Doctores tiene la Iglesia, y según expertos y
los mismos guionistas, habrá diferentes opiniones en cuanto a qué resulta más
difícil a la hora de escribir un guión. Pero ciertamente el Primer Acto ofrece
la complicación más clara en cuanto a eso que en verdad debiera aplicarse a
todos los guiones, al menos en cine: la capacidad para la síntesis.
Tienes 30 páginas para presentar a los
personajes, resumir su estado antes del conflicto (el “estadio inalterado” que
lo llamaba Vale), hacerlos atractivos, y, pronto, someterlos a una crisis.
¿Y en una serie? Bien, en principio tienes más
tiempo, y eso permite una variedad más amplia de opciones. La que comento aquí
en verdad cae más del lado de la síntesis, ya que Utopia (Channel Four
2013-), es una mini-serie (al
menos así se planteó en principio; ya se habla de una segunda temporada). Por
un lado, esto limita mucho cuánto dura la ficción. Por otro, Utopia tiene una
trama de thriller vertiente “conspiranoica”. Y ya sabemos que eso hace las
tramas muy complejas. Lo que implica que ello, la parte de trama, los
vericuetos de lo que sucede, robarán tiempo también.
Por tanto, el capítulo primero de esta serie
incluye una presentación de personajes más rauda, más similar a esa necesidad
de síntesis de un guión de cine (de uno más narrativo, cabe añadir; el de
autor, claro, puede ir por otros derroteros).
En Utopia hay cinco personajes principales, lo
cual también indica que se partía de una base complicada. No hay un único
protagonista.
Cuatro de ellos son las “víctimas” de la
conspiración, una vez se ven involucrados en torno a un cómic alucinado de un
demente que resulta que tal vez contenga información que persigue una
organización secreta. Son Becky, Nathan, Stuart y Wilson.
El guión del capítulo 1 utiliza diferentes
maneras de presentarlos.
Becky y Nathan nos son introducidos en sus
actividades cotidianas, y mediante diálogos.
Becky, en la universidad, donde está
realizando un doctorado sobre el cómic clave de la historia. Es una forma muy
efectiva de que, de paso, entremos muy pronto (es la segunda escena del guión)
en los detalles primeros de la trama.
Ahora bien, esta presentación adolece de un
cierto problema. La localización es algo abstracta. No reconocemos que sea una
universidad. La información de la conversación tampoco es del todo clara. Beck
pide (exige) que le financien ese estudio sobre el cómic. Pero visto así, esta
oficina podría ser la de una editorial. De hecho, harán falta diálogos en
escenas posteriores para clarificar todo esto. En cambio, lo que el guionista
sabe indicar desde ya es el conflicto interno de Becky: la enfermedad de su
padre. Lo que actuará, de paso, como su Motivación.
En cuanto a Nathan, tampoco parece tan
relevante el sitio donde trabaja. Más esencial parece ese elemento de su
carácter: que se vea y sienta “por encima” de esas labores que practica.
He aquí el detalles peculiar. Nathan es un listillo, pero uno que se escuda en eso para una vida extraña en la que vive, pese a su edad, con su madre. Luego, durante la serie, veremos que de hecho lo que define a Nathan es una cierta ingenuidad. En especial, en lo que se refiere a su relación con las mujeres.
Hasta aquí tenemos que los diálogos, diálogos de confrontación, han sido
la forma de introducir a los personajes. Con Grant, es muy diferente. Primero,
entra más tarde. Becky, Nathan y el que tiene en su posesión el cómic se
conectan a un foro en Internet… y alguien bajo ese nombre, Grant, “habla” pero
sólo mediante dichos mensajes… Sólo al final de la escena, recibimos el giro,
la sorpresa.
Grant es un niño. Y desde ahí, ya se indaga en
su presentación.
Que se use la imagen vuelve a enfatizar esa
cercanía de Utopia con el cine (la otra sería su estética; debe ser una de las
series más cuidadas al respecto). Pero además, la caracterización mediante
imagen de Grant como hijo más o menos abandonado ayuda en otro sentido.
Colabora a que lo que bordea el cliché (no hay tantas variaciones en torno a
los dramas derivados de una situación social problemática) se supere mejor. Con dos, tres,
cuatro planos, el guión comunica bien (y de forma sintética) lo que importa.
Grant es un niño que sobrevive solo.
Aún quedaría otro personaje relevante: Michael
Dugdale. Un don nadie del Ministerio de Salud británico. Aquí, la localización
sí se establece de forma contundente: un hotel. Uno de mala muerte, parece. El
guión, pues, no lo presenta en su trabajo, en su labor diaria. Como esta
introducción es más “tardía”, pareciera que el guionista entiende que ya debe
acelerar las cosas.
Y así la presentación es mucho más dramática:
Dugdale sostiene un documento (una informe ginecológico) donde se le informa de
que alguien sabe que ha dejado embarazada a la prostituta con la que se
acuesta. Mediante dos, tres planos, se establece que Dugdale se plantea nada
menos que el suicidio.
Pero entonces le llama su esposa. Y hablan de
ese plan que explica el informe ginecológico: ambos están tratando de que ella
se quede embarazada en una clínica especializada.
Así, Dugdale es presentado sintetizando a) su
conflicto personal (está intentando que su mujer se quede embarazada pero
visita a una prostituta) y b) su Detonante (alguien le chantajea).
De todo ello se puede aprender mucho.
Síntesis, síntesis, síntesis. Quiénes son los personajes, sí, pero de paso qué
problema tienen (antes del conflicto; en este sentido ninguno de ellos viven en
un “estadio inalterado” tal cual), qué les motivará (Motivación) y algún
detalle de sus personalidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Blogger está graciosillo, así que ten paciencia con lo de los comentarios. En todo caso, gracias.