miércoles, enero 26, 2011

LEY SINDE (II): Imaginemos posibilidades. Distribución


Dentro de los varios argumentos que ofrecían/ofrecen aquellos más opuestos a la Ley Sinde veo uno que tiene una fuerza incontestable: el descuido de los potenciales interesados en las propias películas del cine español. Utilizaré mi propia experiencia, como usuario y consumidor de films. Pero también mi conocimiento sobre lo sucedido con la distribución del film Yo, también.

Diciembre de 2010. Como no soy muy de creer en que acierten con los regalos que se me hagan, siempre me regalo algo que me apetezca a mí. Así que navego y busco a ver qué películas puedo adquirir.

El género documental me interesa mucho, justo porque no hay mucha literatura al respecto, porque sus guiones y su escritura está menos reglada, y porque he participado de este tipo de producciones y siento curiosidad por saber cómo otros resuelven problemáticas diferentes.

Así que me digo, ¿qué documentales españoles habrán recibido mejores críticas? Probemos con las nominaciones a los Goya. Entro aquí y voy recolectando títulos que atraigan mi atención. De ahí, extraigo títulos de dos productoras, y a ellas que me dirijo. Son Irusoin y Aite-Ariane.

(Actualización 02/02/11: Al parecer, me equivoqué; me falló la memoria. De las anteriores, fue a la productora vasca Moriarti a quienes envié mi petición mediante su web. Hoy me han contestado, diciéndome dónde conseguir su película, Lucio. Por supuesto, por desgracia (para ellos), ha de ser a través de una distribuidora (Cameo) y/o a través de una superficie comercial (FNAC).  Pero al menos, ya, como consumidor y usuario de cine, ya puedo adquirir su producto.


Lucio, uno de los documentales que pensaba comprar

Como no informan de cómo lograr los DVDs, uso la pestaña de contacto y les envío un mensaje, con mis datos de contacto. Les comento que me gustaría adquirirlos, y que me parecía mejor idea hacerlo a través de ellos. Con mis compras de libros lo hago a menudo: realizo el pedido directamente a la editorial, que, así, siempre ganan, aunque sea muy poco, un algo más de dinero. 



Pasan los días. Aprovecho y hago otro pedido. Esta vez sí encuentro películas interesantes a mi disposición, en la web de la FNAC. Y como mi experiencia con ese contacto olvidado durante semanas y semanas, pienso adquirir estas películas mediante esta conocida cadena comercial. Me llegan todas en un plazo razonable. Menos una. El cónsul de Sodoma. La FNAC me comenta que la distribuidora no les ha enviado el ejemplar. Así, durante un mes.

Así que tenemos que quiero adquirir productos de cine español, pero

a)    Las productoras no atienden al posible espectador interesado. O bien no me contestaron porque pasan, o bien porque su web no funciona bien. En ambos casos, igualmente, la responsabilidad es de la productora.

b)    La distribuidora de El Cónsul de Sodoma tampoco se esforzó por contentar a un cliente.

Otra persona, con menos conciencia para con los derechos de autor, o bien con simplemente más ganas de ver las películas, ¿qué haría?

Buscar estos films y descargarlos por su cuenta. Yo no lo he hecho, pero porque soy un tipo paciente.

La negligencia y las pocas miras respecto al contacto directo entre empresa y cliente no es inhabitual en España, más allá del sector del cine. Pero, como es lo que conozco y me preocupa, creo necesario apuntarlo.

La cara de una productora es su página web. Esto es tal boutade, tan de cajón, que me da hasta vergüenza afirmarlo. Desde ese mínimo, todo lo demás. Pienso que hay suficientes propuestas, ideas, y estrategias de marketing en el mundo 2.0 como para que los productores las ignoren.

Porque ésa también es su labor. La empresa tiene que ir a buscar al cliente, y no exclusivamente en ferias internacionales o reuniones con televisiones. Además, ¿para qué? ¿Qué cadena, aparte de TVE, está de veras interesada en adquirir derechos? ¿Y cuántas los están, pero ofreciendo condiciones leoninas?

Hay que cambiar los hábitos. Y eso implica que se sepa qué está sucediendo en el mundo del audiovisual. Si el productor no quiere o piensa que otras labores le quitan tiempo, entonces tendrá que ceder en eso que tantos empresarios temen (y otros empresarios de otros países, en cambio, saben que es un as en la manga): contratar a alguien que sepa más que él. Y al que tendrá que hacerle caso.

Complicado, ¿verdad? Pues una, u otra. Porque lo siguiente será que los creadores sabrán tanto de todo esto que no necesitarán productores. Miren a Kevin Smith. Ni siquiera quiere una distribuidora.

¿Nadie se ha planteado por qué muchos directores de éxito montan su propia productora? Amenabar o Alex de la Iglesia se independizaron en cuanto pudieron. ¿Por dinero? Sí, pero no únicamente. Es que ¿para qué vas a soportar las diatribas de un tipo que sabe de cine menos que tú y que ahora, encima, tampoco sabe mucho más que tú sobre marketing? Y no me hagan hablar de los que cierran productoras y se presentan como “ilocalizables” ante un juez, y luego abre otra productora. ¡Y le siguen dando dinero para más películas!

¿Y las distribuidoras, dónde quedan? Pues depende de cada una, obviamente. La productora detrás de Buried empezó siendo una distribuidora. La cuestión es que se precisa un replanteamiento serio, y no sólo desde el punto de vista tecnológico. Pongo otro ejemplo.

Yo, también es una película que coprodujo la productora para la que yo trabajaba. Se le dio la distribución a Golem. ¿Saben qué hizo? No la estrenó, durante los días del Festival de San Sebastián, donde la cinta tuvo buena aceptación, y, lo que es más importante mucho “ruido mediático”. Veamos. Si las personas de una distribuidora no conocen ni manejan conceptos de marketing, entonces ¿qué manejan? Ignoro por qué la película se estrenó nada menos que un mes después. Cuando la gente ya había olvidado las entrevistas al protagonista (¡hubo hasta una con Iñaki Gabilondo en Cuatro!). Es decir, publicidad gratis y desperdiciada.

 
Obviamente, esto no significa que la película hubiera llegado al número 1 de la taquilla, si se hubiera estrenado en fechas mejores. Nadie sabe. Nunca. Pero tampoco estaría mal que las cosas se hicieran mejor, ¿no creen?

Posibilidad b. Golem tenía las manos atadas de antes, por algún acuerdo de algún tipo con otros films. Bien, entonces la pelota rebota y vuelve a nuestro tejado. O bueno, al de la productora. ¿Para qué demonios entregas la distribución a alguien que ya te anticipa unas fechas erróneas?

Otro ejemplo. La distribuidora internacional de la película es The Match Factory. Han hecho un buen trabajo, y la peli ha llegado a muchos países. Perfecto. Pero ellos venden a su vez a distribuidoras locales, que, a su vez, venden a cines; a exhibidores. ¿Dónde está el beneficio? Hablamos del cine, que cuesta muchos millones de euros.

Un caso significativo es la distribuidora americana a la que se vendieron los derechos para Estados Unidos y Canadá: Olive Films. Estrenó en una sala. En Nueva York. ¿Era necesario? ¿Qué beneficio se obtiene del estreno de una película en estas condiciones? Y lo peor es que yo, un creador, un chaval, uno que “no conoce el mundo”, lo conoce suficiente para poderle haberles dicho a los productores o a la distribuidora que dicha distribuidora americana no hizo nada por su anterior compra latina. La Teta Asustada. Miren aquí las cifras conseguidas en su estreno en los USA.

¿Los de Match Factory no se informaron, no se documentaron, no vieron que la apuesta de esta distribuidora era mínima? Pero claro, ellos sí sacarían algún beneficio. ¿Cuánto llega, de todo esto, a la productora? Y por supuesto ¿cuánto llega a los autores?

¿Para qué delegar en una distribuidora, si, al cabo, esto es reducir y mucho las ganancias?

Es como si un día, en un futuro (que yo no veo tan lejano) resultara que los precios de los intermediarios de nuestros alimentos fueran tan caros (para el consumidor) y tan baratos (para el agricultor) que, de pronto, nadie quisiera sembrar nada.
 
Ah, pero entonces llega papá Estado, y propone una solución. Subvencionar al agricultor. ¿No sería más lógico que el que planta un tomate recibiera lo justo por su trabajo, en vez de mantener una industria “paralela” de distribuidores, sólo porque, si no, mucha gente se iría al paro?

Y no. Al contrario que mucho exaltado de la Red que exige reconversiones inmediatas y a lo bestia, yo no quiero echar a la calle a nadie. ¿Pero no tiene el Gobierno el deber de preparar reconversiones y traspasos de trabajadores de labores sin sentido y sin posibilidades, a otras más rentables, también para el propio trabajador?

Sigamos con la ciencia ficción. Imaginen. Un día un señor inventa un aparato del tamaño de una bicicleta grande al que puedan añadírsele carromatos donde llevar fruta, verduras, etc. El invento es revolucionario porque usa un combustible más barato o bien porque usa alguna energía alternativa. Y, atención, porque no tiene ruedas: “flota” sobre el suelo. Sí. Recuerden. Como aquellos skateboard de Regreso al Futuro II


Es decir, este nuevo medio de transporte no necesita ir por carretera. Puede moverse por carriles bici, o a campo través. Y su precio es accesible para el agricultor. Entonces, muchos empiezan a comprarlo, y a llevar sus productos no a los mercados centrales de las ciudades. Van de supermercado en supermercado y de mercado y mercado. No se saltan todos los intermediarios, sin duda, pero ganan mucho más, y así, el campo no se muere.

Menos contaminación, más sostenibilidad, y agricultores que, por fin, viven de lo que siembran. ¿Alegría, alborozo? No. Esperen. Los sindicatos montan en cólera. Hay protestas. ¿Qué hay de toda esa gente que vive y se dedica a la distribución de esos productos? ¿Lo adivinan? El Estado los subvenciona y pide ayuda a Europa.

Los gobernantes deberían tener imaginación, porque el futuro está poblado de plausibles invenciones. Las reformas hay que hacerlas ya, previendo lo que está por venir. Miren qué sucede con el carbón. El de España no es competitivo y es de mala calidad, y dañino para el medio ambiente. ¿Alguien de algún Gobierno anticipó que esto llegaría? No. Para qué. Estaban las subvenciones de la Unión Europea.

Pero el mundo cambia. Occidente va a ganar mucho menos dinero en las próximas décadas. El Estado del bienestar tendrá que sustentarse en gobiernos que precisamente sepan en qué dirección hay que formar a los ciudadanos para que no requieran para vivir trabajos con los días contados.

Retornemos al mundo del cine. ¿Dibujamos una línea hacia el futuro, a ver qué pasa? Vamos, que la ciencia ficción siempre es estimulante.

Las productoras empiezan a darse cuenta de que es absurdo delegar. Se fusionan con las distribuidoras. Las empresas crecen, y los contactos de unos y otros facilitan la búsqueda de financiación. Las distribuidoras americanas se encuentran que tienen en frente a empresas más potentes. Queda el último paso. La exhibición.

En el caso supuesto de que algún gobierno tuviera las narices de regular mejor la competencia, los exhibidores no tendrían que comprar paquetes enteros de películas terribles para que las distribuidoras americanas les cedan algún (por otro lado, posible; nada es seguro) taquillazo. ¿Esto es legal? No importa. Ningún Ministerio de Cultura va a meterse ahí.

Bien. Supongamos que Washington sigue presionándonos. Bien. Esas nuevas empresas, resultados de las fusiones de productores y distribuidores, no pueden competir del todo en igualdad de condiciones en las salas españolas. ¿Qué tal, en las europeas? ¿Y en las latinoamericanas?

Las empresas españolas de producción/distribución realiza más inversiones y acuerdos: se establecen alianzas con productoras y distribuidoras de otros países. De esta forma establecen alianzas con productoras y distribuidoras de otros países. Así, un film español:

a) No tiene que contratar distribución, porque la productora ya es distribuidora. 

b) No tiene que delegar en distribuidoras internacionales, porque directamente se intercambiarán películas con otras distribuidoras locales. En algún caso, las empresas serán fusiones de distribuidoras de allí y productoras/distribuidoras de aquí. (El ICEX comentaba que el cine español aún no se vendía lo suficiente fuera. ¿Cómo, con tantos intermediarios? De todo lo que se pueda recaudar, sea mucho o poco, ¿cuánto le llega al productor original español? ¿Y cuánto a los autores?)
 

Resultados de esta entelequía utópica que les he presentado: el cine como cultura se refuerza. A nivel latino o iberoamericano. A nivel europeo. Y las subvenciones van quedando sólo para proyectos muy concretos. Películas experimentales o de autor. Y las películas con éxito dejan de recibir esas ayudas por su primer fin de semana de recaudación, que, ya me dirán, pero a mí me han parecido de lo más injustas. 

Y ahora, de vuelta al presente y la realidad, ¿nada de esto es posible? ¿Ningún productor, distribuidor o hasta exhibidor ha pensado en propuestas similares? 

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