El pasado 6 de mayo la AEPPA-APRIA (Asociación de Empresas de
Producción Audiovisual de Andalucía y Productores Independientes) y la APPES
(Asociación para la Promoción Exterior de Sevilla) organizaron unas jornadas sobre las novedades en la financiación de la industria audiovisual. Como algún
productor y alguna compañera me han pedido que diera cuenta de ello, contaré
aquí mis impresiones.
Titular las jornadas como “novedades” tal vez fuera confuso. En cuanto
a las ayudas públicas sonaba prematuro: sólo hace unos días se ha aprobado el nuevo reglamento para las ayudas del ICAA. En cuanto a lo que realmente se
refería, las AIE, las Agrupaciones de Interés Económico como fórmula de
financiación, ya fue tratado (con mucha más claridad, me atrevería a decir) el
pasado noviembre, en otras jornadas similares durante el Festival Internacional
de Cine Europeo de Sevilla. En cambio, esta misma insistencia en las bondades
de este sistema abre la puerta a reflexiones jugosas, y en todo caso, explicar
varias veces lo mismo quizá actúe como aquella máxima de las informaciones
claves en los guiones: repítelo hasta tres veces si quieres que tu audiencia
comprenda. En cuestión de datos, duros y puros, la única novedad fue la
confirmación de que Canarias deja de ser ese único territorio donde las
desgravaciones fiscales para el inversor son muy atractivas.
En estas jornadas participaron Fernando de Miguel, de Wandermoon Finance, Miguel Doria, de March Capital Market, Patricia Motilla, socia del
área fiscal y Derecho Audiovisual y del Entretenimiento de Jausas Legal, Alfredo
Rosas, del bufete Barrilero y Asociados e Iban Díez, especialista
en Derecho del Entretenimiento de Gómez, Acebo y Pombo. Por parte de los
productores, sólo acudió David Naranjo, Director de La Zona (productora de “No
habrá paz para los malvados” y “Ocho apellidos vascos”). Como con Mar Ilundain,
de Convoy Films, se echó en falta más tiempo y ocasión para este “lado” de los
productores, y que desarrollaran la experiencia y los posibles consejos en
torno a estas fórmulas financieras.
Las Agrupaciones de Interés Económico llevan años funcionando pero aún
hay productores que te tuercen el gesto si se lo mencionas. Además, era
opcional, una alternativa, una posibilidad si todas las otras fuentes de
financiación usuales fallaban. Sobre el papel, el esquema es sencillo. Se
construye esa figura financiera de la que forman parte la productora o
productoras y una serie de inversores. Durante el tiempo en que está activa,
esta entidad genera beneficios fiscales a dichos inversores. Lo usual es
formarla antes del rodaje, y se mantiene en el tiempo bastante después,
dependiendo de cada film. Por ejemplo, muchas películas españolas siguen con la
AIE mucho después del estreno, porque aguardan las llamadas ayudas a la
amortización, las que se producen según la taquilla, según el número de
entradas vendidas. En España, el porcentaje de desgravación es del 20% sobre el primer millón, y del 18% a partir de ahí; en Canarias, asciende al 38%. Cuánto ello revierte sobre la producción local es harina de otro costal, y tema para otro post, aunque aquí tienen un adelanto de que hay muchas dudas sobre ello.
En cualquier caso, “sobre el papel” sería la parte de la oración a enfatizar. La propia
búsqueda de inversores no es tarea fácil, pese a que la imagen del cine español
como “industria” (como negocio) haya perdido matices negativo con el tiempo.
Por otra parte, imagino que el número de personas y/o empresas al que esta
desgravación les resulte interesante (el “target audience” de las AIE, si se
quiere) ha disminuido bastante en estos años de crisis económica. Y estoy seguro de que hay otros métodos de
desgravación fiscal igual de golosos.
Aparte de esa búsqueda, está el tema legal, financiero. Un proceso
complejo. En el Master Megaplus varios expertos que acudieron hicieron lo
posible por explicarlas. Al igual que el Tax Credit belga, todos fracasaron. No
lo entendimos los españoles del curso. No lo entendieron los de otras
nacionalidades. En realidad, no importaba. Sucede igual que con el "Tax Credit" belga, justamente. Este otro esquema de desgravación fiscal para inversores es
agotador (a ratos, hasta contradictorio) para quienes no nos dedicamos a los
números. Pero qué importa. Desde que este sistema funciona, Bélgica tiene una
lista considerable de países y productoras deseando coproducir allí (para la
pos-producción, sobre todo). Estos coproductores entendieron pronto el truco: no
se trata de tener que entenderlo al detalle. Basta con que se admita que hay
que delegar en especialistas belgas que han surgido a tenor de esta
desgravación. Ya se encargarán estos mediadores. Claro que, si “delegar” ya
puede ocasionarle dificultades a más de un productor español, a ello sumémosle
ese otro concepto con el que otros muchos aún pelean: sufragar gastos.
El "Tax Credit" belga
A todos nos ha pasado. A niveles distintos, eso sí, pero nos ha
ocurrido. Uno se acostumbra a un modo de hacer las cosas. Un esquema en que las
películas se financian acaba funcionando como un esquema mental, incluso. Pero
cuando han ido fallando los mimbres, había que despertar. Un productor andaluz
que ha sufrido este cambio de paradigma repentino (en Andalucía las ayudas
autonómicas se han reducido y, además, se pagaban tarde) me confesaba eso
mismo: había “visto la luz”. Otro productor, de otra comunidad, que ha recibido
otro varapalo pero desde fuera del país se hacía la pregunta: el cine de autor
tal vez esté herido de muerte, y en España pero también quizá en Europa, el
camino parece que lo pavimentarán tan sólo el cine de género, comercial, industrial. Y
con coste de más de 3 millones de euros.
Si este “despertar” es exagerado o no en cuanto a los extremos de
pesimismo a asumir, se verá. Lo claro es que en lo relativo a lo meramente
práctico, el dibujo de un plan de financiación creíble y factible ya exige
mirar a otros lados.
TVE, con una crisis económica y política que dificulta hasta prever
cuándo se celebran los Comités de decisión, no es ya nada seguro. Las cadenas
autonómicas, o han caído (caso de Canal Nou) o invierten menos en derechos, o
los pelean más, por ejemplo, siguiendo la estela de las privadas y
convirtiéndose en coproductores, aparte de que hagan la pre-venta por derechos
por televisión. Las mismas exigencias de las ayudas directas del ICAA (“ayudas sobre proyecto” se han venido llamando aunque ahora tal vez cambien) han subido, y
la competencia, con los años, ha crecido, en busca de ese dinero que ya no
podía proceder de otra parte. Además, las cantidades del Fondo de
Cinematografía, destinadas a esas ayudas directas, han descendido de manera clara. Ya es casi redundante hablar de la política del PP reduciendo
hasta límites absurdos estas ayudas. La nueva ley, votada hace pocos días, se
supone que viene a paliar esto, pero la rueda no se podía parar. Como bien resumía
Fernando de Miguel, de Wandermoon Finance, el sistema de ayudas directas se ha
ido reduciendo sin que ello se equilibre con el traspaso a otros modelos, y la
legislación fiscal, al menos hasta no hace mucho, no ha cuidado esta
posibilidad.
Las AIE. Complejas, llenas de números, porcentajes, complicaciones
legales, tributarias, de calendario. Pero eran una opción. Quizá, ya, para
muchos proyectos, la única, y no solamente una alternativa.
Se expusieron ideas interesantes al respecto. Por ejemplo, los
panelistas recomendaban plantearse la territorialidad de la AIE según el
proyecto y no seguir el proceso inverso. Es decir, que se concluyera del
proyecto, del guión, si era lógico y conveniente llevárselo a Canarias. Como
digo, interesante, y más que lo recomienden personas ajenas al proceso
creativo, cuando luego justo los más cercanos a dicho proceso, algunos
productores, diría yo que (por la situación que antes retrataba) piensen antes
en “rodamos en Canarias” como a priori, sea como sea el guión.
Ahora a ello es probable que sea añada “rodemos en el País Vasco o
Navarra”. Ésta fue la principal (¿la única?) novedad de la información expuesta
en las jornadas. La fiscalidad foral de estos dos territorios permitían que la
constitución de AIE en ellas también fueran beneficiosas. Pero se estaba a la
espera de la contestación de Bruselas acerca de si esto era posible, aceptable
según la UE. Curioso, porque en verdad esta respuesta ha llegado hace bastante,
y ha sido positiva. Yo ya lo sabía (por un productor vasco) como también sabía
que en el propio Madrid, y supongo que en el resto del país, no se creía del
todo.
Y he aquí otro detalle relevante a entresacar de las jornadas. Nadie se
fía del todo de este gobierno. Nadie confía en que el marco legal y fiscal se
mantenga. En otras palabras, aquí todos sí esperan a la Inquisición española,
contradiciendo a los Monty Pyton. Léase “Ministerio de Hacienda” por
Inquisición. Los representantes de estos bufetes de abogados recomendaron ser
muy cuidadosos al asumir las ventajas de rodar en el País Vasco o Navarra, pese
a dicha confirmación de Bruselas. Por ejemplo, en España y Canarias el 50% de
gastos de producción más el número de copias y publicidad deben ser realizados
aquí; en Navarra sólo sería el 25%. Pero no cantemos victoria, nos vinieron a
decir. Es mejor realizar de todos modos una mayor inversión en Navarra y País
Vasco, no sea que Hacienda saque (nada menos) que una ley con carácter
retroactivo que contradiga ese porcentaje concreto obligado y lo aumente.
Este grado de “realismo” fue muy de agradecer. Patricia Motilla fue muy
clara con una aseveración que yo había obtenido de uno de los presentes en las
jornadas del Festival de Cine Europeo: al inversor no le importa la película.
Le importa lo seguro y productivo de su inversión.
Duro e inexplicable a priori para los que trabajamos en la industria
audiovisual. ¿No representaría mejores valores de cara a un potencial inversor
que el director tenga experiencia, que el guión sea fantástico, que la
productora tenga bien planificado cómo, cuándo, dónde estrenar? A algunos nos
sorprende el doble, ya que de hecho algunos fondos privados internacionales que
invierten en cine se fijan en esto.
No para las AIE. Esta herramienta fiscal funcionaría igual con
cualquier otro producto. Generan beneficio de por sí durante toda la producción
(y después) y no tiene nada que ver con la calidad del guión, el director, los
actores. Ni siquiera con el resultado en taquilla.
Es posible que sea tan chocante con algunas de nuestras ideas preconcebidas que todavía no haya calado. Eso explicaría por qué éstas hayan sido las
segundas sesiones sobre AIE que se han celebrado en Sevilla, con las últimas no
tan lejanas. Quizá se trate del mismo sistema que los guiones. Sembrar, sembrar
y recoger.
Por otro lado, esta insistencia por parte de los que sirven de expertos
y mediadores en la búsqueda de inversores tiene otra explicación. De las AIE
levantadas en los últimos años, un alto porcentaje son para rodajes de
producciones extranjeras; cintas sobre todo rodadas en Canarias, con ese 38%,
como “Ira de Titanes" ("Wrath of Titans", Jonathan Liebesman, 2012) o “Fast & Furious 6”. Hablamos de producciones de
muchos millones de dólares, de los cuales la parte que corresponde a ese rodaje
en nuestro territorio puede alcanzar los 10 millones de euros sin problema.
Para esas cifras, y para una industria como la estadounidense, donde lo
financiero ya es bastante complejo y supone, a su vez, altos costes (gastos
financieros), las AIE no resultan una complicación ni nueva ni mayor. Para una
cinematografía donde la media de presupuesto por película se sitúa más cerca de
los 2 millones las AIE quizá resulten excesivas.
Rodaje de "Fast & Furious 6" en Tenerife
Sin embargo, ahí está otra posible clave que explicaría esta
insistencia en que los expertos “recuerden” a los productores esta opción.
Ellos mismos también han ido montando negocio, bufetes de abogados, firmas,
esquemas, que ahora necesitan producto que ofrecerle a los inversores. En parte
estos mediadores empiezan a necesitar al productor de cine español tanto como
éste puede necesitarlos a ellos.
Sin embargo, el que podría haber sido un “pitching”, una venta que sólo
enfatizara las ventajas, se equilibró con ese realismo que, de forma
intencionada o no, al cabo mermaba el argumento: el sistema es beneficioso pero
con bastantes “peros”. O, en otras palabras, los panelistas ofertaban lo
positivo pero sin exageraciones.
Fernando de Miguel insistió en que, pese a todo, se anticipe que la AIE
cubrirá una parte de la producción, porque, al cabo, la búsqueda de inversores
(la parte que realizan estos bufetes) más todos los gastos producidos por la
propia construcción de la AIE es dinero a descontar. También se hizo ver que
las AIE en esos otros territorios requieren montarse allí, y no es tan sencillo
encontrar empresas con suficiente nivel de ingresos para que la desgravación
fiscal merezca la pena. Luis Fanjul, representante de los mediadores canarios
que se han especializado en producciones en las islas, no lo negó. Eso sí,
anticipó que su empresa, como otras muchas, ya están reaccionando, y estudiando
vías nuevas para que el rodaje en las Canarias apunte beneficios añadidos. Como
decía antes, estos mediadores se están readaptando tanto como puedan hacerlo
los productores para sobrevivir y seguir generando negocio.
Las jornadas también ganaron en interés cuando los propios panelistas
ofrecieron visiones con matices diferentes sobre ciertos aspectos. Es casi
natural, dado cierto grado de contradicción entre algunas aseveraciones. Por
ejemplo, si las AIE son esa alternativa de financiación deberían serlo cuando,
supongamos, los dos grandes grupos, Atresmedia y Mediaset, han dicho “no”, y
sólo se cuenta con TVE y, por ejemplo, TV3, Canal Sur, en fin, alguna cadena
autónoma. Al tiempo, esto no parecería
ser el caso, ya que el argumento general es que una AIE sólo merecerá la pena
(el tiempo, el trabajo, el gasto) si el presupuesto alcanza ciertas cotas, y
aquellas películas que cumplen esto son precisamente las que van a Atresmedia y
Mediaset.
Es el círculo vicioso del cual los mismos asistentes, dejaron ver, son
conscientes. Con un presupuesto medio por película que ha ido disminuyendo en
los últimos años, su cartera de clientes, de productores que se aproximan a
ellos como mediadores para constituir AIE, ha mermado mucho. Si tu película va
a costar 5 o 7 millones, vas a las privadas por defecto. Si mediante su
participación ya obtienes una buena cantidad, ¿para qué vas a ir a un AIE? Y si
tu “camino” es un film un tanto menos comercial o con un “package” menos
espectacular (director novel, actores menos conocidos) y, por tanto, usas TVE o
las autonómicas, pero te tienes que mantener en torno a esos 2 millones… ¿para
qué ir a una AIE?
Es peculiar, pues, la situación en España respecto a algo que en
apariencia debería haber ahuyentado los miedos en torno a rodar en el país.
Incluso para las producciones extranjeras.
Imaginen las negociaciones con un
coproductor europeo en una reunión, pongamos en Berlín o en el Marché du Film deCannes. Basta con que siga las noticias del sector en España, para que le lance
al productor español un sinfín de preguntas: ¿pero seguro que vuestro
Ministerio de Hacienda no cambiará la ley? ¿Seguro que conviene que rodemos
parte en el País Vasco? Y ¿por qué diablos no tenéis un “tax credit” directo,
como en la mayoría de países, con un “rebate”, una devolución directa de parte
de los gastos de rodaje? ¿Por qué lo tenéis que complicar tanto con esto de las
AIE?
Listado de estados de USA donde existen diferentes sistemas de desgravaciones, "tax credits" o "tax rebates".
Esto, aparte, se complica con una dificultad añadida. Los contratos con la
televisión pública suelen ser bajo el concepto “encargo de producción”, lo cual
no es válido para una AIE, como tampoco lo es que una entidad pública sea parte
de esa estructura.
En cierto modo, estas jornadas se asimilaban a aquella (larga)
negociación entre FAPAE, Cultura y Hacienda en torno a unas deducciones mejores
para las AIE para producciones españolas y extranjeras. Comenzamos “en alto”,
atención, hay vida más allá del ICAA, pero, atención también, punto de giro,
Hacienda rebajó muy mucho las expectativas de productores respecto a esos porcentajes de desgravación. Igualmente, punto de giro, ojo, las AIE, sí, son interesantes pero no la panacea, y,
no, de momento, para películas más pequeñas.
Como un guión que empieza fuerte y
navega hacia un anti-clímax. O, visto de otro modo, como ese continúo viaje del
productor medio español, entre las dos etapas de la depresión que, recuerdo, Hans Magnus Enzensberger aplicaba a la ciencia del último siglo. Entre la etapa
maníaca, donde uno se mueve a la esperanza y se cree los cantos de sirena enfatizando los triunfos del
cine español a nivel internacional (¿?) y la etapa depresiva, donde todo es
oscuridad, y el cierre de tu empresa se intuye cada vez más cercano. Pero ya
sabemos: España es un país de extremos.
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