martes, junio 18, 2013

PRIMERA SEMANA EN EL MEGAPLUS: "NOBODY KNOWS ANYTHING"


Me van a perdonar que haya estado tan desconectado del blog. Estoy realizando el Máster Mega Plus de la Media Business School, en Ronda. Sí. Me paso al lado de los productores. Al lado oscuro, según esa mitología tan común en el audiovisual español, y que, Sergio Barrejón se encargaba de torpedear muy acertadamente aquí.

Como ya conté por aquí, le fui cogiendo el gusto a eso de ser el creative producer cuando cayó en mis manos el guión de Cerca del cielo, de Carla Guimaraes. Este largometraje parece que se ha detenido de momento, aunque nunca se sabe. Yo confío en la historia, y aparte me resulta extraño que un guión que tiene el sello de haber sido becado por el curso de desarrollo de la Casa de América/Fundación Carolina. Si a eso le sumamos que recibimos la ayuda de Ibermedia, para mi es un misterio que sacar adelante Cerca del cielo esté costando tanto.

Pero ya digo, el proyecto me forzó a meterme en investigar en temas de producción. Desde la ley audiovisual de Brasil (con quien coproduciríamos) y los incentivos que ofrecen (créanme, España es más papista que el Papa en esto de querernos los más liberales en lo económico: casi todos los países tienen leyes que defienden y subvencionan su cine), pasando por los porcentajes obligados por cada país, o cómo hacer un presupuesto… ¡y hasta el mismísimo contrato de coproducción!

Por si el Máster no fuera interesante, además se celebra en este pueblo malagueño con vistas y rincones maravillosos.

No, claro. Bonito, no es, esto de los números. Pero seamos sinceros: tampoco te mata enterarte un poco de cómo funciona el universo del dinero en torno a las películas. De hecho, diría que hasta te da una mejor perspectiva. El cine siguen siendo el elemento cultural (llámenlo X) más caro de producir, y con mayores dificultades para sacarle rentabilidad. Y no, no pongamos el caso de los estadounidenses, porque hasta el mismísimo Spielberg, nada sospechoso de ser un comunista empeñado en el cine como arte, ha expresado que el ritmo de producción en Estados Unidos conduce a algo muy similar a una burbuja. Porque cuando lean en las páginas de box office las cifras mundiales de los Batmans de Nolan o las películas de super héroes de Marvel tengan en cuenta que a esas cantidades hay que restarle mucho. Pero que mucho.

Luego, claro, está esa dicotomía de cómo se maneja uno en un mundo donde los números se codean con las decisiones creativas. Pero tampoco crean. Los diferentes profesionales que vienen al Mega no son tiburones de las finanzas con malvados planes para dominar el universo. Son personas que trabajan en la industria europea, y, sinceramente, hasta donde alcanza mi conocimiento (que en estos momentos, aquí, es un “work-in-progress”), la prefiero. Sin duda, hemos tenido lecturers que abogan más por seguir el modelo americano. En todo caso, nadie sabe bien cuál es ese modelo. Si consiste en chantajear a otros países con que estrenen sus películas cómo y cuándo les convenga, y, si no, se recibirá una llamada del embajador americano, pues qué quieren que les diga. Me parece feo. 

Luego, claro, cualquiera de estos que hablan de liberalismo económico (pero luego no lo aplican de veras), olvidan que la frase del “Nobody knows anything” proviene de un guionista estadounidense: William Goldman. La perspectiva más industrial del cine te tratará de vender de que hay parámetros, normas, seguridades. Bueno. Hay casos y casos. Pero las películas son difíciles de comparar. No creo que nadie anticipara la acogida crítica de una cinta como Drive, que The Artist estuviera en las quinielas de los franceses como triunfo en el mercado estadounidense. Desde luego, los que pusieran dinero para Green Lantern o John Carter aún estarán preguntándose qué hicieron mal.

Michael Gubbins, de Sampomedia (probablemente el lecturer que más ha desafiado nuestras "creencias" y, al menos a mí,  más me ha hecho reflexionar), nos decía que “data are good masters but lousy servants”. O, en otras palabras: desconfiemos de esos datos que se supone que son tan claros. Puede que tu proyecto tenga un género definido, como, digamos, la ciencia ficción. Pero, aunque voy comprobando que esto comienza a ser una tendencia, igual hay casos de éxitos (Oblivion, y aun así, no tan rotundo) que fracasos de manual (como parece que será la última de Shymalan, After Earth). Uno puede irse al box office, a la taquilla de los últimos años, y buscar los resultados de películas del mismo género que tu guión, pero… ¿cuántas son de veras tan similares? Además, ¿el éxito depende de veras del género, o hay otros elementos en juego? ¿Qué sucede si tu historia es un “drama”? Siendo un género, en cambio debe ser el más abstracto. ¿Qué tipo de drama? The Imposible lo tenía todo, eso creíamos, para triunfar en Estados Unidos… y luego, no. Por una parte, intuyo, porque, pese a todo, es menos “americana” de lo que pudiéramos creer (no tiene eso que tanto place por aquellos lares; el “mensaje”), y por otro, no crean que allá se lo ponen fácil para estrenar. De hecho, qué peculiar, quizá debiéramos parar esa obsesión por producir películas como los americanos, si de todas formas al cabo el mercado internacional es el que luego las compra, y no tanto los propios estadounidenses.

The Impossible: ¿demasiado cruda para una audiencia estadounidense? ¿Demasiado poco contundente en eso del "mensaje"? ¿Quizá echaron en falta algo sobre el valor de la familia, y bla, bla?

Todo esto de la inasibilidad del negocio audiovisual es algo que estamos comprobando en el propio máster. Un lecturer acude y nos cuenta cuánto aporta el transmedia, y al día siguiente viene otro y nos pide que desconfiemos, y que quizá el becerro de oro esté en el crowfunding… Como somos mayorcitos, entendemos de que se trata de esto: de escuchar la visión de diferentes profesionales, de diferentes casos de estudio, y que saquemos nuestras propias conclusiones. A la hora de elaborar el business plan (el ejercicio que se nos requiere para cuando acabemos), cada uno sabrá qué incluir, cómo, y cómo todo lo escuchado puede aportar valor a tu proyecto… siempre que uno le dé su personal visión. Según yo lo veo, esta especie de desafío continuo que nos regala el Megaplus es un acierto. Cada estudiante decide qué experto habla más y mejor su propio lenguaje, o cuál, incluso, puede mover a la epifanía. Luego, hasta ahora todos han coincidido en un detalle: no han tratado en ningún momento de decir “esto se hace así, y sólo así, y así tenéis que hacerlo”.

En fin. Que lo estoy pasando bien. Además, este mundo que es muy pequeño, ha hecho que me toque como “madrina” (godmother, decimos aquí: en el Máster el inglés es la lengua oficial) Ana Sanz Magallón  a la que conocí en las citas de #vinoguionistas.  En un plis plas, Ana te analiza tu guión y te hace qué, cómo y hacia dónde. Así que seguramente El emperador del Acre quedará mucho mejor. Ah, ¿no lo había mencionado? Pues si: mi proyecto para el Mega es esta película histórica. Histórica/Biopic. Histórica/Biopic con sus dosis de aventuras. Ja. ¿Lo ven? Si es que esto de los géneros es menos útil de lo que parece como tabla clasificadora. Por cierto, Ana ha escrito una pieza, donde se resumen estas dos semanas en el Mega de una forma mucho más completa, por si quieren echarle un vistazo.


Como explicaba aquí, justo aquella segunda cita del #vinoguionistas fui coincidiendo que un posible camino para los guionistas es ser coproductor ejecutivo, bien de tus propios proyectos, bien de otros. Quién sabe. A ver por dónde se van encaminando mis pasos.