El cine de terror, gracias a la visibilidad que proporcionan ciertos festivales, se puebla de diferentes aproximaciones, de nacionalidades dispares, cada vez más. En principio, esto es agradecido, porque el género, en lo concerniente a las producciones de Estados Unidos, sufre una reiteración de esquemas muy fatigosa. Pese a todo, y a no ser que se pertenezca a medios y se tenga acceso, por ejemplo, al Festival de Sitges (o se viva en Cataluña, claro), la mayoría de nosotros continuamos con dificultades a la hora de comprobar cómo es ese otro terror que se realiza en otras latitudes.
Hace poco, he comenzado a investigar un tanto cuáles son las películas seleccionadas con el Premio Mélies de Plata, que constituye una especie de nominación para el definitivo Premio de Oro. Entre ellas, está esta producción irlandesa, The Eclipse (Conor McPherson, 2009).
Entre los posibles caminos detectables en el cine de terror actual, ya sabíamos que una alternativa es la propia burla del género, o bien la exposición metafictiva y posmoderna de sus mecanismos, como ya probó en su día Scream (Wes Craven, 1996) y, hace poco, The Cabin in the Woods (La cabaña del bosque, Drew Goddard, 2011). Esto produce, sin embargo, más líneas de análisis en los críticos especializados, o en foros de Internet donde compartir qué referencias se han cazado, que miedo propiamente dicho.
Otra posibilidad es ésta que tal vez intente The Eclipse: que el cuento de terror no devore la posible evolución de unos personajes. En realidad, no sería sino una vuelta a unos orígenes que tal vez no se hayan explorado de veras o del todo. Hay suficiente literatura de terror de calidad, y de autores renombrados, ya desde el XIX, como he comprobado en los Cuentos Inquietantes de Ambrose Bierce (Editorial Alianza, 2011). Las historias de fantasmas de Henry James serían otro caso, donde el elemento perturbador arroja perspectiva sobre el conflicto del personaje.
The Eclipse, de hecho, sucede en paralelo a una pequeña convención de escritores de terror, y una de las protagonistas escribe historias de fantasmas que se sospecha tienen mayor enjundia que cualquier producción USA común. Incluso hay una escena en un cementerio que hasta tal vez homenajee a aquellos escritores clásicos, fascinados con estos escenarios góticos. Sin embargo, puede que todas estas pistas despisten bastante, ya que la película de Conor McPherson como iniciativa se queda corta, o indecisa, con esas dos líneas el cuento de terror y lo dramático sin alcanzar la relación correcta o más equilibrada.
The Eclipse comienza de un modo consecuente con la mayor parte del tono del film. Con un ritmo pausado, nos vamos habituando a la vida del protagonista, Michael Farr, en un pequeño pueblo irlandés, donde va a colaborar en el evento literario. Una noche, cree ver algo. Algo que no tiene explicación.
Esta escena está rodada de un modo que incluye la aparición de lo extraño en un contexto muy realista. Digo realista y no hiperrealista; nada que ver pues con esa otra vía ya iniciada con El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999) y, más recientemente, empujada de nuevo con Paranormal Activity (Oren Pelli, 2007). En este caso, lo que el protagonista “ve” (y nosotros con él), está iluminado acorde a una casa que está a oscuras a estas horas. Sin que la música o algún movimiento de cámara lo remarque, la aparición es tan misteriosa como cualquier sombra peculiar que cualquiera hayamos podido ver en algún momento de nuestra vida. Como menciona esta crítica de Peter Hartlaub para el San Francisco Chronicle, también la reacción del protagonista es de las más verosímiles vistas. Sigue "la aparición", comprueba que no hay nadie, hace una llamada para reafirmarse en que lo visto no tiene sentido. Aun así, la interpretación de Ciarán Hinds permite que intuyamos que lo sucedido posee una carga profunda.
Algunos momentos de la primera aparición
El guión, en este sentido, nos dosifica la información de forma efectiva. Como detonante, siembra de paso que algo en la vida del protagonista no marcha bien. Sólo después, nos llega el dato de que lo visto es doblemente inquietante: no se trata, en realidad, de un fantasma en su definición convencional.
Pero entonces comienza la trama paralela. Y la denomino así, porque en muchos momentos de la película uno se pregunta cuál de ambas es de veras la trama principal y cuál, la subtrama. Lo encuentro más problemático que eso otro que varios críticos han mencionado: que el tono de la parte de drama choque tanto con el tono de susto y un tanto de gore de la parte de terror.
Es interesante dar cuenta de que esta trama paralela muestra casi siempre unos valores reseñables… como drama. Es cierto que el personaje del escritor de éxito es más bien típico (aunque la mayoría de críticas, aquí, una, destacaron la interpretación que de él hace Aidan Quinn) pero el director le da los suficientes matices. Por ejemplo, cuando, tras haber sido rechazado, le vemos a la mañana siguiente, vagabundear, en silencio, abatido y perdido por las zonas del hotel de lujo donde se aloja. Otros detalles vienen reforzados por la capacidad de Ciarán Hinds. Como cuando notamos que Michael se guarda de explicarle a la escritora que conoce, Lena (Iben Hjejle), que, pese a que lleva el anillo en su dedo, su esposa ha fallecido. O cómo duda, en esa misma escena, en irse, justo tras oír un aullido lejano que le recuerda que aún tiene miedo por lo que ha visto.
Nicolas (Aidan Quinn), perdido, en el hotel.
En realidad, casi diríamos que es lo menos que se puede esperar, habida cuenta, como hallo en esta reseña del Time Out (una de las más duras con la película), de que Conor McPherson es uno de los dramaturgos más destacados del panorama actual en Irlanda.
Con todo, después de aquel detonante, que el género haya derivado tanto, causa impaciencia. De hecho, el guión bordea el ridículo cuando las situaciones van impidiendo que Michael acabe de consultarle lo sucedido a Lena. Pasa el tiempo, y ambas tramas no acaban de conectarse. Mientras, aún tendremos dos apariciones más. La primera, por cierto, mediante un recurso que encontré interesante. La banda sonora general incluye, de cuando en cuando, un coro. En la escena referida, dicho coro acrecienta el tono y se transforma, raudo, en casi un grito, justo cuando la cámara gira para mostrar al “fantasma”.
De todos modos, esta trama se prueba, a medida que avanza, como menos necesitada de la otra. Como digo, Lena nunca acaba de ayudar del todo a Michael a entender qué le sucede, y para cuando por fin se convierte en su confidente, no tiene mucho que aportarle. Llegado el momento, la historia del fantasma que no es tal (no puedo adelantar mucho o será un spoiler) va aclarando su significado. Algo que hace, por cierto, sin participación alguna por parte del protagonista.
Es cierto lo que afirma esta reseña: es más “realista” que alguien con dos trabajos no le dé importancia a algo sin sentido, que, como es común en el cine de terror más habitual, llame a un exorcista, una médium, un cazafantasmas. También pudiera ser que una historia que se resuelve sola viene bien a un personaje que es más bien pasivo.
Aunque, admitiendo todo esto, The Eclipse cuando menos es criticable por no cumplir con ninguna de las expectativas, no ya presentes por la misma clasificación en el género de terror, sino en su propio guión.
Como bien afirma la crítica de Bill Webber para Slant Magazine:
"Hjejle's familiarity with the spirit world implies a survivor's trauma equal to Hinds's, but one is never revealed."
En un caso claro, el de Lena, porque con ella el director ofrece uno de los sembrados más extraños pero también rotundos que he visto en mucho tiempo. Justo antes de despertarse, y en la que es nada menos que la presentación del personaje, vemos a otro fantasma. ¿Quién es? ¿Qué relación tiene con ella? ¿Ha sido un sueño? De ello, se revelará demasiado poco.
Si ese fantasma suyo no era relevante, ni para la trama, ni como definición para el personaje, ¿para qué mostrarlo? O, de dicho de otro modo, si el director y el guión lo querían como mera pista de que la visión de fantasmas de la escritora también le marcó (sin querer ahondar en ello), ¿no se tuvo en cuenta el efecto en el espectador que lo creería como anticipación de algo más?
Puede que los intentos de que el cine de terror no expulsen desarrollos dramáticos significativos cuente con esta desventaja. Aunque de todas maneras uno tiene dudas de si el equilibro de géneros, entre el drama y el terror, no podía haberse cuidado mejor.
El final, que tampoco adelanto, tiene esa contención dramática que permite finales abiertos, si bien también una resolución al conflicto del protagonista que, aunque también, en parte, sutil, demasiado afin a las convenciones (hasta religiosas) del subgénero de fantasmas.
The Eclipse queda, en sus mejores momentos, como la historia de tres personajes "haunted" (uso la palabra inglesa, porque no hay una traducción adecuada al español) por diferentes dramas. Incluso, Conor McPherson y su guión coloca una línea en la boca del escritor que no es casual, cuando habla de su pasada relación con Lena: "I´m haunted by that night."
Voy a continuar con esta especie de investigación mía acerca de películas nominadas al Premio Mélies de Oro de cine fantástico. Ya les iré contando.
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