Laura
Bermejo me ha pedido que escriba un texto sobre mi experiencia en el taller de guión Un Verano de
Guión 2011. Y ya que mis textos los publico ya por costumbre aquí, lo voy a
compartir con todos. En cualquier caso, algo de ello ya lo narré en este otro post.
Laura,
además de un encanto, es una de las personas detrás de estos cursos que
organiza Ars Media. Junto con Anuska Gil, son las encargadas de que la estancia
en Córdoba sea lo más placentera posible. El tercer personaje (perdónenme la
deformación profesional; uno ve personajes en todas las personas) es Valentín
González Tubau.
Veamos
los elementos decisivos a la hora de apuntarse o no a un taller de guión,
revisando cómo se aplica al caso de un Verano de Guión:
1.
El director del curso y/o organizador de los talleres.
Si
más o menos están ustedes en los alrededores del guión (porque si viven “en el
centro”, no necesitan este curso; ya estarán trabajando en “la industria”) es
improbable que no conozcan el portal Abc Guionistas. Ha tenido sus altos y sus
bajos (lo compró otra empresa; ahora lo ha “soltado”), pero sigue siendo un
buen foro de noticias en torno a estos temas.
Pues
Valentín es la persona detrás de esta iniciativa. ¿Es esto suficiente para
decidirse si abonar por hacer uno de los cursos que organiza, y, en concreto,
el de Un Verano de Guión?
Seguramente
no. Veamos otra manera adicional para decidirnos. Entren en Abc Guionistas.
Busquen el enlace donde uno puede suscribirse a las novedades. No al feed de la
página, ojo, sino un enlace que te incluye en un listado de personas
interesadas en cursos y temas de guión. Desde ese momento, os llegará a vuestro
correo reflexiones, noticias y comentarios del propio Valentín.
Al
cabo de dos o tres mails, ya sabrán cuál es la filosofía existente detrás de
los cursos. Si les gusta, es una razón importante para acudir a estos cursos (o
cualquier que organice); si no, pues no. Si no están de acuerdo con el ideario
que subyace tras la persona encargada de organizar el curso es absurdo
apuntarse.
¿Cómo
resumir el ideario de Valentín? No es sencillo. Digamos que es una defensa
apasionada de la profesionalidad del guionista. De la necesidad de que posea, desarrolle, mejore ciertas habilidades y cualidades. Y todo,
con un tono optimista, que se preocupa por rebuscar, en el caos actual, por
dónde se encaminan los perfiles profesionales. Pero no se fíen de mi palabra. Investiguen por su cuenta.
2.
Los profesores.
A
partir de ahí, otro elemento relevante para que tomemos una decisión: los
profesores que participan en los cursos o talleres de guión.
Lo
más objetivo, para enjuiciarlos, es el hecho de que lo realizan profesores con
currículum.
Esto
es fundamental. Clave. En cada taller al que uno se quiera apuntar. Es lo
primero que recomiendo antes de gastarse dinero en un curso corto (o, para el caso, en uno largo; hay carreras privadas donde ni te cuentan quiénes son los profesores). No están las
economías para desperdiciar ahorros. Tampoco para que valoremos poco nuestro
tiempo. Talleres online y presenciales de guión con profesores con poca (o nula)
experiencia existen a patadas. Gente que resume la escritura de guiones con máximas con tufillo a manual de autoayuda tampoco faltan (entre los que sí son fiables, está la asesoría de mi colega de La solución elegante; Javier tiene ojo para los fallos, y probablemente arrasará el guión que trabajen, pero eso es bueno, créanme). Talleres de guión con profesores que haya trabajado y continúe
trabajando en el audiovisual, muchos menos.
Un
Verano de Guión trajo, el año pasado, a gente que sabe de lo que habla. Porque hay una serie de profesionales que, aparte de sus conocimientos, reflexiona sobre su trabajo; esto se comprueba cada día en las entradas de blogs como bloguionistas o Guionistas VLC. Y esto también es esencial: no sólo profesionales del medio que sean enciclopedias andantes, sino que piensan, analizan, revisan las estrategias y las herramientas de su trabajo.
3.
Aspecto práctico
En
el caso de Un Verano de Guión hay que diferenciar. Por un lado, está la
posibilidad de acudir a lo que denominaremos conferencias/talleres.
Las
conferencias/talleres consisten en dos sesiones. Una primera, donde se expone e
imparte un conocimiento, un área específica, y una segunda, donde se revisan y
corrigen los trabajos entregados.
Es
decir, hay ejercicios. Deberes. Justo lo que muchos talleres no suelen ofrecer,
en especial cuando son de tan corta duración. Es algo a exigir en cualquier taller de guión. Que nos corrijan nuestro trabajo; que nos hagan sugerencias; que se trabaje. Digamos más: que se nos exija que trabajemos.
Si alguien se apunta a esta
opción, que sepa que recibirá conocimiento e información, y, además, tarea.
¿Son todos interesantes? ¿Son útiles? Esto dependerá de lo que a cada uno
aspire. El listado de conferencias/talleres se publica con antelación.
Una
de las imágenes que más recuerdo se sitúa en esas noches, en el patio de mi
hotel (hay dos, para los que acuden), donde todo el mundo tenía sus portátiles
abiertos, y escribían y rescribían y comentaban con los de su equipo. No hay
duda de que Córdoba es una de las ciudades (rincones, diría yo) más hermosos de
este país. Pero también es cierto que si uno se quita días de vacaciones o
dinero de su cuenta, es comprensible que quiera resultados. Práctica. Un Verano
de Guión las tiene. Lean bien. Prácticas en el sentido de aplicación de lo que
se expone en las conferencias; nadie escribe un guión en una semana.
La
otra opción es la que tomé yo, aunque con matices como luego explicaré. Es la
opción de las Asesorías de Guión. Si tienen un tratamiento o un guión al que
llevan meses (o, como yo, años) dándole vueltas, y necesitan un par de ojos
experto que les empujen hacia delante, es la opción más adecuada.
Y
las personas dedicadas en exclusiva a esta tarea también tienen un currículum
reconocido. Mandas tu obra, la leen, y, si está en unos mínimos, te aceptan. No
existe la posibilidad de elegir a tu tutor hasta donde yo sé, pero pueden
intentarlo.
Yo
tuve suerte. Quería trabajar mi tratamiento con Sergio Barrejón, y lo tuve a
él. Hay cuatro sesiones durante la semana. En este caso, es más complicado que
se tenga tiempo de trabajar en la historia, a no ser que sea el ejemplo de un
guión o tratamiento de un corto. Pero para la siguiente sesión, es conveniente
que se traiga el tratamiento (las tarjetas y todo el material sobre los personajes y la escaleta son recomendables, también)y se revise, cada noche, con las notas que
hayamos tomado. Porque el asesor hará preguntas. Muchas. Algunas sugerirán
soluciones mientras duermen, pasean, o toman un vino en la noche
cordobesa.
Un
consejo que, no por lógico, es menos utilizado de lo que se debería. Escuchen
con la mente abierta. Y acepten que lo que dirán los asesores es probable que
sea verdad. No les dirán cómo escribir, sino que darán caminos para que su
guión mejore. Las soluciones las decidirá siempre el autor. No sean soberbios.
Si sienten que son guionistas perfectos, entonces no gasten dinero en este
taller; ni en ningún otro. Yo ya tengo la experiencia de toparme guiones que se
quedaron casi igual después de asesorías de grandes profesionales (en este
caso, no hablo de Un Verano de Guión). Si no tienen que recomenzar el guión o
el tratamiento, es que no han escuchado lo suficiente. Si no tienen que cambiar
escenas, matices de personajes, y el orden y la estructura, existen muchas
probabilidades de que no hayan aprendido nada.
Mi
experiencia fue positiva. Hablando con otros compañeros (en otros equipos, con
otros asesores) no escuché quejas mayores. Tal vez, sólo cuando hubo un exceso de alumnado, tema al que me referiré más adelante.
4.
El trato profesional.
Esta
es otra clave para decidirse por un curso o taller de guión. Asegurarse (en este caso, el único
modo es preguntando a asistentes de ediciones anteriores) de que los asesores
son respetuosos. Es importante que sean profesionales. Que juzguen tu trabajo,
y no el género o el tipo de cine que te gusta. Que no personalicen. Puede
parecer obvio, pero mi experiencia en otros cursos lo contradice. Recuerdo, en
otro curso, una institución valenciana afortunadamente desaparecida, a un
chico al que su asesora le despreció su trabajo.
Los
asesores de Un Verano de Guión 2011 eran profesionales en ese doble sentido:
por un lado, son gente que trabaja en la industria, y son analistas que se
centran en los problemas de tu guión.
En
todo caso, como desconozco quiénes acudirán este año como asesores, un consejo.
Uno que vale para cualquier taller de guión. Exijan siempre lo que se promete.
Si son 4 horas de asesorías, que sean cuatro. No acepten menos de lo que has
pagado, porque eso sólo hará que a) se hagan mala sangre una vez concluyan el
curso y b) no ayuden a la organización a que sepan cómo mejorar para próximas
ediciones.
En Un Verano de Guión existe una tercera vía, que es la que yo tomé: la posibilidad de apuntarse a
las asesorías y, además, a las conferencias/talleres. No es mucho más dinero, y
tienes la oportunidad de sumarte a aquellas que más te interesen.
Dependerá
de cómo se organicen, pero puede haber tiempo para asistir a esos talleres,
hacer sus correspondientes deberes, y, además, trabajar en las asesorías. O
pueden sólo asistir a la sesión primera, sin sumarse a la segunda, donde se
revisan dichos deberes. Esto está en las manos de cada uno, y cuánto partido
quiera sacarle a la semana de Un Verano de Guión.
5.
El coste
Es un elemento cada
vez más claro en estos tiempos, aunque en verdad siempre debió de ser
determinante. En este sentido, cada vez hay más opciones online. Claro
que, en estos planteamientos no
siempre se equilibra el menor coste con los puntos anteriores.
Un
Verano de Guión requiere que pases una semana en Córdoba. Esto implica unos
gastos. La organización facilita dos hoteles (ambos muy cerca de la Mezquita
Catedral) con precios especiales. Pero siempre puede uno buscar por su cuenta.
Incluso pensiones. Otra posibilidad que usó más de uno el año pasado: incluir
esa semana como parte de las vacaciones. Tras Córdoba, hubo un mexicano que
aprovechó para viajar por Europa, tomando el sur de España como punto de
partida.
¿Consejos?
No coman en restaurantes del centro, que son caros. Hay lugares para comprar
bocadillos. Si quieren ahorrar, no se apunten a las actividades paralelas que
cuesten dinero (aunque yo recomiendo vivamente los baños árabes; sales como
nuevo). O no se queden la última noche. O no salgan de copas. Cada uno, según
sus posibilidades monetarias.
¿Fue
un curso perfecto? No. Lo cierto es que los recortes económicos
(antes colaboraba el Ayuntamiento de Córdoba) impidieron a Ars Media acceder a
un presupuesto más holgado, con lo que tal vez la organización se resintió un
poco. No me refiero tanto a lo experimentado in situ. Laura y Anuska son dos
mujeres que uno sabe que antes o después ha de meter en alguna ficción, porque
son divertidas y muy dispuestas a resolver cualquier eventualidad. Además,
aunque no sea decisivo, sí es agradecido que los días en Córdoba se
complementen con la posibilidad (que no la obligación; no duden en decir no si
algo les parece caro) de otras actividades. No; me refiero a los momentos
previos. A la cantidad de alumnos
admitidos y los tiempos delimitados para la admisión de guiones y tratamientos,
que en algunos momentos fueron confusos. Más alumnos admitidos de los previstos hizo que se complicaran algunas asesorías (no la mía), según me informaron.
Eso es todo. No sé dónde estaré en unos meses, así que ignoro si volveré este año a Un Verano de Guión. Yo lo recomiendo, pero siempre con todos esos matices mencionados antes: cada persona aspira a cosas distintas cuando realiza un curso o taller de guión.