El intervalo estival se me ha escapado de las manos, entre otros motivos, por la que ha sido una escapada a Córdoba a los cursos de Un Verano de Guión 2011. Como uno conoce ya diversas metodologías y formas de organización en esto de los cursos o talleres de guión, y la conclusión general no es muy halagüeña, me parece justo que se enfatice el trabajo de quién sí se toma en serio el tema. Advierto, para los malpensados, que ni tengo nada que ver con los organizadores, ni tengo “amiguetes” entre los asesores, ni expongo nada más que mis impresiones, personales y, por tanto, subjetivas.
Aquí expongo mis razones para recomendar esta experiencia:
1. Porque hay infinidad de posibilidades. O bien tomas los dos cursos, con asistencia de profesionales del medio (aquí, un listado), o bien tomas las asesorías. Las asesorías consisten en sesiones individuales con un experto, que trabajará contigo sobre tu historia, ya sea en su etapa de tratamiento, o en la de guión. El único consejo es que tengas cuanto antes un planning de la semana, para organizarte, y así no te pierdas lo que más te interese.
2. Porque pasarás una semana entera hablando de guión. No te sentirás gafapasta o freaky o geek, o cualesquiera que sean los apelativos que se usen en estos días (yo nunca he tenido claro qué grandes diferencias hay entre unos y otros, como para que se tiren los trastos a la cabeza tan a menudo en los foros y blogs, y similares). No te dará la sensación de aburrir a tu audiencia, porque está ahí por motivos muy similares a los tuyos: les encanta la ficción. En las comidas, en los cafés, y hasta en las copas podrás debatir si la estrategia narrativa de Perdidos es justa, inmoral o sencillamente afin a un concepto del fantástico que ya se ha olvidado; podrás argumentar, escuchar, aprender, si The Wire es pretenciosa o sólo ambiciosa. Comentarás cómics, novelas, relatos, historias. Conocerás series, películas, cortos, de los que nunca habrás oído hablar, y por los que te crecerá la curiosidad. Esa sensación que, por otra parte, es tan necesaria contra el desánimo. ¿Cómo era…? Ah, sí: la ilusión. La ilusión por descubrir nuevas ficciones.
3. Porque atenderás a charlas (las que constituyen los cursos; este año, uno de TV y otro de narrativa transmedia) donde los ponentes son profesionales. Es decir, tendrás la visión de la industria. Al tiempo, no será una mirada puramente de experiencia, sino que se trata, en su mayoría, de guionistas que simplemente han realizado algo, por otro lado, muy propio de este oficio: reflexionar sobre qué hacen y cómo lo hacen. Por tanto, tendrás el conocimiento del vocabulario que se utiliza (Virginia Yagüe bromeaba con el disparate de que en televisión, en España, se hable de “secuencias” cuando a lo que se refiere es a “escenas”, pero, como ella misma decía, es lo que hay); pero también unas conclusiones y apreciaciones que no desdeñan el aspecto teórico. Vamos, lo que todos le hubiéramos pedido a la universidad.
4. Porque ni las asesorías ni los cursos son sólo teóricos. Era común regresar al hotel, en los descansos, y ver cómo todos, de tarde, de noche y hasta de madrugada, tenían sus portátiles encendidos y los dedos tecleaban furiosos, inspirados, veloces. En los cursos, se forman grupos y hay que entregar trabajos al día siguiente. En las asesorías, depende de cada asesor y de cada guionista, pero es muy probable que quieras hacer ya algunos cambios sobre el texto, aunque luego los compartas con el asesor mediante cuaderno y notas. Por si a la vuelta a casa, uno se olvida de cualquier detalle sobre lo que se ha hablado. Por tanto, escribirás. Trabajarás.
5. Porque, en el caso de las asesorías, tendrás una mirada de conjunto, y atenta a los detalles. Suena complicado la conjugación de ambos extremos, pero así es. El asesor leerá tu tratamiento o guión (ojo; consejo; envíalo lo antes posibles, porque alguna obra sí que llegó un tanto tarde a manos del asesor correspondiente, me comentaron algunos compañeros), tomará notas, y las compartirá contigo. Prepárate para esa otra función primaria del guionista: contestar preguntas. Sobre personajes, sobre estructura, sobre escenas, sobre detalles tan nimios como un objeto que hayas podido introducir sin mucha justificación.
6. Porque, en las asesorías, te enfrentarás al juicio ajeno. No al de familiares o amigos o colegas, sino a uno que se atiene a las reglas del juego. Puedes escucharlo o no, por supuesto, pero si no te importa perder parte del verano en esto, y has pagado, sería absurdo y un poco infantil que te aferres a tu historia sin que te abras a sugerencias, posibilidades, cambios. Tu historia cambiará, pero recuerda que sólo tú tendrás la responsabilidad sobre qué dejas, cómo lo dejas, qué eliminas y cómo lo eliminas.
7. Porque el asesor te preguntará qué quieres exactamente. Esta pregunta contiene todo lo que literal y figurativamente uno puede imaginar. Por un lado, como todo trabajo creativo, hay mucho de pregunta existencial. Qué demonios quieres contar. Qué quieres mantener, qué puede eliminarse sin problema. Y luego, a dónde quieres presentar el resultado. Si al ICAA, si a las ayudas al desarrollo de tu comunidad, a concursos, a productoras… Según sea tu respuesta, el asesor te aconsejará. Lo personal (y hasta espiritual, si se quiere) y lo pragmático, pues.
8. Porque el equipo de Valentín, capitaneado por Anuska Gil y Laura Bermejo, estarán a tu disposición para que la semana sea lo más redonda posible. Este año ha habido recortes (no ha habido apoyo del ayuntamiento, aunque esto podría cambiar para el 2012) y ambas han tenido que multiplicarse. Una idea muy interesante es que la organización ofrece distintas posibilidades de ocio para las noches de cada día. Unas gratis, otras no, pero todas bastante atractivas.
Una noche en el Alcázar de los Reyes Cristianos. Una de las actividades extra que nos consiguió el curso.
9. Porque los precios no son altos: algunas charlas sueltas de las que se celebraron valían ya la mitad de lo abonado, cuando se celebran “por separado”. Me refiero a mi caso, que tomé las asesorías, con el añadido de un concepto –la Carta Blanca Académica- que me permitía asistir al resto de charlas. Tampoco la estancia sale cara: hoteles de calidad aceptable cercanos a un monumento principal (la Mezquita) a unos precios de 40 y pico euros de media es una ganga.
10. Porque Córdoba es una ciudad mágica. Porque es imposible que tu imaginación no se dispare, se desborde y se extienda por uno, dos o mil de los callejones de ese laberinto que es su casco histórico. Porque el calor es fuerte pero llevadero. Porque si no la conocen, no hay una opción mejor para que se conjuguen vacaciones y aprendizaje sobre guión y ficción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Blogger está graciosillo, así que ten paciencia con lo de los comentarios. En todo caso, gracias.