La selección de los
enlaces que he ido colgando mediante mis redes sociales en los pasados días incluyen un ejercicio
productivo para guionistas, un análisis de Mad Max desde el punto de vista del guión, y un
artículo sobre transmedia, y cómo el audiovisual francés oficializa su apoyo a este formato.
PÓNSELO DIFÍCIL A TU PROTAGONISTA: CUANDO LOS OBSTÁCULOS SON A VIDA O MUERTE
El blog “LA
Screenwriter” siempre ha sido una fuente provechosa donde hallar en especial
guiones de films actuales. Ahora, su autora, Angela Bourassa, ha añadido un
recurso que amplifica el contenido, con firmas invitadas a escribir artículos
sobre este universo del guión.
“Impossible Goals, Impossible Obstacles”, firmado por Signe Olynyk (@Screenwriter12) plantea ponérselo complicado en la serie de obstáculos para nuestro protagonista cuando escribamos, y
aporta algunas notas sobre tres ejemplos: "Wild" (Jean-Marc Vallée, 2014)), "Life of Pi" ("La vida de Pi", Ang Lee, 2012) y "Despicable Me" ("Gru, Mi villano favorito", Pierre Coffin, Chris Renaud, 2010).
El caso que me resulta
más significativo es el de “Life of Pi”. La novela en que está basada (del
autor Yann Martel), además del éxito internacional, aportaba al film parecida
(con menos matices, si se quiere) temática, que, a su vez, lidia con cuestiones
sobre la narrativa; sobre el propio hecho de contar historias. Además de
incidir en cuánto tienen ganado las religiones en su conexión con el mito
respecto a las visiones “racionales” sobre la vida, en cualquier caso la
historia del film también participaba de esa aspiración de ser una de las
“grandes” películas de la temporada. Para Estados Unidos, casi siempre esto se relaciona con un tema de cierta densidad, pero he aquí que su guión (y la novela)
usaba algo tan “vulgar” como el suspense.
Uso el adjetivo con
intención, como lo entrecomillo con intención. En esto del guión, en España,
Europa, el mundo, hay varias tendencias, “familias” si les parece, y en algunas
de ellas, los recursos más definitorios de la narrativa se observan como
“convencionales”. Incluso como trucos, y el suspense sería uno de ellos. Probablemente, esto venga de esa
herencia de la modernidad en las artes en que el clasicismo ya se entendía como
viejo y casi parejo a unos modos (hasta sociales) que hacía falta desterrar.
Que la modernidad es una etapa concluida, y que la posmodernidad nos trajo de
vuelta (hace tanto, por Dios) ese gusto por el placer de oír, ver, leer, una
buena historia quizá sean ya obviedades. En todo caso, y pese a que el suspense
es una herramienta como otra cualquiera, o pese a que lo usara con genialidad
Alfred Hitchcock, aún es posible que cualquier de ustedes se enzarce en
discusiones bizantinas con otros guionistas sobre cuán necesario es mantener el
interés del espectador.
Puede que la clave sea
cambiar “suspense”, que muchos identifican con el género (y con sólo un tipo de
films), por eso de la “generación (y mantenimiento) del interés.
El hecho es que también
está en la mayoría de manuales de guión, sin ir más lejos, en Syd Field. Field o
cualquier gurú del guión puede ser criticado por variados motivos, pero cuando
se tiene razón, se tiene razón. Si al protagonista no hay riesgo que se le
plantee de no cumplir su meta, no parece muy probable que el espectador sienta
que deba seguir su viaje. Es esa mezcla de “interés” y “riesgo” que se
complementan en la propia palabra usada por Field: él hablaba de que en los
puntos de giro deben subir las “stakes”, lo que puede traducirse por “interés”
(en el terreno financiero) o como “riesgo”. ¿Quizá en el ámbito de habla
castellana este concepto aún no se asimile del todo porque su traducción es complicada?
El artículo de LA
Screenwriting expone muy bien cuál es ese pacto claro que se hace con el
espectador cuando se coloca al protagonista en una situación extrema, esto es,
no ya frente a la posibilidad de que su objetivo no se cumpla (lo que está en
riesgo es algo más personal del personaje) sino cuando ello implica algo más
serio, como la pérdida de su vida. Y con esto ciertamente uno se asegura que el
espectador sienta una identificación más clara con el personaje. Siempre que
ese riesgo sea claro (no automático y no “dicho”, sino transmitido mediante los
hechos), cualquier espectador, de cualquier parte del mundo, puede o no
comprender las metas personales de un protagonista concreto, pero desde luego
comprenderá (y temerá) si de lo que se habla es del riesgo de morir.
“Life of Pi” de hecho
parte de una situación peculiar sin duda (un hombre comparte bote salvavidas
con un tigre) para sostener el Segundo Acto en especial. Lo interesante, como
ya decía, es que nada de esta lucha contra variados obstáculos del protagonista y supervivencia va en detrimento de ese
fondo, ese “theme”, que el film explora, acerca de cómo se pueden (o deben)
contar historias. Es aplicable a cualquier historia de supervivencia y, si me
apuran, de superación. Con lo que se juega, a diferencia por ejemplo de ese otro
caso analizado en el artículo, “Wild”, aquí el “basado en hechos reales” no
importa más que para dar verosimilitud. ¿Importa la épica del cuento que poco a
poco se vuelve “fantástico” o importa el cuento de los hechos descarnado?
Juzguen ustedes. De
todos modos, nos posicionemos donde nos posicionemos en cuanto a la moral de
cómo se deben contar los cuentos, el artículo destaca la necesidad de descubrir
que, aunque parezcan “trucos” de los géneros cinematográficos, el suspense,
mantener el interés, subir las “stakes” (quédense con la expresión que más les
convenza) es imprescindible hasta cuando se pretende una historia con fondo,
con “mensaje”.
EL FORMATO TRANSMEDIA SE ASUME DESDE LA INDUSTRIA FRANCESA
El proyecto transmedia Gaza Sderot, uno de los comentados en el Festival de Cine de Cannes.
En el segundo artículo que les propongo, de la publicación on-line Cineuropa, desde Cannes nos llega la confirmación de que “transmedia” es
ya un concepto avalado por la industria francesa. Que el audiovisual europeo de mayor
relevancia en el continente (y uno de los más importantes, a nivel
internacional) deje que los proyectos de este tipo de proyectos confirmaría que
algunos al fin entienden que “transmedia” es, además de una fórmula
complementaria de marketing muy atractiva, un modo de contar historias: un
formato específico.
Conjúngenlo con
cross-media o con “multi-plataforma”, esto ya es cuestión de qué experto se consulte, pero lo cierto es
que el evento Cross Video Days (del que ya les hablé) envía ya varios de sus
proyectos seleccionados, en este mercado, hacia ése, su “hermano mayor”, el
festival de Cannes. El artículo además
contiene información útil, ya que expone cómo el CNC francés (el equivalente al
ICAA español) abre un nuevo fondo que concede hasta 50.000 euros para
productores y creadores de proyectos multiplataforma y de hasta 20.000 para
desarrollo de aplicaciones para dichas plataformas (móviles, tablets, etc).
Además, atención a los interesados en el documental: para algunos tal vez
carezca de potencial para esa narrativa cruzada, y en cambio hay multitud de
proyectos europeos que ya van por ese camino.
MAD MAX: FURY ROAD DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL GUIÓN
El tercer artículo me
permite que cierre también con reflexiones sobre guión.
The Bitter Script Reader es el blog de un lector y analista de guiones que
trabaja en Estados Unidos, y que analiza estrenos o guiones que caen en sus
manos. Esta vez aborda el film comercial que mejor ha comenzado la carrera para
ser el del año 2015: "Max Max: Fury Road" ("Max Mad: Furia en la carretera", George Miller, 2015)
El artículo usa un
lenguaje muy sencillo y claro, como es habitual en este autor. Se centra en lo
que está generando más comentarios (también en las redes sociale), esa apuesta particular por pasar el foco del protagonista masculino (Max) al
femenino (el personaje de Furiosa). Recomiendo en especial el apunte que se
hace a cómo afrontar una escena dramática con personaje interpuesto (Max
mirando a Furiosa derrumbarse) como modo de evitar el exceso de melodrama, lo que el autor relaciona con una técnica de montaje de Einsenstein.
A veces la casualidad
hace que films que no deban compararse, o no de forma justa, produzca que esto
suceda. En cierto sentido, “Mad Max” parece que es todo lo que "Los Vengadores
2: La venganza de Ultrón” debería haber sido, y por más de un motivo. De Joss
Whedon, popular en los círculos “fandom” desde “Buffy, la Cazavampiros”, se
esperó mucho siempre. Se esperaba que que afrontara el universo Marvel con la
dosis justa de “comida para freakis”, y, al tiempo, que, para el espectador
adulto, equilibrara con aventuras de señores con trajes imposibles con un tanto
más de fondo, y esos giros no convencionales. Esto era aplicable en especial a los personajes
femeninos, si bien desde analistas feministas, hace ya tiempo que se cuestiona cuánto ha aportado Whedon al respecto. Cuando realizó el primer film de Marvel, parece que unos y otros quedaron convencidos. Pero entonces llega la segunda parte, cediera
en lo que tuviera que ceder trabajando para un gran estudio (Disney, nada
menos), estos Vengadores ya han resultado menos satisfactorios para muchos. Con multitud de teaser y tráilers (y la propia anticipación
generada por la ficción paralela de “Agents of SHIELD”, la serie de
televisión), algo ha fallado. Para colmo, George Miller, un señor de más de
setenta años, levanta un film no sólo más ambicioso sino con una protagonista femenina que se escape mejor
de los convencionalismos, lo que se supone la especialidad de Whedon. Aquí, en este artículo de Vox, pueden indagar más sobre el asunto de las críticas al respecto sobre Whedon.
Puede que no sea justo
para Whedon (en Twitter, se le echaron encima), pero entonces también tendríamos que ofrecer la misma
“comprensión” por otros tantos directores de acción (el artículo de Bitter Script Reader menciona, cómo no,
a Michael Bay). No sé si eso sería justo tampoco. “Mad Max” y, desde luego,
George Miller, con mucha más edad que todos ellos, prueba que se puede ofertar cine de género, espectacularidad
desde otros ángulos (no desde la implicación excesiva de los VFX), y, dentro de
todo ello, un poco de locura y personalidad "diferente" de los cánones. Y una protagonista femenina que nos importe, y
que no se base en los roles usuales.
¿Es “para tanto”?
Bueno, en estas cuestiones, el tiempo dirá. Con los años, compararemos con
perspectiva. Al fin y al cabo, es lo que ha sucedido con la primera parte de “Los
Vengadores”: ahora que vemos con “Mad Max” que se puede, se debe, aspirar a más
cuando se construye desde el género y lo comercial, quizá sea hora de encontrarle
los pies de barro al Whedon idealizado por el “fandom”.
Esto es todo, de
momento. Lean, disfruten, comenten. En próximos posts, más enlaces sobre
artículos de interés.
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