viernes, enero 24, 2014

SEIS ESCENAS; SEIS SERIES DEL 2013 (IV) ENDEAVOUR (2013-, ITV)



Endeavour. 01x04: Home

Cuando exploras entre cualquier producto cultural, películas, libros, series, música, mi experiencia me dice que los hallazgos que hace uno de forma independiente, sin consejos, sin listados que te guíen, proporcionan una satisfacción especial. A mi me sucedió con Endeavour. Ni siquiera recuerdo cómo llegué a ella, tan sólo que llegue por mi cuenta. Pero una vez entré, ya no quise salir.

Endeavour aprovecha que se sitúa en una época concreta, los años 60, para derivarse hacia lo que otras ficciones históricas, como Ripper Street, tratan: el juego que se plantea al espectador de comparación entre los detalles y temas de nuestra vida contemporánea, y los de la época reflejada. Y cómo esos asuntos actuales adquieren un matiz distinto por la comparación de cómo fueron las cosas en otro momento. Como Ripper Street, también se encuadra dentro del procedural/procedimental

Cuenta los primeros años del detective Endeavour Morse que, para el público británico, tiene cierto recorrido, por una serie de hace décadas. En este sentido, como precuela, era lógico que los guiños al espectador fueran incluso mayores. Estos, a no ser que se complemente con algo de documentación por Internet, para aquellos que no seamos británicos, puede que pasen inadvertidos.

Los detalles del policía ya mayor, el de aquella serie antigua, se siembran (su gusto por la ópera), se contradicen (el protagonista joven nunca bebe; es algo que empezará a hacer ahora, mientras que el Morse mayor es más bien alcohólico), o se explican (la vieja herida del Morse mayor justamente nace en esta serie).

Estos matices amplifican el valor, aunque quedaría preguntarse si son fundamentales. Bien; sí y no. No, porque la serie se disfruta sin esa información añadida. Pero sí, al tiempo, porque la idea de mostrarnos los orígenes del protagonista dice y mucho sobre cuál es el valor principal de esta serie de la ITV: la apuesta por jugar con el concepto de héroe. Al fin y al cabo, todos conocemos bien cuánto ha jugado el cómic y, luego, el cine que se basa en ellos, en cuanto a los super héroes, y cómo nacen. Dónde, cómo, por qué el (super) héroe se convierte en tal.

En tiempos tan cínicos como los actuales, más estrategias similares se echan en falta en la ficción, aunque, como se invita a hacer en este artículo, tal vez Walter White acabe por fin matando el legado de los anti-héroes. 

Endeavour: dentro de ese marco de buscar los orígenes, lo hace en una dirección distinta. Hasta opuesta, en cierto modo, a la de los super héroes de cómic.

Morse es tímido, es callado. No tiene ese cúmulo de super poderes que ya mencionaba yo que parece consustanciales a los héroes de ahora. Su condición de héroe es del tipo dramático. Tiene un backstory misterioso que le hace ser como es. Y tiene esos dos elementos que tan bien definen a héroe: sentido de la justicia y capacidad para perseguirla por encima de su propia conveniencia, enfrentándose a la norma. Llegado el momento, le hace realizar lo que quizá de veras construya a un héroe: el sacrificio.

Y de ahí, la escena que elijo, del capítulo 01x04 (Home), que se sitúa en el clímax del capítulo. Porque es un momento de elección. Y porque no contiene ni una sola línea de diálogo.

Morse ha sabido que el estado de su padre enfermo ha empeorado. Su superior, el inspector Thursday, le acompaña a la estación de tren, y les insta a embarcar en un tren, pese a que Morse quisiera quedarse y proseguir con la investigación.

Pero el guión nos proporciona información que Morse no tiene. Thursday está siendo presionado, y su familia, amenazada, por una banda de gangsters. Y no piensa permitir que continúen con ello. En cierto modo, Thursday envía a Morse lejos justo para tener el campo libre para su plan. 

Y, mientras todo esto avanza, Morse viaja en el tren camino de la casa de su padre. Entonces, el tren hace una parada en el camino. Y Morse encuentra algo en su bolsa.









Morse encuentra la documentación del caso que están investigando. No lo comprende, en un primer momento. ¿Por qué iba Thursday a dejársela a él? Y, al segundo, lo entiende. 

Y nosotros, sin que se diga una sola palabra, también. Porque el guión nos ha ido informando del backstory de Thursday con esa banda de gangsters, porque hemos visto lo que Morse no, que lo han presionada tanto que está dispuesto a tomarse la justicia por su mano.

Y la escena acaba ahí. Hay muchos motivos por los que cumplir aquella norma del "entrar tarde y salir pronto". Éste es uno tan bueno como cualquiera: Morse nos hace percatarnos de lo que va a suceder, pero no sabemos qué va a hacer al respecto. Sólo sabemos lo que hará Thursday, como se confirma en la siguiente escena.




En posteriores escenas, comprobaremos cómo Morse, como buen protagonista, realiza el correspondiente "salvamento en el último minuto" de Thursday. El grado de sorpresa que posee esto viene de aquel buen uso de finalizar la escena de su "descubrimiento" en el justo momento: sin que sepamos que Morse bajará del tren.

Es un sacrificio que no implica sangre. Que no requiere de que el guión incluya acción, peleas. El guionista cuenta, sin enfatizar ni un ápice, cómo Morse hace lo que tiene que hacer, aunque nadie se lo exija. 

Se le plantea un conflicto doble. El primero, grave, importante es, como siempre en un buen guión, una elección: si ayuda a su superior en la policía, quizá no tenga ocasión de ver a su padre por última vez. Pero si no ayuda a su jefe, éste podría verse involucrado en una situación que ponga en peligro su vida. 

Morse elige a su superior. Pero esta elección tiene un precio. Porque se le plantea una segunda elección: su padre o su propia salud. Porque en el último acto del capítulo, la investigación aún da un giro más, para desvelarse que el asesino no era (cómo no) quién parecía. Y detenerlo causa que Morse reciba una herida de bala. 

Pero no acude a curarse. Aún le resta esa obligación que se había impuesto. Y visita a su padre, el cual, al tiempo, hemos visto que siquiera agradece o acepta a un hijo que estima como una vergüenza.

Todavía se da una tercera y final decisión. Después de que su padre fallezca, Morse se queda unos días en la casa familiar. No se cura la herida. Y lo que es más importante: no realiza el examen para sargento que la trama principal de la serie ha estado sembrando como esencial para que deje las tareas más mundanas como policía. 

La escena del examen comienza jugando con esa expectativa: la mano que rellena las respuestas no es la de quien esperamos, la de Morse. Es la de otro compañero policía. 







Cuando ya parecía que el whodunnit estaba agotado (miren la dureza con que se examinó esto con The Killing), cuando lo episódico de cualquier investigación se lleva a lo paródico (Castle) o lo reiterativo (¿alguien sigue aún Bones?), Endeavour nos recuerda que en el buen procedimental, que en el género negro, no cuenta tanto lo investigado sino el investigador. Y que Wallander o muchos otros no llevan por casualidad muchos más años que el reciente boom nórdico por lo policial.

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