jueves, mayo 27, 2010

PREGUNTAS, PREGUNTAS: SOBRE LOST

¿Por qué el final es reaccionario? ¿Se habla de Dios? ¿Una ficción ha de ser marxista-leninista? ¿Son reaccionarias Medium, Entre fantasmas, y todo el cine de terror que hable del más allá?

¿Por qué se confunde "espiritualidad" con "religión"?

¿Por qué insistimos en que nos den respuesta, y luego no nos gusta que nos contesten, si no es lo que queremos? ¿Por qué sólo admitimos que "nos estafen" si el final a donde nos conducen se pliega a lo que suponíamos o esperábamos?

¿Por qué somos "niños" que queremos saber más, y luego, sabemos, y nos volvemos "adultos" y somos paternalistas?

¿Por qué es "de idiotas" hacerse preguntas sobre el destino, la casualidad, el sentido de la vida, de lo que nos sucede? ¿Es porque tememos que nos acusen de "sensibles"?

¿Por qué el cine fantástico tiene que dar respuesta a nada? ¿Por qué es un género "menor" que el realismo?

¿Por qué nos olvidamos de que el monstruo negro estaba ya en la primera temporada? ¿Por qué obviamos que había ya cosas desde entonces que era improbable que tuvieran una explicación "realista"?

¿Por qué las explicaciones tienen que ser "realistas" si, por favor, todos los que nos dedicamos a esto sabemos, de sobra, que basta con que sean verosímiles?

¿Por qué los viajes en el tiempo han causado estupor y burlas, recogidas hasta en la prensa? ¿Hay un "tope" de ciencia ficción que algunos pueden soportar? ¿O el tope es cuando se incluye lo "sobrenatural", o la fantasía?

¿Por qué todo lo que "se abre" se tiene que "cerrar"? ¿Necesitamos, todavía, la ficción clásica, a toda costa? ¿A estas alturas?

¿Por qué nos conformamos con seguir los mimbres de la ficción y luego nos molestamos cuando los usan para llevarnos a donde quieren? ¿Sólo por que no nos gusta dónde nos lleven?

¿Por qué hay que comparar Los Soprano con Lost, cuando es igual de fácil la reducción al absurdo de ésta como a aquélla? ¿Es tan importante una ficción que hablaba de mafiosos? ¿No nos lo habían contado ya? ¿Son realistas, esos mafiosos, o sólo creíbles? ¿De lo que (supuestamente) habla Los Soprano es más relevante, más profundo, más humano que de lo que (supuestamente) habla Lost?

¿Por qué seguimos creyendo que la ficción tiene que hablar "de algo"? ¿Por qué se necesita un mensaje? ¿Será, como dice Andrés Ibañez, que hemos heredado el odio de la religión por todo lo que sea "divertido", y, por culpabilidad, esperamos o creamos ficción fantástica o ficción de ciencia-ficción (perdón por la redundancia) que "trate" algo de "la realidad"?

¿Qué demonios es "la realidad"? ¿Alguien sabe si los policías son como en The Wire? ¿Alguien conoce algún mafioso como los de Los Soprano? ¿Cómo son los mafiosos? ¿Cómo es la realidad, cualquier realidad?

miércoles, mayo 26, 2010

LOST (II): LA CIENCIA NO ES MAGIA

En El Truco Final (The Prestige, Christopher Nolan, 2006), uno de los magos protagonistas, Borden, le explica a un niño el truco de magia que acaba de enseñarle. Luego, se inclina, grave y le habla.

BORDEN
Never. Show. Anyone.

The Boy looks at him, a little afraid.

BORDEN (CONT'D)
They beg you and flatter you for the secret-but as soon as you give it up you'll be nothing to them. Understand? Nothing. The secret impresses no one- the trick you use it for is everything.

Unas escenas/páginas más adelante Sara le pide que le deje ver el truco con una pistola, porque, dice, le da miedo que salga herido. Borden le muestra el truco.

BORDEN (CONT'D)
The buller's not even in the gun when the charge is fired.

Sarah looks at ramrod with disdain.

SARAH
Once you know it's so obvious.

Claro. Una vez nos dan la respuesta, todos nos volvemos adultos. Ah, vale. Ya. Pues vaya. Si yo ya lo sabía. 

Nunca cuentes el truco.

Los niños siempre preguntan. A todas horas. “¿Y eso, por qué?” Los adultos contestamos. Y le damos la explicación científica. Lógica. Miren sus caras cuando nos oyen. Quedan decepcionados.

Hace mucho, mucho tiempo oí a un tipo que coordinaba cierto parque de las ciencias en un programa de entrevistas. Decía que la ciencia era magia. No. Ni por asomo.

La ciencia te da una respuesta lógica, unilateral y unidireccional. Puede ser fascinante. Puede uno decir (yo lo hago mucho, en mis investigaciones para responder las dudas de los niños del programa que llevo) que “caray, lo del cuerpo humano es que es increíble” o “demonios, la naturaleza es que tiene unos mecanismos sorprendentes”.

Sí. La ciencia puede ser fascinante. Pero no da verdaderas respuestas. Y no es magia. La magia no puede dar respuesta. No puede darnos una visión del mundo cerrada. Es lo más contrario a lo peor (tal vez también a lo mejor) del realismo. No representa ninguna sociedad, ninguna época. Nos entretiene. Nos maravilla. Y ahí acaba. No hay explicaciones posteriores.

Pero ¿sólo nos entretiene?

David Muñoz me sorprendió con un post suyo de hace tiempo, acerca de Battlestar Galactica. Queremos que nos entretengan, no que nos sermoneen. Y ahora, vuelve a ello.

Yo he visto esta serie, también. De cabo a rabo en un tiempo récord. No recuerdo que nadie me sermoneara. ¿Qué significa "misticismo barato"? ¿Cuál sería un "misticismo caro"?

Estoy sorprendido y hasta preocupado. Pensaba yo que los guionistas españoles se había librado de la influencia de la "generación gin", de la que habla Andrés Ibañez. Nos esperan muchos años de realismo duro, sucio, "verdadero", rotundo, cinico, si esto es lo que nos prometen los guionistas.

Algo nos confunde. Creemos que las historias tienen que tener “un tema”. Uno solo, y que, a de ser posible, se convierta en “mensaje”. La ficción no necesita mensaje. La ficción es válida por sí sola. Si se la quiere convertir en propaganda, en pos de críticas sociales, bien. Es aceptable. Si se pliega a la mirada de un autor, bien. Lo aceptamos.

¿Pero y si no es nada de eso? La ficción por la ficción. El Mcguffin supremo. Quédate conmigo, dicen los autores de Lost, y te llevaré a otra realidad. Quédate, y mira qué buenos trucos de magia. No me pidas que los explique todos. Algunos incluso diremos, por favor, no nos expliquéis ninguno.

¿De qué va Lost? ¿Del destino? ¿Las casualidades? ¿La magia? ¿Los milagros? ¿Qué importa? Habla de eso o no, queda en nosotros. Pero nos toca. Habla de cosas que no son antiguas, ni son conservadoras. Habla de un “algo más” que no tiene nada que ver con la religión. Locke no habla de Dios. Y ningún personaje tiene las respuestas.
 

LOST (I): REACCIONES POR DOQUIER

Qué divertido. Acaba Lost, y venga; toda la blogosfera alterada. Reticencias, interpretaciones varias (con algún error llamativo, como creer que ¡todos estaban muertos desde el principio!), cabreos supinos, defensores a muerte, y todo, todo, por una serie que, aquí, siempre ha sido minoritaria. Menos mal que era una ficción "menor".


             Diez bromas sobre los "losters" (me lo acabo de inventar)

Los “distantes”, que no, que no ha sido para tanto, que donde estén The Wire y Los Sopranos que se quite ; los incondicionales, en la misma rotundidad, obra maestra y punto pelota. Como siempre, como el contrario se crece, se le responde subiendo el tono subiendo... hasta verdaderas locuras. El Guionista Hastiado afirma que el final es reaccionario... ¡porque salen en una iglesia! Ahí me ha matado. ¿Quiere decir que el más allá es una preocupación derechista, antigua, anti-moderna?

Otro colega de bloguionistas, Chico Santamano, se ve indeciso y ambiguo, aunque le echa bastante gracia. Y se le cuela algo que quizá nos dé la clave.

"Como Sherezade en “Las mil y una noches”, cada vez me lanzabas una nueva historia."

Una nueva historia. Eso era lo fascinante. Unas historias raras, marcianas, y sin explicación clara. Qué demonios, sin explicación. Santamano lo compara con una mujer que te da largas. Pero, ¿que te da largas en qué? Quizá en eso tan adulto y maduro de "en qué acaba nuestra relación". Esperen. ¿Pero las relaciones acaban alguna vez, quiero decir, las que duran? La vida no tiene finales, tiene un final. Sin explicación. 

Yo, desde ya, me mojo. Lost ha sido una de las series más originales, entretenidas, y profundas que ha dado la Historia de la Televisión. No comparo con ninguna. No atacaré a ninguna, para defender esta posición. Y parte de lo que afirman tanto Guionista Hastiado como Santamano y otros son argumentos comprensibles. Los respeto. No los comparto.


Me parece que las reacciones son, como mínimo, tan interesantes como la propia ficción que las producen, y apuntan, creo, a un cierto modo de consumir ficción muy patrio al que se le están saltando las costuras por varios frentes.

Uno es, claro, las ansias que tenemos algunos por otros géneros. En los anglosajones esto sería impensable porque ellos tienen a Bradbury, Dick, Tolkien, Ballard, Aldiss. Y tiene Doctor Who y Buffy, cazavampiros. Y Neil Gaiman. Y Alan Moore.

Nosotros tenemos a Galdós. Por partida doble. La "gran" serie de televisión es Fortunata y Jacinta. Eso es así, compadre. Nos pone la realidad.

Pero a los que hemos nacido ya más cerca de los ochenta, a los que leíamos Julio Verne o nos iniciamos con Stephen King y Asimov, esto nos sabe a poco. Nos hemos hecho adultos, y no hemos renunciado a los cómics. 

Otra vía de agua que afecta a este barco hasta ahora tan sólido que era el realismo español (¿castellano?) son los posmodernos. Los que lo son con militancia. Como Alvy Singer. Como la generación Nocilla. Como Andrés Ibañez. Gente que valora Lost con una lupa mucho más compleja. 

En el blog de Hernán Casciari, hay un entrada muy divertida sobre diferentes modelos de espectador de esta serie. ¿Qué pedimos de una historia? No lo sabemos. De verdad. Depende. De cada uno. Habrá estudios psicológicos y sociológicos, seguro. Pero no lo sabemos. Un guionista, yo mismo, dirá que son los obstáculos que se le ponen a un personaje en su camino hacia su objetivo. Sí. También.

Un crítico de cine del estilo de Cahier tal vez nos comente que una historia nos subyuga por el trasfondo, el “universo propio” que nos traslada un autor. Pues sí, también. Miren a Lynch.

Un tipo de espectador nos dirá que prefiere los personajes per se, si son creibles, fuertes, con matices. También. Nadie lo duda.

La ficción es muy jodida. En serio. Muy compleja. Por eso es tan complicado enseñar a escribirla. Una ficción son palabras, pero también son imágenes, y las imágenes… Ay, amigo, las imágenes van por su cuenta. Te abren la mente a otras realidades, que tienen que ver poco o nada con la razón.

¿Por qué Lost tenía las de perder desde un principio? ¿Por qué, en realidad, era imposible que contentara a todos? La ficción, ya digo, es muy jodida. Nos hemos acostumbrado a whodunnit, a esos finales que ya hacía Agatha Christie donde sólo al final nos contaban quién era el asesino. Y cómo había realizado su crimen. Y nosotros, pasan los años, y seguimos asumiendo este esquema, de la literatura de crímenes, de la literatura negra, después. Y hasta hoy. Miren CSI. Puede que no siempre atrapen al culpable, pero el espectador ve lo que ha sucedido. 

Para un contraste, lean Night Train, de Martin Amis. Sin respuestas. No es fácil mantener ese argumento que corre por ahí de que eso de la posmodernidad es el invento de unos "guays intelectualoides".
No me extraña aquello que leí en una ocasión. Esa estructura es un modo de ver el mundo. Una filosofía, incluso. Nos prometen que el problema tiene solución. Si los autores quieren incluir una moral, el crimen será castigado. Si no, tampoco importa. El universo no se altera. Todo vuelve a la normalidad. Al menos, como espectadores, como lectores, sabemos qué ha pasado. Y como los autores y guionistas no son tontos, recurren al psicologismo que tantos réditos han dado desde el siglo XIX: y nos dan, incluso, hasta el por qué. Por qué el asesino es un asesino. Por qué. Así, si no atrapan, importa menos, no nos inquieta demasiado, puede que el mal no sea castigado pero es asequible, comprensible.

Abres y cierras. “Nunca siembres nada que no tenga su correspondiente pay-forward”, te dirán y diremos los guionistas. Bueno, no es que seamos muy originales, no crean. Esto no lo inventó McKee o Syd Field. Lo hizo Chéjov. O, al menos, fue el primero que le dio nombre. Pero miren lo que encuentro por aquí. A veces, un clavo es un clavo, una isla misteriosa es una isla llena de misterios, y nada más. Y nada menos.

Si abres, hay que cerrar. Si creas expectativas, tienes que contentarlas. No, esperen. Pero ¿qué expectativas? Estos esquemas parece que siguen un impulso, digamos, de tipo racional. Ves u oyes algo en el transcurso de una ficción. Te excita y tu lógica te dice “quiero saber más”. ¿De veras?

A lo mejor no. A lo mejor el final de Lost nos ha despertado de un impulso que no era, en verdad, nada racional. Nada adulto. Y ahora, ahora sí, reaccionamos como los adultos harían: distancia, desprecio, paternalismo. Venga ya. Esto no es lo que queríamos. No nos han aclarado todas las dudas.

¿Pero queríamos saber?

jueves, mayo 20, 2010

CON LA CONTRA CRÍTICA HEMOS TOPADO

Los blogs lo cambian todo. Cada uno puede producir textos. También críticas. De literatura, música, cine, arte. Si las revistas especializadas se esfuerzan en una contención frente al insulto llano, en tu blog puedes vilipendiar la última de Meden. Si alguien sospecha que la corrección y el respeto (o cierta distancia) son muestras del desgastado concepto de la “corrección politica”, en tu blog puedes hacer sangre.

Con suerte, crearás tu camarilla, tus seguidores, y haréis un frente. Los blogs lo cambian todo. Los expertos ya no están en los periódicos; cualquiera es un experto. Se han roto los límites.

Próximamente, realizarán una entrevista al escritor sevillano Andrés Pérez Domínguez en un programa que lleva mi productora. Escuchando este dato en una de mis visitas, me he dado por revisar una polémica dura, a ratos desquiciada, pero significativa en todo caso. Tuvo lugar en la web Estado Crítico. Una de sus “firmas”, Carolina León, analizaba la última novela de Pérez Domínguez. Leanla, porque si no, no me van a entender.


Y luego, lean los comentarios. A Carolina León el libro no le gustó. Es una crítica rotunda, aunque, según lo veo yo, con ese matiz de “personalización” que va calando en ciertos analistas estos días. Pienso en Hilario J. Rodríguez, cuando analiza las películas que ve. Una forma de rotundidad, pues, relativa, como advirtiendo “así lo veo yo”.

Pero esto no es un periódico. Es un blog. Si alguna vez nos mosqueaba lo que afirmaba el crítico de Babelia sobre un libro que nos encantó, callábamos. No había opción. Ahora no. Ahora la red, además, permite el anonimato para los comentarios. Fíjense en la que se lió. Y eso, que esta novela ha recibido, sobre todo, reseñas positivas. Es decir, no se entiende que, por una que no la estime, los lectores acaben así.

Quizá la misma inmediatez que causa esta forma de comentar lo facilite, pero, en general, notarán que a muchos les pierde la emoción. Es posible que Carolina León no haya sabido ver lo que pudiera haber de positivo en El violinista de Mathausen, pero insisto en que no encuentro una saña particular.

Y pienso que mucho de lo que le critican es justo en lo que algunos de los defensores de Pérez Domínguez caen. Pero veamos algunos de los argumentos en los que se basan para ir contra la autora de la reseña.

Ya hace mucho, recuerdo lo que se originó cuando Cela dedicó un pequeño texto a la masacre de la persona (más que del escritor) de Antonio Muñoz Molina. Y recuerdo la respuesta del escritor jienense.  Hablaba de esa visión propia de aquí: cómo nos pone Quevedo, oiga. Cómo nos gusta el insulto “con gracia”.

El insulto, con gracia o sin él, es lo que es. Es la pérdida del respeto por una persona en concreto. Este estilo que alguien, creo, denominó como “tabernero” ya ha cuajado en la prensa nacional. Vean las críticas de cine de Carlos Boyero en El País.

¿Cuál es la otra crítica que, viendo esos comentarios que decíamos, se achaca justamente a los críticos? La pedantería.

Resbaladiza palabra, ésta. Se tiende a creer que es un pedante el que prueba que sabe más que uno. La RAE no nos va a solucionar mucho. Siempre será una cuestión de perspectiva personal.

Como con lo primero, tenemos que coincidir. Este tipo de crítico existe. Incluso hay quien utiliza sus textos para un vapuleo sustentado en requiebros literarios. Pienso en Otis Rodríguez Marchante, en algunas ocasiones.

Una tercera ventana a través de la cual merece la crítica que la defenestremos: los intereses. Es cierto, también. El País, ABC, El Mundo suelen dar más espacio a las editoriales que luego pagan publicidad. Y otros intereses comerciales y empresariales desvitúan la supuesta objetividad. La última vez que un crítico de Babelia hostigó una novela de Alfaguara, tuvo que dejar El País.

Así que sí, los críticos pueden ser barriobajeros, pedantes y hasta “vendidos”. De acuerdo. Pueden. Algunos. Algunas veces.

Pero aquí no hablábamos de un medio común. Carolina León escribía en un blog. Uno sin publicidad. Escribía desde su opinión, tan personal como la de cualquiera de esos que salieron a apoyar a Pérez Domínguez.

Luego, el ataque, además de desproporcionado, era contraproducente. Si estamos con el cambio en la forma de asimilar las formas de la cultura, no podemos lanzarnos al cuello de quien ejerce esa nueva libertad que da Internet.

Recuerdo un antiguo colega y una conversación que tuvimos:

YO: ¿Qué estás leyendo ahora?

MI COLEGA: La Trilogía de Nueva York. Ya sabes, Paul Auster.

YO: Ah, y ¿qué? ¿Qué te está pareciendo?

MI COLEGA: Pues… No sé. No lo entiendo. (Pausa) Pero a lo mejor soy yo.

YO: Hombre, no sé, no se trata de eso...

MI COLEGA: Es que como todo el mundo dice… En fin, será que soy un puto zoquete.

Ahí está el quid. Queremos deshacernos de la crítica “oficial”, pero seguimos dejándonos influir por ella. Si muchos expresan que Auster es un escritor magnífico, y nosotros no los disfrutamos, nos acongojamos. En primera estancia. Al rato, ya nos vamos haciendo mala sangre. En un par de días, tendremos que reafirmarnos. “Es que ese Auster es cosa de los intelectualoides esos”.

Y la rueda vuelve a girar.

La posmodernidad nos vuelve a todos un poco locos, por eso de que se han roído las bases y las referencias. Asumámoslo. Sí, cuesta. A mí me cuesta, oigan, de veras. Y luego, disfrutemos de sus ventajas. Si algo nos gusta o no, será a pesar de lo que digan o escriban. Los críticos de los medios oficiales, u otros blogueros.

Todos somos ya adultos. Si no queremos “sufrir” (aunque tampoco aprender), basta con que nos aferramos a “nuestros” escritores, “nuestros” libros de cabecera.

Además, algunos argumentos de esta contra-crítica no se sostienen. Habrá, seguro, una cierta tendencia cainita en nuestras letras, y en la propia web basta escarbar un poco. Un señor tan serio como Fernando Valls no pierde ocasión de burlarse del grupo de Nocilla Lab. Y bien, es probable que haya más de uno que se deje llevar por eso supuestamente tan español como es la envidia.

Pero es un camino peligroso esto de las generalizaciones. Recuerdo que le leí a Javier Cercas comentando esto de la envidia nacional, al preguntársele por algunas (serían escasas, además) negativas a su Soldados de Salamina. Y no, hombre. Como alguien afirmaba en los comentarios y como dice Alejandro Luque aquí, los escritores con éxito en ventas y hasta en críticas no debieran aspirar a que todos se rindan a ellos. Tampoco me vale lo de “¿No te parece bueno? Anda, pues hazlo tú, a ver si tienes tanto éxito”.

Eso que se dice acerca de cómo todos los críticos son escritores o cineastas frustrados es una soberana tontería. A ver si no vamos a poder hablar mal de los premios Planeta, o los best sellers españoles. Y eso, sólo para empezar.

Además, a mí me pasa como lo que comentaba el mencionado Hilario J. Rodríguez, aquí: me resultan más enriquecedoras las críticas con las que no estoy de acuerdo. A lo mejor, peleándome con lo que escribe el crítico, aprendo algo. Siempre que sea alguien a quien respeto, claro.

Por otra parte, volemos o no por los aires los supuestos grandes popes de la crítica, cuidado. No vaya a ser una mera excusa para nunca leer a los grandes. 

Porque ésa es otra tendencia reciente: la soberbia ingenua. Muy común en los talleres literarios, se da en gente que no tiene empacho en, tengan o no lecturas a sus espaldas, poner en cuestión el estilo de Tolstoi, burlarse de lo recargado de Poe, o afirmar, así, tal cual, que "menuda imbécil está hecha la señora Dalloway". 

Pero eso será para otro post. Lo que oye en los talleres literarios (y de guión, ya que estamos) da para un relato, como mínimo.

martes, mayo 18, 2010

CINE: IMÁGENES

A raíz de un comentario que he leído aquí, he estado pensando en qué recuerdo de las películas que he estado viendo, no sé, los últimos diez o veinte años. ¿Qué se queda en la memoria? Las imágenes sí que valen más que mil palabras, aunque depende de la imagen y depende de las palabras.

Voy a hacer un repaso personal a imágenes que aún se conservan en mi cabeza. No será exhaustivo, advierto.

- Mr. Glass, de niño, escuchando cómo su madre le dice que debe salir al mundo exterior, mientras su figura aparece reflejada dentro del televisor, en El Protegido (Unbreakable, M. Night Shyamalan, 2000).

- El teléfono que suena y asusta a todos, incluido el espectador, en El Cabo del Miedo (The Cape of Fear, Martin Scorsese, 1991) Además de su buen montaje, nos cuenta que algo va mal con esta familia.

- El conejo de Donnie Darko (Richard Kelly, 2001). Donnie Darko golpeando una especie de ventana indivisible.

- Los músicos de Underground (Emir Kusturica, 1995), por todas partes, incluso debajo de agua.

- Los pasillos de la casa de Fred Madison (Bill Pullman) en Carretera Perdida (Lost Highway, 1997) que, junto a un saxo en la banda sonora, me parecen el lugar más terrorífico que se ha rodado en mucho tiempo.

- El director de televisión de El Show de Truman (The Truman Show, Peter Weir, 1998) acariciando el rostro de Truman en una pantalla. O ese cielo inmaculado que se descubre como decorado.

- La cadena de pequeñas escenas del final de Requiem for a Dream (Darren Aronosky, 2000). Junto a la música de Clint Mansell, un camino hacia la locura, y la desesperación. Y sin apenas palabras.

- La escena del baile hacia el final de Delitos y Faltas (Crimes and Misdemeanors, Woody Allen, 1989) Una imagen puede transmitirlo todo.

- El coronel Gordon Tall (Nick Nolte), tras la batalla, en La delgada línea roja (The Thin Red Line, 1998, Terrence Malick). También un rostro, y un buen actor, puede decirlo todo.

- Clint Eastwood, como El jinete pálido (Pale Rider, 1985), alejándose por el horizonte, mientras la chica le grita que regrese.

- La cámara que gira y gira alrededor de Carlitos Brigante, y los mafiosos que lo quieren muerto, aunque, como siempre hacen los mafiosos, disimulan, hablando de otra cosa. A veces, las "virguerías" con la cámara son justificadas. Y hermosas. En Carlito´s Way (Brian de Palma, 1993).

- Francesca Johnson (Meryl Streep) mirándose, desnuda, frente al espejo, en Los puentes de Madison County (Clint Eastwood, Bridges of Madison County, 1995). O la figura de Robert Kincaid (Eastwood) en medio de la lluvia, esperando que Francesca baje del coche.

- El funeral del padre del protagonista en Big Fish (Tim Burton, 2003)

- El fondo decorado del hotel donde habita Jeffrey Wigand (Russell Crowe) mientras su vida se derrumba, en El dilema (The insider, Michael Mann, 1999), y que pasa a convertirse en un túnel hacia lo que ha perdido. ¿Menos complicado? Lowell Bergman (Al Pacino), metido hasta las rodillas en el mar, transmitiendo hasta qué punto estaba metido en la conversación con Wigand.

- El niño que observa su propia muerte, en Doce Monos (Twelve Monkeys, Terry Gilliam, 1995).

- La memoria "andante" que se borra en Eternal Sunshine of the Spotless Mind (Michel Gondry, 2004)

- El canto a varias voces de los diversos y raros personajes de Magnolia (Paul Thomas Anderson, 1999)

- El barco fantasmal, con esos rojos infernales, de Sospechosos habituales (The Usual Suspects, Bryan Signer, 1995)

- Rick Santoro mirando un billete de dólar, manchado de sangre, en el suelo, mientras se dice y le dice a quien trata de involuclarlo: "Nunca he matado a nadie", en Snake Eyes (Brian de palma, 1998)

- El plano cerrándose sobre Mr. White (Harvey Kietel), mientras en voice over continúan las disquisiciones de los demás miembros de la banda, causando más angustia., en Reservoir Dogs (Quentin Tarantino, 1992)

GUIONECES: PRINCIPALES FALLOS

Hace tiempo leí por ahí que no deberíamos ser exigentes con el nivel gramatical y ortográfico de los que guiones que recibamos para su lectura. Disiento. Una escritura con fallos me advierte que esa persona lee poco, y eso, en mi opinión, ya me da desconfianza. Sin haber leído, puede que ese guionista crea que la historia de un hombre que se convierte en insecto es el colmo de la originalidad, que encontrarse el origen del universo en un sótano es un final impactante, o que el monólogo interior lo ha inventado él. Bendita ignorancia, pero poco profesional. Un guionista tiene que leer y leer mucho.

¿Es posible ser un genio y escribir con miles de faltas de ortografía? ¿Tener talento dramático o humorístico sin articular bien una frase? Sí. Todo es posible. Pero no todo es probable. 

Además, conviene una buena presentación, porque se reciben muchos guiones, se leen muchos guiones, y cualquier fallo en la redacción causa que el lector te tome manía a las pocas páginas. Comento los fallos más comunes que encuentro, ya sea en los guiones que leo, ya en las pruebas a los guionistas que empiezan conmigo:


-       La tilde en “qué”, “cuándo”, “cómo”, “quién”, “dónde”.

No sólo en lo más sencillo, es decir, cuando encabeza una pregunta.

¿Qué esperas? Escribe.


Esta tilde diacrítica también se aplica si la frase tiene sentido exclamativo.


¡Qué esperas! Escribe.


Esas tildes en se aplicarán además en los casos en que introduzcan oraciones interrogativas o exclamativas indirectas:

No sabes cuánto te he echado de menos.

Cualquier día te explico cómo acabó todo.

Si nos perdemos, siempre podemos preguntar por dónde se va al pueblo.

No sé tú, pero yo sí sé quién es.

Nadie nos dijo cuándo empezaba la fiesta.


-       La tilde en “éste, ésta”, etc.

Ojo, porque yo mismo he tenido que descubrir que, en esto, la Real Academia de la Lengua, ha cambiado las reglas. Cuando son pronombres, es decir, funcionan sustituyendo a sustantivos, no requieren la tilde.

Mi amigo es ese de allí.

Vas a tener problemas con aquellos


Tampoco la llevan cuando son adjetivos.

Me dedico a guardar mis tesoros en esa caja.

Los locos aquellos ni siquiera se preocupan de disimular.


La tilde sólo aparece cuando puede existir dudas sobre su sentido.


¿Por qué dices que cambiaron esos ordenadores?


Sin tilde, no sabemos si “esos” es adjetivo de ordenadores o funcionan como pronombre.


¿Por qué dices que cambiaron ésos ordenadores?


En este caso, quiere decir que “esos” es el sujeto, sustituyen a un sustantivo. "Esos (tipos) cambiaron ordenadores".


-       Burradas varias


“Ay que salir de aquí”. En lugar de “Hay que salir de aquí”


“Valla calor que hace”. En lugar de “Vaya calor que hace”.


-       Palabras “erróneas”.

A veces, por motivos de “realismo” (no sé si siempre bien entendido) querremos que ciertas expresiones de un personaje sean intencionadamente “incorrectas”. En ese caso, debemos incluirlas entre comillas, o bien en cursiva.

El tío me ha dejao bien atao.

-       Las comas.

Esenciales, para comprender un texto, y más, si vamos a leerlo en voz alta, como es el caso de los diálogos. Fallo más comunes.

               + La coma vocativa. Antes de la persona a la que va dirigida una frase va siempre una coma.

¿Qué pasa Enrique? Mal
¿Qué pasa, Enrique?

               + Las comas innecesarias. Delante de un verbo no se requiere una coma; es decir, no debe separar el sujeto del verbo.

Enrique Juárez, decidió aquel día… Mal.
Enrique Juárez decidió aquel día…

Un caso que pudiera ser el que confunde es cuando al sujeto le añadimos una oración sustantiva.


Enrique Juárez, juez del distrito sur, decidió aquel día.


Pero, como se ve, en ese caso se requieren ambas comas para separar dicha oración sustantiva.

              + La coma imprescindible. Es conveniente leer en voz alta, si no se maneja bien esto de las comas, porque a veces sucede que una que falte cambia el sentido de toda una frase.

Si está aquí, preferiría dar un paseo.

Parece condicional. “Sólo si está aquí, preferiría dar un paseo”.

Es un error común usar las comas cuando un punto y seguido funciona mejor, y clarifica el sentido.

Si está aquí al lado (el sitio al que vamos). Preferiría dar un paseo.

Otro ejemplo de la necesidad de las comas.

CARMEN consigue abrir la puerta y coge aire feliz.

¿El aire es feliz? ¿Coge un aire feliz? Obviamente no. Ese adjetivo se aplica al sujeto, lo que sucede es que falta una coma

CARMEN consigue abrir la puerta y coge aire, feliz.   

Otros fallos son propiamente en lo que se refiere a la escritura dramática.

- Descripciones incompletas o reiterativas.
 
Cuando el director es el guionista puede tener la mala costumbre de escribir un texto casi para sí mismo. Es decir, lo tiene tan claro en la cabeza, que no expone lo que se va a ver. De esa forma, puede uno encontrarse con que el apartado de “acción” es así:

Juan tortura al acusado.

Esto no es aceptable. ¿Cómo lo tortura? Las acciones tiene que ser específicas, y no un resumen. Sólo así entenderemos qué sucede, y podremos visualizarlo. Además, los personajes se definen por lo que hacen (y su contraste o apoyo respecto a lo que dicen).

Otro error es que la acción suprima todo detalle, reiterando lo que luego ya expresa el diálogo.

Juan le explica al acusado sus derechos.

JUAN
Tienes derecho a guardar silencio…

Esto no es necesario, y resta espacio a esas pocas líneas que existen para que se explique las acciones.

-       Personajes que desaparecen.

Son un dolor de cabeza, cierto. Escenas en las que hay hasta cuatro personajes o más. Sobre todo, porque el guión no debe olvidarlos. No es obligatorio que hablen todos durante la escena, pero sí que sepamos dónde están, qué hacen. Si en una reunión de grupo, dos de ellos entablan un debate o una discusión, es normal que sepamos cómo reaccionan el resto de los presentes. Además, si no señalamos su presencia, Producción puede no detectarlos, y pensarse que dichos personajes (“silentes” en esa escena concreta) no están: y eso resentirá el plan de rodaje.

-       Incoherencias lingüísticas.

Tenemos que ser fieles y coherentes con el nivel cultural de cada personaje. Si son tipos cultos, lo serán todo el tiempo; no implica que hablen siempre con palabras complicadas, pero sí que no es probable que acudan a giros de lenguaje “vulgares”. Y viceversa. Para eso, claro, tenemos que conocer bien a los personajes: y esas biografías que todos deberíamos haber escrito ANTES de una sola palabra del guión.

sábado, mayo 15, 2010

CINE DE TERROR: ¿QUÉ NOS DA MIEDO?

Mientras veo La habitación 408 (Mikael Håfström, 2007), me pregunto cuáles son los miedos en la actualidad. Bien, conocemos las ansiedades comunes que nos hostigan como adultos, aunque tengan poco reflejo en el cine de género: el paro; la soledad; la enfermedad... ¿Y en ese tipo de películas que deberían asustarnos? El psicópata ya es una caricatura; los monstruos parecen ajenos. Los fantasmas… Ah, los fantasmas. ¿Qué nos da miedo de los fantasmas? A lo mejor es que nos recuerdan la muerte. Curioso que lo que algunos consideren una especie de consuelo, a otros (o, a los mismos, en otros momentos) les provoque horror.


En el caso de que sean fantasmas ajenos, desconocidos, el temor parece más lógico. Si, además, delegamos la mirada y el sufrimiento en los ojos y el cuerpo (no olvidemos los golpes y arañazos que vive) de un niño, tenemos El Sexto Sentido.

Por otra parte, si los familiares de uno “se aparecen”, ¿no deberíamos alegrarnos?

Depende del familiar, claro. Estoy pensando en The Abandoned (2006) y Aparecidos (2007). Dos películas de directores españoles, donde el terror procede de padres descubiertos como monstruos. Como monstruos en un sentido que hoy pudiéramos todos entender. Uno, un violento; el otro, nada menos que un torturador de la Argentina tomada por los militares.


En el film de Paco Cabezas, todo acaba en un happy ending que desvirtúa un tanto los buenos momentos. La escena en que los protagonistas afrontan que no pueden salvar a la niña lo tiene todo: violencia, sorpresa, desesperación. En The Abandoned, Nacho Cerdá es más fiel al objetivo del género: cuando se penetra en el abismo, no hay salida.

Ambas, juegan en algún momento con la inclusión del pasado en el presente; como algo, por cierto, que debiera producirnos pavor. Algo que también relaciona ambas cintas con La habitación 408.

¿Es ése un camino? ¿El pasado de los padres que no conocimos puede atemorizarnos?

Más opciones. Hace unos años, hubo al menos tres películas donde el miedo se relacionaba con otra conexión sanguínea: los hijos.

Y en La habitación 408 tampoco está ausente.

El cine de este género que va hacia los adultos tal vez se pregunte: ¿qué puede “tocarnos” a todos? ¿Qué puede ser comprensible para un espectador medio? El que va dirigido a los más jóvenes adolece, lo sabemos, de personajes tan insulsos que, a ratos, estamos deseando que los maten. No, miento; eso ya sería algo. Lo que ocurre es que nos da igual si viven o mueren. Así que parece que los cineastas que quieren más “seriedad”, se plantean: la pérdida de un hijo. Aún si no lo tenemos, podemos imaginarlo. Por ese lado, tenemos asegurado hasta la identificación por parte de algún adolescente despistado que no se haya metido a ver cualquier tontería.

En la Tiniebla (Half Light, Craig Rosenberg, 2006) usaba el hijo perdido como trauma anterior a la propia historia, de forma similar a cómo hace La habitación 408. Si en ésta, se convierte en el punto clave de la pesadilla, a modo de tortura, a que “el mal” somete al protagonista, en el film con Demi Moore es un obstáculo (y luego, una ayuda) para apartarse de la “locura” que acucia al personaje principal.
 

Por cierto, detalle curioso: el director de En la Tiniebla colaboró en Perdidos. Cosas que uno halla en el imdb. Me hace pensar. Lost no está, desde luego, falta de inquietud. También por ese continuo juego mental sobre qué sucede, para el espectador y para el propio personaje. ¿Lo que veo es real? ¿Lo que oigo es real? ¿Yo soy real, como afirma el protagonista de La habitación 408? ¿Estarán muertos, como nos hemos preguntado muchos de los que hemos visto Lost?

Claro que esa dirección igual te lleva al terror que al terreno de lo fantástico, y hasta de lo metafísico. Y eso tiene mal final. No, porque lo espiritual deba quedarse fuera de la ficción. Porque si se le dan respuestas muy contundentes, nos parece fácil. Nos parece que nos contestan a las preguntas. Y eso sucede con La habitación 408: “el más allá existe”. Y Perdidos, hasta donde he visto, en esta sexta temporada está aclarando demasiado. ¿Será que la narración está condenada a ser explícita? ¿No se puede navegar desde y hacia el misterio por el misterio? Esto, me temo es la herencia de la novela negra. Y que se nos ha olvidado que en "Los pájaros", nunca supimos qué hacía rebelarse a estos animales.

Volvamos con los hijos muertos o perdidos. En la misma época, se estrenaron dos films que tenía un final con parecidos.  Las protagonistas, dos madres. Los padres de ambas ficciones eran testigos impotentes, que no sabían o podían hacer más de lo que hacía. Por cierto, que el padre lo interpretaba el mismo actor: Sean Bean.

The Dark (John Fawcett, 2005) nos dirige hacia un paisaje parecido al de En la tiniebla, aunque en dirección contraria. Si en ésta, huía de la familia, aquí la protagonista viaja con su hija a ver a su ex marido, a una zona de acantilados, si en el film de Rosenberg era Irlanda, aquí es Gales.

Un anticipo de The Dark. Se la recomiendo.

Cuando la hija desaparezca, los padres sabrán de una leyenda de fantasmas que dan al film una entidad argumental mayor que la media.

Silent Hill también posee una "pre-historia", que la protagonista va desvelando (ella como guía del espectador) según avance en la persecución de la hija perdida. Aquí, el marco “fantástico” comienza mucho antes, aunque eso da pie a efectos especiales más extraños que aterradores, por culpa de lo digital. Además, pienso en la escena con las enfermeras: como decía Chicho Ibáñez Serrador, qué difícil es este género; si te quedas corto, aburres; si te pasasn produces risa.

Aún así, quizá lo que atrae de Silent Hill es lo mismo que pasaba con The Dark: no son “historias simples”. Y siempre funciona esa mínima intranquilidad de que no sepamos qué sucede. ¿Qué está pasando?, ¿qué está pasando?, nos decimos si todo se llena de extrañeza, y eso ya empuja lo suficiente para que sigamos viendo. De nuevo, creo que el ejemplo de Lost vuelve a ser oportuno.

Silent Hill acaba con una madre que sólo en teoría ha rescatado a su hija, aunque nos dé la sensación de que ambas se han quedado en un limbo extraño (luna especie de neblina) alejado del padre, y del resto del mundo. Es decir, aquí no triunfa el personaje; no se “cierra” la inquietud. En The Dark es aún peor. La madre rescata a su hija al precio de su propia condena. Sólo que, en su limbo, tiene compañía. Cuando lo entendemos, al tiempo que ella, surge uno de los momentos más aterradores que yo he visto en cine en mucho tiempo.

Una opinión subjetiva, y, en cierto modo, emocional, y así contrasto tanto análisis distante.

miércoles, mayo 12, 2010

SUPERHÉROES EN CINE IRON MAN 2 (II)

Porque hay que ser justos, y no todo en la blogoesfera se limita a opiniones encontradas de "bueno" o "malo", les coloca aquí dos enlaces que hacen un análisis bastante diferente de la película Iron Man.

Aunque no estén de acuerdo, es posible que les deje al menos la sensación de que siempre se puede ver un tanto más allá, hasta en el cine de consumo.



http://elrinconalvysinger.blogspot.com/2010/05/el-superheroe-como-marca.html

http://thehardmenpath.blogspot.com/2010/05/disney-compra-marvel.html

SUPERHÉROES EN CINE Y IRON MAN 2

Ahora que se estrena Iron Man 2, encuentro por la blogosfera la usual rencilla entre opiniones, desde los que defienden el "entretenimiento puro" (habría que reflexionar qué significa esto, exactamente) y los que la machacan sin piedad como producto de consumo. Tal vez sea una extensión lógica de una especie de guerra intergaláctica entre los seguidores de los cómics (o más bien de un tipo de cómics, los de Marvel y afines), a los que se engloban dentro del apelativo de “frikis” y los afines al cine de arte y ensayo,  independiente, "de autor", los denominados “gafapastas”.

Pero pienso que la cosa es un tanto más compleja. Primero, porque en Hollywood, el guionista nunca es libre, y suele adaptarse a lo que le va pidiendo el director. Segundo, porque, por el camino de qué superhéroes la industria dice que necesitamos (o que demandamos), se cuelan estéticas y éticas que no sólo atañen a la historia.

 Los personajes de la versión adolescente. Serie de televisión Spectacular Spiderman.

Veamos. La saga de Spiderman en el cine se ha ido al garete. La nueva Marvel, adquirida por Disney, prepara una nueva franquicia que empiece de cero. Se habla de llevárselo todo más hacia el Spectacular Spiderman, la serie de televisión de dibujos animados, a su vez, inspirada a ratos en la serie Ultimate del héroe. Esto del Ultimate es una idea del 2000, una "reinvención" de los de la editorial de varios de sus personajes, desde el principio. En el caso de Peter Parker, eso implica que sus aventuras se circunscriben al instituto, como adolescente que, a tiempo parcial, lucha contra villanos, también “nacidos” en circunstancias muy diferentes a los cómics originales.


No veo conclusiones sencillas. Si el objetivo es la taquilla, diversas pruebas apuntan a que no es un camino tan seguro. Veamos. The Dark Knight ha recaudado 533 millones de dólares en todo el mundo. La propia serie televisiva de Spiderman que mencionaba, en cambio, ya ha suspendido su emisión. Puede que justo por la compra de Disney de Marvel. Se comenta que volvería a emitir una serie de animación, sólo que esta vez, ya directamente basada en la serie Ultimate. Por el lado de los cómics, una de las series más reverenciadas y con mayor repercusión fue justo la que tuvo a un Spiderman de treinta y muchos que se enfrenta a problemáticas de adulto: aquellas historias de Joseph Michael Straczynski. 


Puede que el éxito de Crepúsculo (Twilight, Catherine Hardwicke, 2008) haya hecho pensar en que el público adolescente siempre es el que llena las salas. O puede que Marvel, como temíamos muchos, se haya de adaptar al tono “blando” de la Disney.

Pero nadie sabe nunca lo que va a triunfar. La primera de Spiderman, sencilla, a ratos simple, y no muy interesante en lo visual, tuvo éxito. La segunda, más pensada, mejor guión, un malvado mejor, tuvo aún más éxito. La tercera, indefinible, dando lugar a lo peor de Sam Raimi (y mira que este tipo posee muchas virtudes) tuvo mucho más éxito aún.

¿Entonces? Nadie sabe. Nunca. Qué va a triunfar.

En cuanto a la polémica sobre Iron Man 2, me fijo en este post, y me río. Tiene parte de razón. La opinión de los demás nos afecta. Parece que la justificación de nuestro gusto cinematográfico requiere de que desprestigiemos y vilipendiemos el del otro. Si te gusta Iron Man, tienes que atacar a los “gafapastas”, los “intelectualoides” (los posts de este tipo son un tanto repetitivos, demasiada saña para ocultar lo que haya de ocultar). Si no te gustó The Dark Knight, pero oyes que hasta los críticos serios la ensalzan, tienes que burlarte de los frikis.

En el mejor de los casos, si al analista no le gusta un film, no degrada a nadie. Aun así se cumple lo que afirma el compañero del blog "Escrito por": vean aquí un ejemplo de cómo alguien sabe verle los errores a Iron Man 2. Y, con todo, se los perdona. Al final, nos gusta lo que nos gusta, y sólo somos intransigentes con lo que no.

Sea como sea, no es probable que estemos ante un film que se  el culmen de la degradación de Occidente. Ni tanto ni tan calvo. Hay matices. Aquí, un bloguero busca un punto medio interesante para Iron Man 2

No podemos despistarnos del todo, con la aplicación de que un tratamiento “adulto” hace, de modo automático, una buena película (o un buen cómic). Soy admirador de Christopher Nolan. The Dark Kight me parece muy lograda. Pero reconozco que el viraje hacia el realismo no conduce necesariamente a resultados óptimos. O digamos que por el camino también se pierden elementos estimables.

Si conviertes Gotham en Chicago, y no Chicago en Gotham, se pierde un potencial visual tremendo. Ahora nadie se acuerda, pero el Batman de Burton entusiasmó a muchos. ¿Por qué? Porque era pop. Porque era pop oscuro. Porque era pop divertido.

Aquella Gotham era mucho más interesante: aquella arquitectura, ¿recuerdan? Y aquel Joker era “menos realista” pero tal vez más cercano al cómic. Y Batman Returns ya era el delirio... Probablemente, era el momento más alto de la carrera de Tim Burton, hasta el punto de que se supo llevar a su (alucinada) visión un universo ajeno.


Christopher Nolan nos ofrece, a cambio de sacrificar la imaginación (en las imágenes), una historia “seria”. Jon Favreu comenta que descartó para Iron Man usar un archienemigo como el Mandarín, por ser “demasiado fantástico”. Claro: alguien que vivió en la China Imperial, y que resucitaba, buscando anillos mágicos...  Por otro lado, un millonario con una armadura que vuela.. ¿sí es realista? ¿Ven? Mal camino o camino ingenuo, cuando menos, ése de sacrificar el elemento fantástico. Porque, por desgracia, a cambio Favreau no ofrece ni un guión interesante, ni siquiera algo medianamente original en lo visual. Al menos, Iron Man, la primera entrega, tenía un aire humorístico que parecía probar un nuevo camino. Bien. Por qué no. Ahora bien, viendo Iron Man 2 opino que ese camino no tiene tanto recorrido. El crash boom bang de los efectos especiales tiene su aquél, claro, pero si todo se toma un poco a coña, ¿qué queda?

El Mandarín

Fíjense a qué hemos llegado. ¿Se puede adaptar un cómic y ser “poco visual”? Pues ya ven: se puede.

El detalle ha sido enterarnos de que los que preparan otra de Superman utilizarán a Nolan de asesor. Interesante. Superman tiene muchas más versiones que ese lugar común que afirma que es un super héroe "demasiado perfecto". DC ya le dio vueltas al personaje; lo recreó, lo cambió, lo hizo menos ingenuo...


Pero aun así, los productores no se fían. Prefieren a Nolan. ¡"Haznos un súper héroe "adulto"! o ¡Haznos uno que sea verosímil!" Interesante, digo. ¿Será que ya nadie cree en héroes? ¿Ni siquiera en Estados Unidos? Vaya, qué lejos estamos de los tiempos de Indiana Jones o John McClane. Corren malos tiempos para los héroes... "inverosímiles".

Un punto intermedio, o, quién sabe, un punto incluso fuera de la ecuación es Watchmen. Absorbe tanto el cómic, que tal vez se pierda. Pero, al tiempo, no desperdicia el carácter visual del cine, ni lo fantástico, y nos proporciona imágenes que cuentan una historia.

Los críticos quizás, por eso, no sepan a qué carta quedarse con la película de Zack Snyder. Fantástica pero violenta, y “seria”. ¿Cómo le hincamos el diente?


Sea como sea, iremos viendo. Sólo ahora que los efectos especiales están a la altura, el cine ha recuperado, en los últimos 15 años, el interés por que los super héroes de cómic aparezcan en pantalla. Nolan ha abierto una vía; la "seria". Iron Man, otra; la más cercana al entretenimiento. Las dos tienen sus carencias. El Batman de Nolan se pretende demasiado grave; el humor y personajes que todo se lo tomen a broma hacen imposible el peligro, la amenaza, y, de ahí, cualquier suspense o empatía. 

Pero muchos otros personajes, de Marvel, de DC, se prometen pronto en todos los cines. Iremos viendo. A todo esto, nadie ha seguido la estela de otra vía, abandonada, ignorada: la del Hulk de Ang Lee. 

¿Y, ustedes, qué creen? ¿Qué películas creen que han adaptado mejor algún super héroe de cómic? ¿Prefieren la vía de Nolan o la de Iron Man? ¿O no son incompatibles?


domingo, mayo 09, 2010

GUIONECES: Matices para las "normas" de guión

Sí. Si empiezas con un terremoto y vas subiendo, bien. Lo dijo Alfred Hitchcock. Bien. Pero el maestro del suspense no hacía todo tipo de cine. Y las normas no pueden ser estáticas, si se supone que la vida tiene que colarse en nuestras historias. Cuidado con acudir a lo que dijo Hitchcock, lo que dijo Wilder, lo que dijo aquél o el de más allá. A veces, ocultan una excusa.

Pensaba que sólo yo empezaba a preocuparme que Syd Field hubiera hecho más mal que bien. Pero no.
Miren aquí.

Y ahora, hagan la prueba: ¿les pareció "lento" el principio de Up?

GUIONECES: FRASES DE UN DIÁLOGO. BAJO LA ESTRELLAS, FÉLIX VISCARRET

Beni introduce a su hermano en el taller. Lalo se derrumba sobre un asiento, con la mirada perdida.
Beni le vuelve a comentar que olvide el asunto (han sido causantes de un accidente). Lalo, borracho, está ido... Mira hacia arriba, hacia la lámpara.

- Mira qué mariposa más bonita.

- Ya, Lalo, pero eso es una polilla de cojones.

Lalo calla, aún recordando todo lo sucedido. Beni le mira. Y mira la lámpara con las polillas.

Bajo las estrellas (2007). Félix Viscarret.

La escena la he trascrito yo mismo (estoy viendo la película ahora). Me parece un diálogo donde se expresa, indirectamente, el carácter de cada personaje. Lalo es un soñador; Beni está más "bregado", es más pragmático. Y, a ratos, también más cínico.
 
Sí, es cierto: vais a necesitar ver la película, para entenderlo del todo. Pero merece la pena. Hace tiempo que no veo unos personajes tan diferentes; raros, divertidos, patéticos... Y, además, no se les justifica ni se les "explica". Aunque tal vez sobren escenas o diálogos en el conjunto. Es posible. Pero aún así.

Que vengan; que vengan más guiones españoles así.

Otro análisis del guión, muy interesante, aquí.

sábado, mayo 08, 2010

PALABRAS DESCUBIERTAS O REDESCUBIERTAS: "CALINA"


“Calina”

1. f. Accidente atmosférico que enturbia el aire y suele producirse por vapores de agua.

“Las torres que relucían en la calina tenían doscientos años. Allí al menos había estabilidad; allí se encontraba la prueba tangible de la fe de Westerhaven en la unión transcultural; un derroche de estilos y tradiciones que la habían convertido en la ciudad más apasionante de la corona Teven.”

La Señora de los Laberintos (Lady of Mazes). Kart Schroeder. 2005. Traducción de Virginia Sanmartín. La Factoría de libros.

viernes, mayo 07, 2010

LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL: ¿qué sabemos?

Pues yo no tenía ni idea, hasta que, por temas laborales, tuve que empaparme. Recomendamos en el programa (La Banda; un contenedor infantil de series y secciones) una media anual de 100 libros, y, aunque sea imposible leerlos todos, sí que trata uno de adentrarse. Por si adquiero criterio.

Yo recomiendo que os paséis por cualquier librería especializada. No sé qué dirán las estadísticas, pero siempre encuentro llena de niños y padres aquélla a la que voy a sacar libros. O hay muchos lectores, o pocos y compran muchos libros.

Segunda impresión: lo que impresiona es la calidad de los álbums ilustrados. Si buscáis regalos para los hijos propios o los ajenos, o sobrinos o primos pequeños, atención: hay todo un mundo de variedad y calidad. Un repaso rápido sobre lo que conozco, lo que he visto y lo que he disfrutado en cuestión de ilustradores: Shaun Tan, Jimmy Liao, Rébeca Dautremer, Benjamin Lacombe.

Pero ojo, también, porque libro ilustrado no significa ya necesariamente "libro para los más pequeños". Menos mal que hay división por edades en los estantes, porque una tendencia que compruebo y no entiendo es la de no especificar en el libro las edades a las que se dirige la obra. Pero, claro, supongo que era hora de que los padres se tomaran un poco de trabajo.



Si no, observen a Shaun Tan, y lo que él mismo afirma en su web:

"Podría decirse que son «libros ilustrados para niños mayores» más que para niños pequeños, ya que tratan estilos visuales y temas relativamente complejos, como el imperialismo colonial, la apatía social, la naturaleza de los recuerdos y la depresión."

Cierto; sus historias son complejas. Tampoco le falta un toque adulto a Jimmy Liao. Pero también es hermosísimo, y perdonen si queda sensiblero. El Sonido de los Colores es una maravilla. Aunque también, a ratos, muy triste. Pasense por aquí y vean y disfruten.

 Hermosa Soledad tiene menos asideros para lo positivo. Y no digamos Encuentos y Desencuentros: casi podrían ser libros para adultos, a secas.

Libros que seguramente no creen traumas irresolubles a los niños, mientras se extasian con las ilustraciones son Babayaga, de Marc Le thanh e ilustrado por Rébecca Dautremer,  o Princesas Olvidadas o Desconocidas, o Cyrano, también ilustrados por Dautremer.

Un detalle relevante: la calidad del libro, papel, portada, y, como digo, contenido está equilibrado con precios que parecen exiguos. La mayoría no llega ni a los 20 euros. Si andan por Sevilla, les recomiendo la librería Rayuela. Tranquilos, no me llevo comisión. De hecho, deben estar hartos de mí, y de las ideas y venidas con pilas y pilas de libros para leerme (bueno, también mi espalda empieza a quejarse, no crean).


También son una buena opción para un regalo (que, en cierto modo, al final puede que sea también para nosotros) es Geneología de una Bruja, ilustrado por Benjamin Lacombe, autor tambien de las imágenes de Los Amantes Mariposa, una historia más dramática.

En cuanto a novelas, pasaré por alto la fiebre por Laura Gallego y Rafal Ábalos (son best-sellers, en lo bueno y en lo malo), que, a su vez, contrasta por la insistencia de algunas editoriales por aleccionar a los niños con los compromisos sociales. Si no, fíjense en qué obras se llevan los premios en España. O sea, concluyo, adelanto, anticipo: tras las llamadas de atención sobre cómo la fantasía atrae y vende, muchos editores de aquí continúan con esa vieja necesidad de que la literatura española tiene que hablar de "la realidad". Señor, qué perdidos están.

Tampoco me detendré en la inexplicable obsesión por Gerónimo Stilton. Más interesantes son las aportaciones de la editorial Salamandra. Desde que abrieron la veda con Harry Potter (después de que todas las editoriales españolas rechazaran este libro; ahí se ve cuánto saben los editores del gremio lo que les gusta a los niños), continúan sacando novedades con increíble constancia. Sólo ahí podemos encontrar ¡al fin un libro de Neil Gaiman! Se trata de Coraline por cierto, publicada bastante antes de su adaptación al cine. Y también se adelantaron con la serie de Percy Jackson. Leo que la película es infumable, pero el libro, según recuerdo, era bastante divertido: narrado en primera persona, le echaba a todo una ironía y una distancia bastante sana.




Como supongo que no todos los editores son... en fin, déjemoslo ahí, Gaiman tiene otra novela traducida: El libro del cementerio, en Roca. Sólo puede leer unas 50 páginas (¡tengo demasiados libros que recomendar en el programa!), yo ya invito a leerlo. Como dice por ahí Espido Freire, estamos a años luz de la literatura anglosajona en cuestiones de fantasía, terror y yo añadiría que de ciencia ficción.

Y ahora, por favor, que venga alguien a recordarme lo bueno que hay aquí, y que se me haya podido escapar. ¡Completen y comenten!