Total Recall (Desafío Total, Paul Verhoeven, 1990) se mantiene como una de las mejores películas de ciencia ficción recientes. Puede que los efectos hayan envejecido un tanto, y es probable que la nueva versión venga a mejorar (¿sólo?) esto. En cambio, la película de Paul Verhoeven, bajo una revisión hoy, mantiene la mala leche, el sentido del humor y ese ritmo tan contundente (también visto en la propia violencia; atención al tiroteo en la escalera) que le presta el director holandés.
Pero lo que mejor funciona, y lo que da su toque de diferencia es su premisa. De una idea buena también, por qué no, salen guiones interesantes, si se trabajan. Y si el director sabe sacarle sus ventajas. No es común en estos días.
La primera escena es un sueño. Acaso, la mejor forma de comenzar una película que trata de sueños y su compleja relación con la realidad. Si el principio, sabemos, como guionistas, debería establecer bien el tono, bien el género, bien el tema, Desafío Total cumple dos de tres.
Douglas Quaid, el protagonista, sueña con una compañera a la que parece que ama. Y en un escenario fantástico; en Marte. Pero es sólo un sueño. O quizá una obsesión, por la insistencia con la que retorna a él, como averiguamos cuando despierta y charla con su mujer. En estos primeros momentos del guión ya aparecen sembrados por todas partes. En un doble sentido, además. Por un lado, anticipan datos relevantes para la trama, como todo lo que el informativo expresa acerca de la situación de Marte. Por otro, porque cada una de estas pistas las contempla Quaid. Por tanto, puede que sean tomadas por su psique e incorporadas a su fantasía.
Porque la empresa Recall (Memory Call en la versión doblada al español) le invita a una experiencia novedosa. No ya un falso recuerdo de haber viajado, como es común en este tiempo futuro donde se desarrolla la historia. El EgoTrip facilita un sueño vivido de una fantasía a la que se le pueden añadir cuantos elementos se desee. Con esta premisa, todo lo anterior a dicho “viaje” o “sueño” puede interpretarse como susceptible de ser añadido por Quaid a un nivel subconsciente.
Sin embargo, Verhoeven (o el guión) juega con la ambigüedad. Igual que hay información que conduciría a esta conclusión, hay otros detalles que lo negarían. En la escena en la que Quaid le pregunta a un compañero de trabajo acerca de Recall, éste no se lo recomienda. Tras el breve diálogo, la cámara queda un momento con el personaje del compañero. Comportándose con preocupación por esa idea que le ronda a Quaid. Esto indicaría que lo que, más adelante, se supone que le pasa al protagonista es “realidad” y no “sueño”. Que es cierto que lo vigilaban.
Esta ambigüedad se mantiene a medida que progresa la película. El encargado de Recall menciona el mal tiempo y… los taxistas molestos. Y luego tendremos un taxista igual. Las imágenes que le ofrecen antes del “viaje” para que elija qué incluirá muestran escenarios que luego surgirán en sus aventuras… Además de la mujer que será clave en su misión.
En cierto modo, todos estos sembrados cumplen aún una tercera función. Siembran ese equivoco que se asienta sobre el tema del guión: cómo se distinguen los sueños de la realidad cuando aquellos son construidos por una nueva tecnología. Una que da satisfacción a dichos sueños, también en su sentido de “fantasía”. Como espectadores, nunca sabremos si lo que vive Quaid es realidad o parte de ese “Egotrip”. Desde luego, hay escenas, bastantes, donde Quaid no está presente. Lo que podría suponer que cuestionemos que esto pueda ser un sueño/fantasía. Ahora bien, esto es precisamente eso: un sueño. No un recuerdo. No un flash-back. Por tanto, podría ser dicha fantasía. Quaid podría estar soñando escenas que construirían esta trama, sin que él esté presente.
Y todo lo que sucederá coincide punto por punto con esa fantasía que Recall le prometió. Será un agente secreto. Será perseguido. Tendrá una relación con una mujer morena. Encontrará extraterrestres. Y salvará el planeta.
Debe ser uno de los pocos ejemplos (si no el único) donde un guión anticipa todo lo que va a ocurrir. Por eso, tiene doble mérito que la película sostenga el interés. La base de ello es que se juega justo con esos elementos que Quaid deseaba para su fantasía y que, como veremos, no se alejan mucho de lo que cualquiera de nosotros desearía también. Qué mejor forma de evadirse de una realidad aburrida que convertirse en un héroe de acción. ¿Cuáles son estos elementos? Desafío Total genera una mezcla de the wrong man con elementos del género de espías, y, claro (y ahí la aportación de Verhoeven), del cine de acción.
Si hay algo que todavía funciona casi con garantías es que sigamos a un protagonista perseguido por algo que no es. El sentimiento de injusticia siempre nos llama. Pero aquí se le da la vuelta, y Quaid sí es quien los malos (Michael Ironside, en su mejor papel) suponen. Sólo que con una personalidad con la que podemos conectar. Al tener la memoria como agente borrada, Quaid ahora es y se comporta como el average man… con la ventaja de que dicho bagaje sí le convierte en un héroe de acción. Es decir, no es, no puede, un tipo cínico y resabiado o sin moral (como se intuye, y luego se confirma, que sí era el “verdadero” Quaid), aunque tiene sus “poderes”. Es una solución similar a la del Bourne de la trilogía para cine: uno de esos "super héroes" o semidioses (como hablábamos aquí) siempre son complicados como protagonistas por su lejanía (experiencias, moral, psicología) para con cualquiera de nosotros. Un borrado de memoria cambia esto.
Como se dice en una frase de diálogo: “You are not you: you are me.” Lo cual, por otra parte, insiste en aquello que luego le explicará el presidente de Recall (spoilers a partir de aquí, si aún no la han visto). En esa escena, por si el espectador se había dejado llevar demasiado por la trama, se nos vuelve a recordar todo aquello que estaba sembrado al principio.
Quaid no está despierto. Quaid no es un agente ni posee información que salve el mundo. Es tan sólo un hombre que sufre un ataque de psicosis. Con elementos paranoides y esquizofrénicos.
¿Es así? ¿No lo es? No lo sabemos. No hay respuesta única. Hay pistas, detalles, escenas, que dan información a favor de esta teoría y en contra. Claro que su fantasía es paranoide. Es nada menos que, decíamos, la historia de un hombre perseguido. Claro que su fantasía es esquizofrénica. Es la historia de un hombre con dos identidades. Y, pese a ello, pese a que esta explicación es lógica (y a tono con el género), esto no está situado al final.
Los guionistas no optan por esa revelación de último minuto que fuerza a que revisemos toda la película (al modo de El Sexto Sentido o Sospechosos Habituales). No. El riesgo es aquí mayor. Lo colocan a mitad de la película. Pero tampoco se arriesgan del todo.
La trama contiene suficientes agarraderas para el puro entretenimiento, como ya veíamos. Y como también indicábamos, la (peculiar, eso sí) lógica del subgénero de espías permite que asumamos que el intento del hombre que se presenta a su puerta con una pastilla roja (curiosa interconexión con The Matrix, aquí) también puede ser una trampa. Quaid mata al hombre porque le ve sudando… Pero esto no es una pista definitiva en realidad. Si está soñando, y paranoico, ¿cómo no iba a creer que todo es una conspiración? ¿Qué prueba que sude la imagen de lo que sólo está en su cabeza?
Sea como sea, creamos al hombre de Recall o creamos en toda esa historia del agente doble, lo peculiar es que ninguna opción impide que sigamos disfrutando la película. Al fin y al cabo, el cine en sí ya es un modo de plasmar nuestras fantasías, sean paranoides (todos alguna vez creemos que todos están en contra de nosotros), esquizofrénicas (todos queremos ser otra persona), hermosas e idealistas (todos queremos liderar una revolución que cambie, al menos, un mundo).
Sólo en la escena final, se nos presenta, quizá, un poco de incomodidad. Cuando en el mismo escenario que aquel primer sueño, se cumple la salvación de Marte y todo acaba bien, y el protagonista se queda con la chica. Entonces, a lo mejor, se nos remueve algo dentro. Y sentimos que es demasiado perfecto. Y que se parece mucho a aquello que le prometieran en Recall.
Entonces, sólo entonces, quizá, tal vez, a lo mejor, descubramos que esto es ficción fantástica, y que se diferencia mucho de la realidad.
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