Dos
nuevas series de esta temporada 2011/2012 ponen de manifiesto algunas cuestiones
interesantes acerca de la escritura de guiones para la televisión.
Touch (Fox, 2012) se ha presentado este año como otra posible respuesta a un estado de ánimo del
espectador. Como Once Upon a Time (y, al parecer, Pan Am, aunque no puedo
confirmarlo), tiende a una filosofía que reconforte, rehuya el lado oscuro, y
consiga la reunión familiar ante la pantalla.
Sin
embargo, estas aspiraciones tienen su coste en los guiones. Por una parte, en
más de un capítulo la lógica se perdía por el camino. La resolución de
conflictos de algunas subtramas de los capítulos eran inverosímiles. Y lo eran
porque se imponía ese sentido llamémoslo filosófico sobre las necesidades
básicas de la trama. Era
improbable que un mafioso ruso evolucionara a tal velocidad que pasara a dejar
su negocio; y sólo por una llamada de su hijo. O que un padre de algún país islámico
extremista perdonara tan fácilmente a su hija por haberse disfrazado de hombre
para poder conducir. Tampoco es tan sorprendente, sabiendo que su creador es Tim Kring, el mismo de Heroes. La tercera temporada de aquella serie de super héroes debería estar en los manuales de cómo no se debe escribir guiones. Los "saltos" de actitud, ánimo, y rol de algunos personajes eran contrarios a la verosimilitud.
La
idea, claro, es que ese poder de Jake, el niño autista, ayuda en cada capítulo
a una serie de personajes por todo el mundo. En recientes capítulos, ha entrado
en juego nada menos que la religión. Por tanto, más que de ciencia ficción,
hablaríamos de fantasía, donde se interpreta que las matemáticas es, más que un
lenguaje científico, un modo en que el universo se expresa y se comprende. Ante el caos de la vida cotidiana actual
(más con la crisis económica), respuestas universales por medio de las
creencias. No hay nada más reconfortante que la idea de que la conectividad universal o que una ciencia confirme que el mal puede suprimirse resolviendo un puzzle de números.
Esto puede juzgarse o no como conservador (y simplista, como respuesta a la situación actual), pero lo que aquí nos ocupa es si esto al final
se entromete con la misma escritura de guiones. Porque, de hecho, tanto da que
sea una ideología marxista como una conservadora; lo que importa es si es tan a
priorística que fuerce el conjunto. En el caso de Touch es claro. No se
preocupa de que un capitulo da poco tiempo a que un problema grave tenga su
resolución, ni de que justo subir tanto las stakes, y que el conflicto sea tan
peliagudo, complica que sea verosímil una solución tan rápida.
Lo
curioso es que los requerimientos de una ficción son, pese a todo, tan fuertes,
que pueden hasta equilibrar (o intentarlo). Touch no se ha conformado con la
estructura de stand alone episodes. No hace muchos capítulos, se ha puesto en
marcha un enemigo en la sombra. En realidad, tiene lógica, y por varios
motivos. Uno de ellos es la lógica. Si, al cabo, estamos ante una historia de
un super héroe (aunque peculiar), antes o después debe aparecer su Némesis.
Otro motivo es el riesgo. Como decía yo en aquel post, no parece seguro que las
producciones de HBO o AMC hayan creado el efecto de que ahora toda serie de
televisión sea recibida como “una novela”. Siguen dándose series donde las tramas generales son escasas o muy débiles, con éxito contrastado. El
Mentalista es un caso; la última temporada de House (por cierto, muy
execrable), otro. Castle, otro.
Aun
así, quién sabe. Bien por
mirarse en las “grandes” series, bien porque identifiquen que ello les lleve al
éxito (aunque, insistimos,ya vimos que no es una regla de tres), algunas series sí se han
esforzado por tramas Generales más presentes y constantes.
Sucede
en Touch, y es lo que quizá sirva para salvarla. Si uno tiene la suficiente
paciencia para superar esas subtramas buenistas, existe un cierto suspense. ¿Lograrán los malvados hacerse con Jake? ¿Lo descubrirá su padre antes de que lo secuestren? Y aquí que volvemos con las necesidades de la ficción. Y esta vez, sin
predisposiciones ideológicas. Por un lado, esos representantes del “bien”
(Jake, su padre, la trabajadora social) necesitan un oponente. Nada nuevo, pero
sí fundamental. Por otro, un poco de realismo que contraste con ese mundo
perfecto donde unos números salvan a todos sin mucho esfuerzo.
Otro
detalle a replantearse es si esta lucha será posible o creíble. Como héroe,
Jake está mermado, en cuanto a que es un niño (discapacitado), y en cuanto a
que su padre no tiene una profesión que le conecte con posibles aliados. Por
ello, la lucha parece desequilibrada desde un comienzo, si el oponente es nada
menos que una empresa poderosa,
dispuesta a usar los poderes de Jake para su beneficio. Pero habrá que ver cómo
se desarrolla Touch. Esperaremos que consideren mejor la lógica de la escritura
de guiones.
Person
of Interest ha realizado esto con mejor tino. En verdad, los protagonistas
gozan de un poder tan ilimitado, que un enemigo poderoso era lo apropiado. John
y Finch tienen una máquina que anticipa asesinatos, nada menos. Igual que
Touch, y, tal vez, igualmente sin la conciencia de ello, Person of Interest no
es ni puede ser realista. Jonathan Nolan, su creador, ha negado que se integre en el
género de ciencia ficción, pero la misma serie lo niega. A lo mejor Nolan tenía
en mente ese concepto de ciencia ficción ya anticuado de naves espaciales.
El
hecho es que esa suma de conocimiento (Finch y su acceso a la máquina) y
músculo (John es un ex militar y es CIA) exigía que se le opusieran enemigos
potentes. 23 capítulos, se ve, son ya muchos para que se mantenga la mera
estructura del stand alone episode, debió de pensar J.J Abrams. O no, puesto
que luego él mismo no lo ha aplicado a Alcatraz, donde el misterio de la trama
General no avanzaba si cuando la lógica lo demandaba.
Gracias
a ello, la serie ganó. Además, porque los guionistas hicieron un tanto más
compleja la trama General. Teníamos el habitual desglose de flash-backs para
entender a ambos protagonistas. Teníamos un enemigo inteligente y con igual
poder; el hijo del mafioso que vuelve para tomar la ciudad. Teníamos la CIA,
que perseguía a John. Teníamos la rama corrupta de la policía. Teníamos los que
pidieron la construcción de la máquina.
Con
estos mimbres, sí era posible que 23 capítulos tuvieran un soporte más estable.
Si Touch o Castle o El Mentalista confían en una trama General con un oponente y
un conflicto único, Person of Interest hacía las cosas más complejas. Sin que
la comparación las iguale en otros aspectos, comparte con The Good Wife una
similitud. Como en la serie de los King, Person of Interest va desplegando
subtramas (diferentes de las de cada capítulo) dentro de esa Trama General. Y
las relacionaba mejor de lo esperado en una serie comercial.
Por
ejemplo, la trama en torno al pasado de Finch crecía y se entremezclaba con la
de esos que han resultado (en el último capítulo) enemigos peigrosos: los que
pidieron la construcción de la máquina.
La
realidad es que la necesidad del oponente habla, y bien, de cómo las bases de
cualquier narración siguen siendo las mismas. Independientemente del género, o
de las pretensiones comerciales y hasta ideológicas.
Y no olvidemos que en PoI en los casos aparentemente aislados va apareciendo un hilo común que conecta a los principales villanos de la serie: Carl Elias (el mafioso que quiere hacerse con el control del crimen organizado de Nueva York) cuenta con el apoyo al menos tácito de los corruptos mandos de la policía, que recuerdan y echan de menos los buenos tiempos en que la Mafia repartía sobornos con generosidad; por otro lado, la Agencia de Seguridad Nacional (que ordenó la construcción de la Máquina) ya sabe que Finch está vivo y es solo cuestión de tiempo que la CIA conozca su existencia si acaban echándole el guante a Reese. Y no nos olvidemos de la hacker Root, que tiene sus propios planes para Mr. Finch...
ResponderEliminarDespués de ver el último capítulo se me ha ocurrido una teoría descabellada, ¿y si estas relaciones no son casuales? Después de todo, si la Máquina tiene inteligencia propia (como apunta la season finale), y ya ha quedado demostrado que es capaz de actuar por su cuenta para protegerse, ¿qué pasaría si únicamente ha suministrado a Mr. Finch los números de personas que podían amenazarla en el futuro? Pensadlo: Root, la CIA, el gobierno, incluso el imperio criminal de Elias, serían enemigos a abatir y Reese y Finch sólo meros ejecutores que pasarían de ser protagonistas a simples secundarios.
Inquietante.
De hecho, hay un capítulo en que, si uno se fija, se ve, en una de esas transiciones donde se ve lo que la máquina "observa", que en una esquina aparece un comando... uno que indicaría que la máquina tiene protocolos para autodefenderse.
ResponderEliminarEn todo caso, todavía hay mucho que desvelar: dónde está la máquina, qué le sucedió al superior de Finch, qué planes tiene la antigua compañera de John...
Imposible es que confirmemos si ahí está o no la mano de J.J. Abrams (me extrañaría; se le da más credito de lo que de veras aporta), pero el hecho es que se han mantenido suficientes misterios para darle interés a la segunda temporada.
Sin duda, Person of Interest es una serie comercial, sin las mismas aspiraciones que las series "de calidad" (si es que estas distinciones no son un tanto anacrónicas, ya), pero, dentro de lo que pretende, hay ciertos toques artesanos que la hacen destacable.