lunes, julio 23, 2012

CORTOMETRAJE DULCE SUEÑO DE SOMBRAS: LA HISTORIA COMPLETA

En julio de 2011, Beatriz Vázquez, Eduardo Parra, Jesús Graván y yo coincidimos en el curso Un Verano de Guión, en Córdoba. Menos Beatriz, el resto, además, estábamos en el mismo grupo de asesorías para proyectos. Cuando acabó, decidimos que, ya que todos vivíamos en Andalucía, quedaríamos de cuando en cuando. Para seguir al día, para hablar de proyectos, de cine, de series, de cortos… 

Tras dos de esas reuniones, se habló de que hiciéramos algo juntos. Y pronto. Era sencillo. El que tuviera el guión de un cortometraje más avanzado, sería el elegido. Beatriz tenía ya uno, pero para rodarlo en otro momento. Jesús tenía el suyo, y lo envió. Era Dulce sueño de sombras. Lo miramos y nos gustó. Ya habría tiempo de darle vueltas y proponer correcciones; el caso era movernos. La palabra mágica es una que suena por ahí, incluso en gente que, sin ser de tu profesión, te la menciona como actitud necesaria.

Se trataba de ser “proactivos”.


Eduardo y Jesús habían realizado ya varios cursos relacionados con el audiovisual, y querían dar el paso. Bea, sin ser tampoco propiamente “del mundillo”, había trabajado en diversos puestos en cortometrajes. En cuanto a mí, la última productora donde trabajé me había dejado en el paro, y, mientras preparaba currículums y guiones que me devolvieran a mis funciones como guionista o supervisor de contenidos, encontré útil la posible experiencia.

Hubo alguna posibilidad de que tanteáramos productoras, pero, casi al tiempo, llegaron los recortes. Entendimos que las productoras que sobrevivieran era muy posible que eliminaran de sus prioridades sus apuestas por los cortometrajes.

Dulce sueño de sombras lo haríamos nosotros, por nuestra cuenta.

Pondríamos el dinero. Buscaríamos el equipo. Beatriz se ofreció a dirigirlo, y nos pareció bien. A mí me interesaba salirme de mis usuales funciones relacionadas con el guión, y opté por el tema de producción. Al fin y al cabo, ya estaba realizando cosas parecidas sacando adelante el proyecto Cerca del cielo, un largometraje en coproducción con Brasil. Pero aquello era (y es; es decir, sigue en proceso) algo más similar a la producción ejecutiva. Yo quería aprender más sobre la producción in situ. Sobre el terreno.

Sería nuestro proyecto. Sólo nuestro. De ese colectivo que alguien del grupo (ahora mismo no recuerdo quién) bautizó como “Guionistas en acción”.

Claro que no fue fácil ponerse en acción.

Había que encontrar gente que estuviera interesada en el proyecto, y que eso se conjugara con que tuvieran tiempo y disponibilidad. No fue fácil que los calendarios encajaran. Tampoco fue sencillo encontrar al niño protagonista. Su personaje exigía una edad muy concreta. Nos retrasó bastante un fallo de comunicación (nunca sabremos si malintencionado, aunque yo lo sospecho) con la persona que se suponía que nos iba a ayudar. Al final, encontramos mucha colaboración en el profesor de los niños de la escuela Viento Sur Teatro de Sevilla, así como en su directora, Maite Lozano.

En cuanto al otro personaje principal de Dulce sueño de sombras, María, Beatriz había hablado y convencido a Laura Toledo.

Una vez supimos cuándo los actores estarían disponibles, pasamos a cerrar el equipo. El storyboard, las conversaciones necesarias con el director de fotografía y la dirección de arte, las localizaciones… Y el presupuesto disponible. Era el que era. No podíamos pasarnos. Por supuesto, nos pasamos. No es extraño.

A medida que avanzamos, nos dimos cuenta de que aquellas funciones tan definidas por nuestra parte se ampliaban. Por supuesto, las decisiones últimas las tomaba Beatriz, pero Jesús colaboró en producción (y en la financiación, ya que hemos tenido, gracias a él, muchos coproductores), y yo también, al final, (deformación profesional) ayudé con el guión.

En cuanto al equipo, muchos sugirieron formas de complementar la historia. Ideas visuales o de arte que aportaban fondo al guión. Una prueba de que de verdad estaban comprometidos. Fue todo un hallazgo. Y vimos que era una buena señal.

En el caso de Dulce sueño de sombras, la dirección de arte era muy importante. Sin adelantar detalles del argumento, en el guión hay un momento en que cobran protagonismo unas sombras chinas. Ellas ayudan a narrar un cuento, y, por tanto, se requería que el departamento de arte construyera las figuras. Álvaro Delso, en ese sentido, ha supervisado todo un equipo que le ha dedicado tiempo y mucho amor.

El dragón realizado por Ariadna Pedemonte, autora de todas las sombras chinescas

Por otra parte, Bea tenía muy claro qué iluminación quería, y, con la colaboración de Carlos Rodríguez, el director de fotografía, orquestó un storyboard sencillo pero claro. Ella siempre quiso que Dulce sueño de sombras mostrara un aspecto visual muy cuidado. En ambos aspectos, sería fundamental los conocimientos y la experiencia de Carlos y la del cámara, Pablo Gil. 

En el equipo, todos decidieron convertirse en coproductores, en el sentido siguiente: el dinero equivalente a su trabajo durante el corto representaría un porcentaje, a ser reflejado en un contrato entre ellos y nosotros, los que poníamos el dinero. Para ese porcentaje no sólo se tuvo en cuenta el valor de su trabajo, sino el equipo que aportaran. Es decir, aquello que no se compraría o alquilaría, y que, por tanto, representara un ahorro con respecto al presupuesto. Si el cortometraje gana premios en metálico, el mismo se repartirá según esos porcentajes, una vez descontado los porcentajes correspondientes a los que hemos puesto el dinero (también según cuánto haya puesto cada uno).


Aquí, el Slider; uno de los componentes que nos aportaron y prestaron los miembros del equipo.

Tuvimos una reunión de trabajo, se revisaron las necesidades de cada departamento. Y todo estaba ya en marcha.

El rodaje tuvo lugar en dos localizaciones interiores, y duró tres días. El número de horas varió un poco cada día, pero estuvo en una media de nueve o diez horas. El segundo día fueron más de doce horas. Tal como lo leen. Doce. Quien diga que en el cine no se curra, es que nunca ha ido a un rodaje.

Pese a los rumores de la industria que dicen que en un rodaje (máxime cuando hay poco margen de tiempo) es un hervidero de potencial mal rollo, no hubo excesivas tensiones. El calor no ayudaba, eso sí. En el piso donde rodamos dos días no había aire acondicionado. A eso se le sumó que se rodó en uno de los momentos más calurosos del verano, el hecho de que el set debía simular noche (y por tanto, teníamos la ventana cerrada y tapada), y que el equipo de iluminación subía la temperatura. Nadie lo midió (y menos mal) pero es probable que rozáramos los cincuenta grados en algunas ocasiones. Normal, que consumiéramos más de veinticinco litros de agua, y otros tantos, de refresco.

Preparando el set; para simular noche, tuvimos que cubrir la ventana con esa especie de sábana negra.

Y los retrasos, sí, nos desesperaban. Pero, al cabo, las cosas acababan saliendo. Es algo que siempre me recordaba uno de los realizadores con los que he trabajado más, en televisión, y parece que también se aplica al cine. 

Al final, necesitas una serie de planos, una serie de diálogos, para montar. Y hay que obtenerlos, sí o sí. 

La otra dificultad ya la anticipábamos, aunque era algo inseparable de la historia que queríamos contar. Teníamos un actor de 7 años. Leo se cansaba, como es natural. Un rodaje es mucho más lento de lo que la gente cree, y las esperas entre plano y plano pueden desesperar a cualquiera. Imaginen a un niño. Por suerte, el equipo (en particular, Alicia Rosendo, la maquilladora y Verónica, de vestuario) supo animarlo y entretenerlo lo suficiente, en los descansos. De todos modos, descubrimos que, para su edad, Leo se comprometía bastante. En cuanto a Laura Toledo, ha resultado todo un descubrimiento.

Mientras arte y maquillaje avanzaban en lo que se rodaría de las sombras (Verónica y Alicia, en la foto), aprovechaban para entretener a Leonardo, el niño protagonista.

No es muy común que un profesional de la interpretación se involucre en el proyecto de unos chavales que (con matices) están empezando.

Ella lo hizo. Desde el primer momento. Nos ayudó con Leo, con su interpretación. Se adaptó a los cambios del plan de rodaje (que siempre hay, lo quieras o no). Puso paciencia, profesionalidad, interés. Nunca podremos agradecérselo lo suficiente.

Laura Toledo

En un futuro proyecto, desde luego intentaremos contar con ella.

Aprendimos mucho. Aprendimos lo que hay que hacer, y lo que no. Ganamos experiencia. Y lo pasamos bien.

Ahora queda la etapa de montaje, la búsqueda de distribución (que ya intuimos que no será la convencional), y el estreno.

Seguiré informándoles.

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