Parece
que me hubieran leído; escuchado mis quejas acerca de que era complicado hallar
un héroe cotidiano entre los protagonistas de las series de televisión. Y aquí
que veo la serie de la cadena británica ITV, Endeavour, y topo con que, por
fortuna, siempre hay excepciones.
Endeavour
parte ya de una idea que facilitaba que su protagonista tuviera ese halo. Es la
historia de los comienzos del inspector Morse, en la localidad de Oxford. Morse
ya había sido protagonista en una longeva serie anterior, entre finales de los años ochenta y el 2000. Mi conocimiento
no alcanza a confirmar si esta serie tuvo tal impacto, aunque el hecho de que
ahora se cree una nueva ficción que rastree los comienzos del personaje
indicaría que ITV confía en parte en que los espectadores tengan en la memoria
a este inspector. Indagar en ese principio del personaje ya mostraría que este personaje (por otra parte basado en una serie de libros, de Colin Dexter) quizá tenga su lugar en parte del imaginario colectivo británico.
Endeavour es un procedural o procedimental, subgénero que regresa con fuerza al formato
televisivo, bien por el éxito del Sherlock Holmes de Steve Moffat
(sobrevalorado hasta la saciedad), bien por esa moda, contagiada del mercado
editorial, del policiaco nórdico, con el éxito reciente de The Bridge (Bron), no ya en sus países de origen y producción (Dinamarca y Noruega) sino además en otra cadena británica, la BBC4. Esta temporada hemos tenido un
procedural en el siglo XIX londinense, Ripper Street (BBC, 2012-), que probaba que los detalles de los contextos históricos se repiten hoy día más de lo que creeríamos. Ahora, se emite Murder on the Home Front (ITV, 2013-), donde los métodos de investigación se trasladan al contexto
del Blitz, el tiempo de bombardeos alemanes sobre Londres.
Ripper Street parte de los efectos que tiene en el barrio de la leyenda aquellos crímenes de El Destripador, para adentrarse en un inspector que comienza a usar las técnicas forenses contra el crimen. Muy recomendable.
Endeavour
ofrece capítulos de una hora y media. TV Movies, en duración y estructura. El esquema se asemeja a cualquier procedural de clase whodunnit: lo que cuenta
es la identificación del perpetrador del asesinato correspondiente. Al igual
que hacía ya hace años Ley y orden: acción criminal (Law and Order: Criminal
Intent, NBC, 2011-2011), aquí se intercala el proceso de investigación con la vida,
avances, evoluciones, de esos alrededores de la víctima; los que son, a la vez, los
posibles culpables. Este método permite abrir diversos vericuetos, y aprovecha eso que Ley y orden rechazaba: que esto influya no ya en el posible suspense, sino que produzca conflictos o revelaciones de los personajes
principales.
En
el capítulo 01x04 (Home), se hace más explícito el posible objetivo del
creador y showrunner Russell Lewis. Mientras aparecen los títulos de crédito, las imágenes nos
van introduciendo a los diversos personajes que serán importante en la trama
principal. Uno de ellos, profesor en la universidad, da una conferencia. Habla
de los mitos.
"Toda historia tiene su comienzo. En una cierta casa de Ítaca. En el camino a Tebas. Pero comience donde comience, toda historia tiene su héroe. La mitad de las veces, un hombre joven en un viaje desde la ingenuidad hacia la experiencia". Y en ese momento, además, del corte a un plano de Morse, una voz off llama al personaje.
Es esto lo que define más y mejor a Endeavour: el misterio que envuelve a un
héroe del que sólo recibimos información con cuenta gotas, en cada capítulo.
Esta
breve escena del profesor es hábil por dos razones. Por un lado, el texto es un
guiño al espectador y asienta el tema del capítulo. En este caso, el tema, el
origen del héroe no se desplegará en la trama principal, sino en la
subtrama. Como no es inhabitual en el procedural, el caso en sí siempre es
una excusa para revelar más sobre el protagonista.
Por
otro lado, estas líneas de diálogo se justifican bien dentro de la historia. El
personaje es un profesor, y, como tal, es lógico, y así lo aceptamos como espectadores,
que se presente dando una clase.
Nada
de esto impide que estas palabras, estas referencias, ayuden a la mitología en
torno a este héroe.
¿Pero
por qué Morse sería un héroe?
Bien.
Este mismo capítulo da la última puntada a lo ya presente en anteriores
episodios.
Morse
explora esas características asociadas al procedimental y al policiaco, en
general. Hace poco, en twitter, mi colega @SamuelDalva se escandalizaba de que
una entrada de Wikipedia asociara a Robert Goren, el protagonista de Ley y orden:
acción criminal, nada menos que con Sherlock Holmes o el inspector Maigret. En realidad, entiendo que
más que una comparación en cuanto al alcance de su cualidad, es más una
asociación. Goren, como Holmes, o como muchos otros inspectores o detectives,
es peculiar. Claro que si el actor Vincent D'Onofrio optaba por esa clase de actuación tan
admirada en Estados Unidos (derivada del método Stanislavski), esa más llena de tics, y, a ratos, sobre actuada,
Shaun Black hace de Morse a un tipo introvertido en una interpretación mucho más contenida.
Introvertido,
y, a la vez, molesto. Su superior, Fred Thursday (Roger Allam, genial; casi mejor que el
propio actor protagonista) detecta enseguida que la mente de este recién
llegado a la oficina de Oxford es perfecta para el trabajo policial.
Sin embargo, Morse no le hace caso al respecto de su único consejo: ser más
diplomático. Al fin y al cabo, aún no está oficialmente admitido en tareas a
las que sólo accedería una vez pase cierto examen. Morse, en cambio, choca una y
otra vez con el modo en que coordina la policía el superintendente Bright (Anton Lesser, al que también podemos ver en la última temporada de Juego de tronos) que piensa antes en
que las pesquisas no molesten a nadie y en la rapidez con que cerrar casos que en resolver los crímenes. Y ello es lo que causa, ya en
ese primer capítulo, que Morse vuelva a las tareas administrativas o de simple policía.
Por
supuesto, esto no impide que de entre ellas saque el modo de aplicar sus
intuiciones; sus cualidades como detective. Y que, en cuanto puede, pruebe lo injusto de esas investigaciones que han de desarrollarse tan de
puntillas.
Hace
poco, Javier Meléndez decía en un post de su blog, que es más cercano y
emocional para el espectador que en un guión un protagonista “salve a la chica”
que una misión que requiera que “salve el mundo”. Con todos los matices que es
posible darle a ello como norma general, lo cierto es que tiene mucho de eso
sobre lo que llevo reflexionando yo hace tiempo. Si sería posible que la ficción
audiovisual se olvidara de semidioses que se enfrentan a oponentes tan poderosos
como un gobierno entero o un villano de cómic.
Morse
responde a ese héroe cotidiano que yo buscaba. No tiene de antagonista a tipos
tan grandiosos, aunque estos sí poseen los medios para ponérselo difícil, como sabemos que conviene al equilibrio de
fuerzas entre protagonista y oponente, Por ejemplo, utilizando justo eso que impide que Morse actúe en toda
su capacidad: aprovecharse del apellido de renombre (en el capítulo 01x01, Girl), o
al contexto (en el 01x03, Rocket, el asesinato sucedía nada menos que durante una visita
de la Reina a una fábrica de armamento) para que Bright acabe parándole los
pies al protagonisa por “extralimitarse”.
El
01x02, Fugue, fue un tanto diferente. El oponente era un asesino en serie, concepto que
se antojaba desafiante para los propios investigadores, en tanto que era una
patología que en la época en que se ambienta Endeavour aún se estaba
estudiando. Por cierto que aquel capítulo incluso alteraba un tanto el ritmo, y
complicaba la trama hasta un clímax con nada que envidiar (más bien, lo
contrario) a los fuegos de artificio a los que Moffat nos tiene acostumbrados, en esos finales de episodios (bien en su Holmes; bien en las dos últimas temporadas de Doctor Who).
En Home, hay otra característica que incide en lo que de veras define a un
héroe. El sacrificio. En el caso de Morse, esto se relaciona con un aspecto
concreto de su personalidad: su código ético. Aquí, un ejemplo. En una escena, ha coincidido que Morse estaba en un local nocturno en sus usuales pesquisas por su cuenta cuando la hija de Thursday se cita allí con un compañero de la comisaría. Thursday también aparece, aunque sólo alcanza a ver que su hija está en el local. No, con quién.
Al día siguiente, el compañero de la comisaría aborda a Morse.
Al día siguiente, el compañero de la comisaría aborda a Morse.
"¿No se lo has dicho al viejo? ¿Sobre lo de la otra noche con Joanne en el Moonlight?" Morse hasta se siente incómodo; ni siquiera responde. Basta un gesto. Su compañero, en cambio, tiene una visión del mundo bastante más cínica: "Yo lo hubiera hecho, si hubieras sido tú". Lo curioso es que Morse, lo sabemos, podría sin duda haberlo hecho, dado que este compañero, desde el principio de la temporada, no ha hecho sino despreciarlo. Pero no: "no lo vende".
El compañero continúa: "Mira. ¿Que tal si te diera acceso a las preguntas del examen? Si no lo pasas, te quedarás estancado en tareas generales otro año." Esto saca al Morse que se indigna con lo "injusto". Le responde que no. "Estás intentando comprarme".
Así es Morse. Rechaza que dicho inspector le ofrezca ayuda en el examen que prepara para ascender a las tareas de investigación. Eso también define a un héroe: el camino difícil. Quien no hace trampas. Aquí, no aceptar una ventaja en un examen tiene el mismo valor, aunque aplicado, claro, a un contexto más cotidiano.
Pero el sacrificio, decíamos. Sobre todo, el sacrificio.
En
este capítulo, el riesgo no es ya que su superior no pueda protegerle, o que Bright le expulse. Es que la subtrama en torno a su persona (y a ese origen al
que remite el título) se precipita hacia el final de modo que se enfrenta a dos
hechos que aumentan ese peligro. (A partir de aquí, spoilers).
El
más relevante, en lo que se refiere a su padre. Durante el capítulo, hemos
visto cómo una recaida en su enfermedad hace que Morse haya de retornar a casa.
Y recordar. Y asimilar de nuevo esa distancia entre él y su progenitor.
Hacia
el segundo punto de giro, la subtrama también tiene el suyo propio (y muy cerca uno del otro: ¡como debe ser!), y su padre
empeora. Morse tiene que tomar un tren, marcharse de nuevo de Oxford. Justo
cuando en la trama principal incluye que Thursday interprete que debe ir, a solas, poniéndose en peligro, contra el aparente villano de la
función. Pero dicho villano ni lo es tanto, ya, ni, desde luego es, como
parecía, el artífice del asesinato.
Y
Morse se da cuenta mientras viaja en el tren hacia donde su padre sufre otro
ataque que esta vez puede ser el último. En el clímax, Morse se presenta a esa
cita que se orientaba a acabar con la muerte de su amigo. E interviene,
desvelando el error.
El
sacrificio de Morse no acaba ahí. No sólo pone por encima la fidelidad, la
lealtad a su superior directo, a su compromiso familiar. Después de que al fin
se encuentre al verdadero asesino, Morse tiene que acudir a esa cita retrasada
a su padre enfermo.
Justo
el día en que se celebraba el examen para inspector. Es su segundo sacrificio,
acrecentado por el hecho de que
Morse carga con una herida, hecho por el verdadero asesino en el momento
de su detención.
Por
supuesto, que Morse dé prioridad a Thursday dice mucho también sobre su persona.
En cierto modo, podemos suponer que una segunda visita a su padre tampoco
serviría de mucho. De qué iban a hablar. Y el riesgo
inminente era para con su superior directo. Y, con todo, Morse, pese a la herida, va a ver a
su padre.
Esta
visita, con la herida sólo remendada, hace que su médico le informe: al haber
tardado tanto en curarse de la forma adecuada, tendrá para siempre un dolor
recurrente. Y que el futuro Morse, ése de aquella otra serie, sufra de una leve cojera.
Para
colmo, Home acaba con una pista preocupante, pero que es posible que conecte
con el futuro Morse, el de aquella serie en la que ya era un hombre de mediana
edad. Morse acaba con una botella de alcohol en poco tiempo.
No, no todo está perdido. Hay hueco aún para los héroes cotidianos. Otro caso recomendable es el del héroe masculino que no sea ni el usual tipo duro (este modelo debiera estar agotado hace años), o al que no le falte inteligencia y no sólo dependa de sus poderes. El único caso que me viene a la cabeza es Rylan Givens, el protagonista de Justified. ¿A ustedes se les ocurre algún otro?
No, no todo está perdido. Hay hueco aún para los héroes cotidianos. Otro caso recomendable es el del héroe masculino que no sea ni el usual tipo duro (este modelo debiera estar agotado hace años), o al que no le falte inteligencia y no sólo dependa de sus poderes. El único caso que me viene a la cabeza es Rylan Givens, el protagonista de Justified. ¿A ustedes se les ocurre algún otro?