Viviendo como vive uno, entre palabras, conceptos, y ese mundo real del trabajo, tan lleno de aristas, y tan vulgar a veces, apenas me escapo de ciertas cuestiones, tan conceptuales como pragmáticas.
¿Qué es, piénsenlo, ser un buen profesional estos días?
Imaginemos. Hemos trabajado un guión. Empezamos con una idea, sonsacamos una sinopsis. Nos pasamos meses con un tratamiento que pulimos y volvimos a pulir. Tarjetas arriba, tarjetas abajo; colores por aquí, colores por allá. Por fin, damos con un mínimo esqueleto. Dejamos que “respire”, y permítanme que utilice esta convención del argot. Pasan los meses; tal vez años. Retomamos la historia. Tarjetas que caen; escenas que nacen. Comenzamos el guión en sí. Logramos una primera versión. Más tiempo; pasa la vida. Pasan más meses. Retomamos. Afinamos diálogos; recortamos escenas. Al fin, tenemos una segunda versión. Algo que podamos enseñar. No a los amigos, a veces bienintencionados, a veces unos auténticos… No. Algo que enseñamos a una productora.
Ahora, movamos un poco la mente; hagan el esfuerzo, y empujémosla un tanto hacia un mundo ideal. Damos con un productor que sí se lee el guión, y que, además, se la dado a leer a un lector y analista que tiene idea de estos temas. Nos llaman. Nos reunimos.
En una mesa de reuniones (y no en un restaurante; venga, va, que ya que estamos, podemos seguir soñando), el productor nos comenta qué le gusta y qué no. Expone sus argumentos. Nosotros somos profesionales. Nos defendemos. Defendemos que el Primer Acto sea un tanto más largo; defendemos el tono; defendemos los secundarios o la Subtrama.
¿Qué es ser profesional?
En este mundo ideal, es justo esto, pero si le añadimos que vivimos en España, y que aquí, nadie concede valor al conocimiento especializado ajeno, tenemos que ir más allá.
Los guionistas resolvemos. El productor probablemente nos pida cambios mucho más peregrinos. Introducir un romance; recortar los exteriores; meter más explicaciones. Nosotros, bien en la reunión –si tenemos más edad, más narices, o menos que perder- bien rumiándolo de camino a casa nos diremos: “esto no es profesional”:
Y sería cierto, pero sólo en parte. A no ser que nos atrevamos a la emigración a otros mercados, tendremos que resolver. Si el productor es un idiota, nos costará más. Si el productor se acerca más a esa otro escenario al que yo me refería antes, donde las propuestas y sugerencias tienen sentido, podemos hasta aprender algo. Quizás el lector sí que nos haga ver posibles errores. O tal vez las exigencias de producción y presupuesto finalmente tengan un efecto hasta positivo en nuestra historia.
Los guionistas somos los últimos “monos” de la industria por infinidad de motivos, pero éste es uno: nos obligan a ser flexibles. Sí, está la opción a hacernos mala sangre. También, la posibilidad, más sana, de verle la ventaja.
En la industria audiovisual española, el trabajo en equipo es fundamental. Tenemos que llevarnos bien. Esto no implica que renunciemos a nuestros derechos, sin duda. No deben tomarnos el pelo. Pero no todos los proyectos en los que nos comprometamos serán “el gran proyecto”. Por tanto, cederemos.
Ahora bien, déjenme que diga algo. Casi lo grite, un poco. Ya está bien de que seamos los guionistas los que demos un paso atrás en nuestro ego –algo sano, por otra parte- en beneficio de otros profesionales a los que, ignoro por qué, tenemos por intocables.
Porque un mal profesional dirá siempre eso de “esto no se puede hacer”. Me da igual que sea un realizador, un director de fotografía, un montador. La mediocridad y las pocas ganas de trabajar se enmascaran bajo ese discurso, en el que el profesional audiovisual llora, se queja, y afirma que, dado que su trabajo es tan complicado, sus conocimientos, tan exquisitos, su tarea, tan esencial, el otro, el que exige, el que pide, no comprende. No entiende que eso no se puede hacer.
Grabación de una pieza para "La Banda". Cuando el Realizador trabajo contigo, y por el programa, y no contra tí, y contra el programa.
Pero si nosotros podemos cambiar el tono de un sketch, ser, contra nuestro criterio, más explicativos en un texto para un documental, o aceptar una crítica, todos pueden.
Dejemos ya de concederle más valor a esos conocimientos que, lejos de ser una especie de secreto alquímico, son más fáciles de adquirir de lo que creemos, con libros sobre fotografía, sobre equipos de edición, sobre dónde colocamos una cámara.
Lo que nosotros manejamos son conceptos igual de abstractos o de complejos: nosotros sabemos de tono, narrativa, personajes, estructura, humor, géneros, tramas. Y, al cabo, seamos sinceros, al espectador le da igual la técnica; le importa el contenido. O, dicho de otro modo, en un envoltorio estupendo, si lo que se cuenta no vale, nada vale.
Así que seamos profesionales. Pero todos. Nosotros también podríamos, si queremos, sentarnos y ver una pieza recién realizada, y afirmar que el montaje es lento, que la luz es horrorosa, o que el sonido es terrible. No lo hacemos, porque trabajamos en equipo. Porque aceptamos las críticas. Pero hasta un punto.
O eso, o también dejaremos a la altura del betún la realidad: que tal vez el realizador, el montador, el cámara son simplemente unos impresentables que no quieren trabajar.
Vaya tienes razón en muchas cosas, más que nada porque es verdad que hay cosas que se dejan pasar más y otras menos según cual sea tu lugar o lo que normalmente se deja hacer.
ResponderEliminarPero no te hagas mala sangre, no por nada sino porque no puedes cambiar las cosas, (aunque se critica todo y todo el mundo falta al respeto al trabajo de todos,) lo que pasa es que en tu gremio todo es apriori porque es el plano del edificio pero no quede como quede el edificio ya estará hecho cuando los constructores y porque no, la inmobiliaria, que es la que pone el dinero, ya no importara, e incluso alguna vez te dirán tenías razón pero ya será tarde.
Un consejo si no puedes con ellos únete a ellos, monta tu propia productora y usa tu criterio para hacer las cosas, eso sí, no olvides lo que has pasado tú y no se lo hagas a otros solamente porque a ti te lo hayan hecho pasar.
Un abrazo y ánimo que yo sip puedo decir que eres un auténtico profesional, perdón PROFESIONAL, con mayúsculas. No cambies