hay más detalles en su Segundo Acto), en su Segundo Giro, Flint toma una decisión.
El héroe que confunde su misión; ése es Flint. Pero Sam le da la vuelta al conflicto. Bien, tal vez no le convenza su argumento, pero ¿no le vale con que sea un argumento suyo, de su novia, de sus amigos?
Ah, la importancia de los objetos. Los objetos como metáforas visuales. Este dibujo es el plan que tenían Flint, Sam y sus amigos para su futuro: su propio laboratorio. Introducido en el guión en las primeras escenas. Y usado ahora, tirado en el suelo, hundiéndose en este jarabe, representa todavía mejor el resultado de esa decisión. Flint ha elegido a Chester por delante de sus amigos.
Con algún que otro gag (que, insisto, no puedo incluir, porque son varios), el guión no se olvida de aliviar un tanto lo grave del asunto; el matiz dramático de esta escena. Pero, aquí, hacia el final, se requería uno más.
Y los guionistas optan por darle una vuelta a un viejo cliché: el del personaje que se aleja y "abandona" a otro, mientras este último le grita que regrese.
Y la realización colabora bien a la broma. Porque hay un pequeño travelling que se va alejando de Flint, dando a entender que efectivamente Sam se aleja, cuando en realidad...
... cuando en realidad, Sam apenas se ha movido unos centímetros, a causa de esa melaza expandida por todo el suelo de la localización. Flint, en cambio, como si hubiera de ser fiel al cliché, continúa gritando y gritando, como si Sam estuviera alejándose a paso rápido. Y acaba con un "Saaaaaaam", absolutamente exagerado.
Y es sólo un ejemplo de los valores de su guión. Es verdad que se abusa demasiado de los juegos de palabras (intraducibles, por cierto; me pregunto cómo lo habrá hecho el doblaje español) como "running gag". Pero en general no es nada simplista, su villano es bastante peligroso (intenta asesinar a Flint, de hecho), y es improbable que haya habido un film con más creatividad visual este pasado año (aunque no he visto la de Miyazaki).
Además, nos recuerda que el cine de animación actual ofrece mensajes más complejos. En este caso, entre otros, una advertencia que ya nos hacía "Up": cuidado con nuestros ídolos, porque quizá no sean lo que parezcan.
Además, nos recuerda que el cine de animación actual ofrece mensajes más complejos. En este caso, entre otros, una advertencia que ya nos hacía "Up": cuidado con nuestros ídolos, porque quizá no sean lo que parezcan.
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