Me van a perdonar
que haya estado tan desconectado del blog. Estoy realizando el Máster Mega Plus
de la Media Business School, en Ronda. Sí. Me paso al lado de los productores. Al lado oscuro, según esa mitología tan común en el audiovisual español, y que, Sergio Barrejón se encargaba de torpedear muy acertadamente aquí.
Como ya conté por aquí, le fui
cogiendo el gusto a eso de ser el creative producer cuando cayó en mis manos el
guión de Cerca del cielo, de Carla Guimaraes. Este largometraje parece que se
ha detenido de momento, aunque nunca se sabe. Yo confío en la historia, y
aparte me resulta extraño que un guión que tiene el sello de haber sido becado
por el curso de desarrollo de la Casa de América/Fundación Carolina. Si a eso
le sumamos que recibimos la ayuda de Ibermedia, para mi es un misterio que
sacar adelante Cerca del cielo esté costando tanto.
Pero ya digo, el proyecto me forzó a meterme en investigar en temas de producción. Desde la
ley audiovisual de Brasil (con quien coproduciríamos) y los incentivos que
ofrecen (créanme, España es más papista que el Papa en esto de querernos los
más liberales en lo económico: casi todos los países tienen leyes que defienden
y subvencionan su cine), pasando por los porcentajes obligados por cada país, o
cómo hacer un presupuesto… ¡y hasta el mismísimo contrato de coproducción!
Por si el Máster no fuera interesante, además se celebra en este pueblo malagueño con vistas y rincones maravillosos.
No, claro. Bonito,
no es, esto de los números. Pero seamos sinceros: tampoco te mata enterarte un poco de cómo funciona
el universo del dinero en torno a las películas. De hecho, diría que hasta te
da una mejor perspectiva. El cine siguen siendo el elemento cultural
(llámenlo X) más caro de producir, y con mayores dificultades para sacarle
rentabilidad. Y no, no pongamos el caso de los estadounidenses, porque hasta el
mismísimo Spielberg, nada sospechoso de ser un comunista empeñado en el cine
como arte, ha expresado que el ritmo de producción en Estados Unidos conduce a algo muy similar a una burbuja. Porque cuando lean en las páginas de box office
las cifras mundiales de los Batmans de Nolan o las películas de super héroes de
Marvel tengan en cuenta que a esas cantidades hay que restarle mucho. Pero que
mucho.
Luego, claro, está
esa dicotomía de cómo se maneja uno en un mundo donde los números se codean con
las decisiones creativas. Pero tampoco crean. Los diferentes profesionales que
vienen al Mega no son tiburones de las finanzas con malvados planes para
dominar el universo. Son personas que trabajan en la industria europea, y,
sinceramente, hasta donde alcanza mi conocimiento (que en estos momentos, aquí,
es un “work-in-progress”), la prefiero. Sin duda, hemos tenido lecturers que
abogan más por seguir el modelo americano. En todo caso, nadie
sabe bien cuál es ese modelo. Si consiste en chantajear a otros países con que
estrenen sus películas cómo y cuándo les convenga, y, si no, se recibirá una
llamada del embajador americano, pues qué quieren que les diga. Me parece feo.
Luego, claro,
cualquiera de estos que hablan de liberalismo económico (pero luego no lo
aplican de veras), olvidan que la frase del “Nobody knows anything” proviene de
un guionista estadounidense: William Goldman. La perspectiva más industrial del
cine te tratará de vender de que hay parámetros, normas, seguridades. Bueno.
Hay casos y casos. Pero las películas son difíciles de comparar. No creo que nadie anticipara la acogida crítica de una cinta como Drive, que The Artist estuviera en las quinielas de los franceses como triunfo en el mercado estadounidense. Desde luego, los que pusieran dinero para Green Lantern o John Carter aún estarán preguntándose qué hicieron mal.
Michael Gubbins, de Sampomedia (probablemente el lecturer que más ha desafiado nuestras "creencias" y, al menos a mí, más me ha hecho reflexionar), nos decía que “data are good masters but lousy
servants”. O, en otras palabras: desconfiemos de esos datos que se supone que son
tan claros. Puede que tu proyecto tenga un género definido, como, digamos, la
ciencia ficción. Pero, aunque voy comprobando que esto comienza a ser una
tendencia, igual hay casos de éxitos (Oblivion, y aun así, no tan rotundo) que
fracasos de manual (como parece que será la última de Shymalan, After Earth). Uno puede
irse al box office, a la taquilla de los últimos años, y buscar los resultados de películas
del mismo género que tu guión, pero… ¿cuántas son de veras tan similares?
Además, ¿el éxito depende de veras del género, o hay otros elementos en juego?
¿Qué sucede si tu historia es un “drama”? Siendo un género, en cambio debe ser
el más abstracto. ¿Qué tipo de drama? The Imposible lo tenía todo, eso
creíamos, para triunfar en Estados Unidos… y luego, no. Por una parte, intuyo,
porque, pese a todo, es menos “americana” de lo que pudiéramos creer (no tiene
eso que tanto place por aquellos lares; el “mensaje”), y por otro, no crean que
allá se lo ponen fácil para estrenar. De hecho, qué peculiar, quizá debiéramos parar esa obsesión por producir películas como los americanos, si de todas formas al cabo el mercado internacional es el que luego las compra, y no tanto los propios estadounidenses.
The Impossible: ¿demasiado cruda para una audiencia estadounidense? ¿Demasiado poco contundente en eso del "mensaje"? ¿Quizá echaron en falta algo sobre el valor de la familia, y bla, bla?
Todo esto
de la inasibilidad del negocio audiovisual es algo que estamos comprobando en el propio
máster. Un lecturer acude y nos cuenta cuánto aporta el transmedia, y al día
siguiente viene otro y nos pide que desconfiemos, y que quizá el becerro de oro
esté en el crowfunding… Como somos mayorcitos, entendemos de que se trata de
esto: de escuchar la visión de diferentes profesionales, de diferentes casos de
estudio, y que saquemos nuestras propias conclusiones. A la hora de elaborar el
business plan (el ejercicio que se nos requiere para cuando acabemos), cada uno
sabrá qué incluir, cómo, y cómo todo lo escuchado puede aportar valor a tu
proyecto… siempre que uno le dé su personal visión. Según yo lo veo, esta
especie de desafío continuo que nos regala el Megaplus es un acierto. Cada
estudiante decide qué experto habla más y mejor su propio lenguaje, o cuál,
incluso, puede mover a la epifanía. Luego, hasta ahora todos han coincidido en
un detalle: no han tratado en ningún momento de decir “esto se hace así, y sólo
así, y así tenéis que hacerlo”.
En fin. Que lo
estoy pasando bien. Además, este mundo que es muy pequeño, ha hecho que me
toque como “madrina” (godmother, decimos aquí: en el Máster el inglés es la lengua oficial) Ana Sanz Magallón a la que conocí en las citas de #vinoguionistas. En un plis plas, Ana te analiza tu guión
y te hace qué, cómo y hacia dónde. Así que seguramente El emperador del Acre
quedará mucho mejor. Ah, ¿no lo había mencionado? Pues si: mi proyecto para el
Mega es esta película histórica. Histórica/Biopic. Histórica/Biopic con sus
dosis de aventuras. Ja. ¿Lo ven? Si es que esto de los géneros es menos útil de
lo que parece como tabla clasificadora. Por cierto, Ana ha escrito una pieza, donde se resumen estas dos semanas en el Mega de una forma mucho más
completa, por si quieren echarle un vistazo.
Como explicaba
aquí, justo aquella segunda cita del #vinoguionistas fui coincidiendo que un
posible camino para los guionistas es ser coproductor ejecutivo, bien de tus
propios proyectos, bien de otros. Quién sabe. A ver por dónde se van
encaminando mis pasos.