sábado, julio 24, 2010

TALLERES Y BLOGS: CUESTIÓN DE EGO

La blogosfera podría ser muchas cosas, pero no es, hasta donde yo conozco, otra realidad. Es tan sólo una extensión de ésta. O, siendo más exacto, una extensión de cómo nuestras emociones más básicas la retuercen. Leyendo posts y comentarios pronto uno descubre que son los mismos vicios de la vida diaria. Poca autocrítica, soberbia, rechazo al aprendizaje. Problemas de ego.

En el año 2003, asisto a un curso en la FIA (Fundación para la Investigación del Audiovisual) en Valencia. Nos reparten en grupos de trabajo con diferentes tutores. Me toca José Luís Borau. A medida que avanzan las sesiones, las generales y las individuales, quedo perplejo con su capacidad de análisis. Mis compañeros, también. Excepto uno. Llamémosle Saúl. Saúl es más joven que el resto. Es callado. No se duele con las críticas. Parece que escucha.

Pero no escucha. No escucha nada. Pasan los días, y él mantiene su sinopsis argumental. No le cambia una coma. El taller dura tres días. Continuará al cabo de unos meses, para revisar lo avanzado en nuestras historias. Llega el momento. Nos reunimos, y hablamos de lo que hemos cambiado. Saúl no ha cambiado nada.

Luego, averiguo que ha sido alumno del Máster que allí mismo se impartía. Un Máster de un año. Tras éste, los alumnos tenían la ocasión de exponer sus proyectos en la página web. Una muestra de cuánto habían aprendido. Saúl no fue menos. Encuentro su texto. Es la misma sinopsis argumental. La misma que luego no cambiaría. Ni una coma. En tres años, no ha querido que nadie le enseñe nada sobre nada.

Hay muchísimas posibles críticas a un taller de guión o literario. Pero algunas provienen de donde no son aceptables. Hay personas que acuden a estos talleres tan sólo para repetir, como un mantra –como un mantra contradictoriamente airado- que nadie te puede enseñar a escribir. Problemas de ego.

Somos unos niños. Sea esta generación nuestra, la sociedad, el capitalismo, el consumismo o una rara dolencia que aún haya que diagnosticar, tenemos un ego finísimo. Tan fino que lo queremos grande y bien armado.

Nadie quiere que le digan que su serie favorita tiene fallos. Nadie quiere que le argumenten que su autor favorito copia, a ratos, a otro, o que se repite, o que tiene altibajos. No. Paul Auster, Raymond Carver, Anton Chejov, son incuestionables.

Naveguen. Lean. Comprueben. Criben. Además de los extremos, comentarios halagadores o insultantes, hay un tipo interesante. Los de gente que corrigen o matizan informaciones o datos que dan los autores de los post o de otros comentarios. Lean las reacciones. La mayoría se encuadran en esa dinámica. Nada de “gracias por el dato”. Lo común es "me da igual tu aportación, yo de eso no sé ni tengo por qué. Si los comentarios son para corregir la ortografía es más común “tú lo que eres es un pedante insoportable”. Problemas de ego.

Nadie reconoce que sus informaciones pueden ser incorrectas. Nadie reconoce que, de hecho, se opina sin tener datos casi todo el tiempo. Nadie reconoce algo tan lógico, humano y comprensible como es que nadie lo sabe todo.

Así, es lógico que se creen corpúsculos de opinión. Los que siguen blogs que hablen de lo que te gusta y como te gusta. Grupos de escritores de relatos de un tipo, grupos de escritores y lectores de relatos de otro tipo, espectadores fascinados con The Wire, espectadores fascinados con Doctor Who. Los blogs se convierten en foros. Y ya sabemos lo rápido que un foro en Internet se convierte en una mayoría arrolladora; esto es, que arrolla a la primera oportunidad a quien disiente.

Yo creía que siempre nos había fastidiado lo tarde y lo mal que nuestros padres asumían las nuevas reglas de la sociedad. Y mírenlos. Ahora ellos aprenden a manejar Internet, los 4G y hasta son comprensivos con nuestra amoralidad.

Y mírenos a nosotros. Tan egocéntricos. Tan niños. Tan niñatos. Mi post, mis autores, mi libro, mi relato, mi guión, mi película es buena y ya está. ¿Quién eres tú para venirme a decir que me equivoco? Si, mira, mira bien, tengo a mi alrededor amigos y compañeros que me alaban. Si tengo a mi alrededor gente con egos tan frágiles que tampoco se atreverán nunca a decirme la verdad.

8 comentarios:

  1. Tienes razón en muchas cosas, es verdad que a todos nos gusta mirarnos el ombligo y pensar que lo nuestro es lo mejor, y que los blogs han hecho de esta situación algo más palpable (antes sólo sabíamos esto en nuestros círculos)
    Pero aún así creo que se te escapa algo, criticar duramente simplemente porque las cosas sean diferentes, no sean del tipo del que me gustan a mí, no sean como yo las hubiera hecho... etc etc
    es exactamente lo mismo que lo que tú criticas, simplemente que en este caso no alabamos algo porque sea nuestro o sea de nuestro agrado sino que lo criticamos exactamente por lo contrario, porque no es mío y porque no trata o está hecho de lo que a mí me gusta.

    Tenía un profesor en el Master (que en paz descanse) que siempre decía del anuario español de publicidad: " Es feito, pero es nuestro" supongo que también se trata de saber nuestras limitaciones pero no dejar de hacer las cosas a nuestra manera.

    Un abrazo.

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  2. El problema de los egos está en que el guión no es una ciencia. Lo que para un guionista es una idea genial, para otro puede ser un error monumental. Ningún profesor puede demostrar con matemáticas que 'su teoría' es la correcta y el alumno se equivoca. El ego de un alumno puede pesar más que la experiencia o los conocimientos del profesor.

    Ni los mismos profesionales se ponen de acuerdo en ciertas cuestiones a la hora de trabajar un guión.

    A mi me gusta que me contradigan si me enseñan cosas nuevas.

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  3. Jorge: se me había escapado ese aspecto; el de la crítica malintencionada. De ésa hay mucho en los blogs, pero creo que ya he tratado eso en otros posts.

    Javier: No, no hay ciencia, pero sí hay técnica. Y hay experiencia. Nadie puede asegurarle a un alumno que su forma de verlo sea la correcta, pero, entonces, ¿para qué ir a un curso?

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Y eso es aplicable, incluso, a las discusiones hasta ideológicas o políticas. El "no me vas a convencer" es una muestra de cabezonería, falta de diálogo real y, eso, ego. Yo siempre digo lo contrario: no nací con estas ideas ni las adquirí por ciencia infusa, sino que me "han ido convenciendo" de ellas otras dicusiones, películas, filósofos, más lecturas. Así que si las tuyas son mejores, no tengo problema en cambiar las mías.

    En el mundo del guión me sorprende mucho el caso que comentas. Pero no me extraña. Doy clase en 1º y 2º de Comunicación y no dejo de sorprenderme para qué vienen algunos (pocos, cierto es) a la Universidad. ¡¡Si ya saben todo!! Hasta uno se empeñaba en que "cavallo" era con "v". Con tanta vehemencia...

    Ah, con respecto a las series vi esos problemas que citas, sobre todo, en "Lost" (espero no pisar callos, ejem). Al convertirse en algo cercano a la religión, los fans nunca quisieron ver ni siquiera una grieta en aquel relato fantástico.

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  6. Nahum: pasa con todo, y en todas partes; aunque me sorprende que suceda en la Universidad. En un momento dado, uno tiene derecho y puede, si quiere, no estar de acuerdo con los consejos, las recomendaciones o los argumentos de un bloguero, un profesor de taller o un profesor universitario. Lo que me preocupa es que hay quien no quiera escuchar, si quiera. Y que no atienda a razones: todo se despeña por las emociones y el ego.

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  7. Anónimo8:52 a. m.

    Muy buen puesto. Me tropecé con su blog y quería decir que he disfrutado mucho navegando por tu blog. En cualquier caso, voy a ser la suscripción a tu feed, y espero que escribir de nuevo pronto!

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  8. Muchas gracias, Anónimo.

    Pásate cuando quieras y comenta, claro que sí. Nos gusta entablar debates.

    Te recomiendo, eso sí, que firmes con nombre, porque si no, Blogger te clasifica como spam. ¡He tenido que rescatar tu comentario de la bandeja de spam!

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Blogger está graciosillo, así que ten paciencia con lo de los comentarios. En todo caso, gracias.