domingo, febrero 15, 2015

GUIONECES: PROBLEMAS COMUNES CUANDO LEO GUIONES (I)


Después de los meses trabajando en departamentos de desarrollo, por las prácticas del Megaplus de la Media Business School, parece que poco a poco mi carrera hacia eso que los anglosajones llaman "development producer" se va asentando, y ahora trabajo en diversos proyectos. Aparte de cuestiones como la documentación (búsqueda de "comparables", fondos nacionales e internacionales, etc), mi labor principal sigue siendo el trabajo sobre guiones. Supervisando con el guionista correspondiente, o bien leyendo y analizando guiones. Otro día les hablaré de cómo creo que ahora mismo en España quizá estemos afrontando un verdadero problema en relación a cuántos guiones se leen, se leen de veras, y cuán posiblemente de cerradas estén las puertas al nuevo talento.

Esta vez, les hablo de unas primeras conclusiones que saco del puñado largo de guiones que he leído. Han caído en mis manos guiones americanos y británicos, pero me centraré en los que han provenido de España o de Iberoamérica. Ha habido de todo, aunque me centraré en lo que yo estimo errores. Unos son más concretos, tanto que, con un poco de cuidado, pueden evitarse con cierta facilidad. Otros son más generales, más a modo de posibles conclusiones ("in-progress") de cómo se afronta la propia escritura de guiones. Aclaro, por cierto, que nada de lo descrito se aplica de forma específica a ninguno de los guiones que estoy supervisando. Estas reflexiones provienen de todos mis años de lector, y no de "script-consultant". Por otro lado, todo esto se relaciona con mi sensación creciente de que hay diferencias palpables entre la seriedad con que se asume la escritura de guiones (y su envío y lectura para ojos internacionales) en el mercado europeo, y cómo, en el español.

-   Faltas de ortografía.

Ya lo comenté hace años, en este otro post. A muchos productores es probable que esto le dé igual. Incluso, y esto ya me resulta más sorprendente, a algunos guionistas. En todo caso, yo diría que si quieres que te consideren “escritor”, no parece justificado que no uses bien las armas de tu profesión.

Por otro lado, nadie está libre, ojo. El corrector ortográfico del Celtx, por ejemplo, a mi me ha jugado malas pasadas, y, no digamos el de Word. Otras veces andamos con tanta prisa porque tal amigo o colega de la profesión lea nuestra primera o segunda versión, que no le damos importancia. Ahí, no pasaría nada.

Cuando lo mandas a una productora, ya sí me parece conveniente que dichos amigos o colegas te hayan podido ayudar a ello, o tú que le hayas podido dar una última vuelta a la ortografía. Las faltas más comunes son:

  • La confusión entre “cómo” y “como”.  Sucede también mucho en los blogs, de modo que debe ser algún tipo de vicio que ningún profesor o libro de Lengua en el colegio nos debió ayudar a corregir. Por desgracia, en esto no podemos culpar a la ESO. Gente con edad que prueba que fueron de la EGB también lo cometen.
  • La falta de tilde en los “que”.  “¿Qué tal?” y similares, sin tilde correspondiente.

  • La falta de la coma vocativa: “Gracias Juan”, en lugar de “Gracias, Juan”.

-   Formatos “no profesionales”.

Todavía parece que en la industria audiovisual española no nos hemos puesto de acuerdo al respecto. No digamos ya, el mundo hispanohablante. Desde los propios encabezamientos de la escenas, o si se deben o no numerar las escenas pese a que no sea aún un guión para rodaje (y, por tanto, listo para el desglose). Todavía se envían guiones en formatos absolutamente “inventados”. Mi contacto en Atresmedia Cine me confirma que hay quien envía los guiones sin formato alguno. 

Si resulta que quien lo manda es un guionista (o director/guionista) con renombre, ya les adelanto que nadie le va a toser. Ahora bien, si no estás en ese Olimpo de los que “ya están dentro”, conviene que tu guión se mueva en unos parámetros de apariencia más profesional. Yo mismo he estado usando durante años un formato que consideraba que era profesional: uno que facilitaban desde abcguionistas, para aplicarlo al Word. Entre éste, el del Celtx y el del Final Draft quizá no exista una diferencia abismal, pero yo apostaría por los formatos reconocidos.

El Final Draft, sí, cuesta dinero, pero el Celtx, no. Yo no soy particular defensor de éste, porque, al menos, mi versión me da bastantes problemas. En particular, no me convence mucho la forma en que va dividendo las páginas. Aunque es práctico, lo usan muchos guionistas en España, y su formato se acerca bastante a la apariencia profesional mencionada.


Hay una tercera opción que a mi me es muy útil. Dado que no tengo Final Draft, y el Celtx no me satisface, probé writerduet.com. A priori, su utilidad se orienta más hacia la escritura colaborativa, entre guionistas (y escritores, en general) que trabajen a distancia. Comenzó, como es habitual en estas ideas, con casi todas las funcionalidades gratuitas, y ahora, se incluye en una posiblidad "premium" que hay que pagar. En cualquier caso, la versión gratuita sigue siendo muy completa: búsqueda de palabras, opción de numeración de escenas o no, revisión de cambios según cada guionista... En mi opinión, lo mejor es que te permite subir guiones en Final, PDF o Celtx, y, después que lo trabajes on-line, bajártelo en cualquiera de esos tres formatos. Ello permite que puedas trabajar con productores y guionistas que prefieran uno u otro.

Prueben cualquier de los tres, o algunos más de los que hay en el mercado. 





-   Escritura sencilla vs escritura plana.

Muchos gurús afirman por ahí que hay que "escribir para el público". Bueno, esto denota un desconocimiento claro de cómo funciona la industria del cine, y de cómo en este negocio hay tanto intermediario que "el público" apenas cuenta en mucha parte del proceso. El hecho es que el guión es para quien lo lee, como comenta este interesante post de mi colega Ana Sanz Magallón. Y quien lo lee, dependerá de cada caso. Si se manda a una cadena, ellos tienen sus lectores. Si a una productora, esto de los lectores es menos probable, con lo que el lector será el productor. Pero depende. Conviene averiguar para quién se escribe. Conviene anticiparse. Lo seguro que es "el público" nunca va a leer nuestro guión. Ni falta que hace.

Por tanto, a la cuestión de si los lectores de guión prefieren textos que se lean de forma sencilla, la respuesta es sí. Por pragmatismo, sobre todo. Como digo, muchas productoras no tienen lectores propios, y otras muchas, reciben demasiados guiones. No siquiera las cadenas de televisión puede que tengan suficientes lectores para la cantidad de guiones que les llegan. Así que hagámoslo lo más fácil posible. Busquemos una escritura que tenga personalidad, sea interesante pero no demasiado rebuscada.

El problema es que "sencillez" y "claridad" se confunde en muchas ocasiones con lo taquigráfico. Además en algunos casos esto lleva al extremo de creerse que un guión son sólo los diálogos. Me he encontrado muchas veces que la descripciones de las acciones son un texto finiquitado con dos frases y que, entre cada diálogo, no se expresa qué reacción o efecto tienen las palabras o la situación en el personaje. Esto, además de pobre, y de que no comunica muy mucho cuán "escritor" es uno, es contraproducente. Por ejemplo, sin que se clarifique qué hace cada personaje, en una escena con varios, parece que los que no hablan son convidados de piedra. Sin que a ciertas situaciones o palabras, el personaje no tiene reacción ninguna es imposible entender qué siente. 

Por otra parte, otros dos consejos para quien los quiera. El primero, ojo con adentrarnos en la literatura. No me refiero tanto al uso de palabras extrañas sino a cierta idea extendida de que escribir "literario" es escribir "bonito" o "abigarrado". Como le pasa a mucho redactor de informativo televisivo, creer que decir "vivieron un infierno" es "literario" es ponerse en ridículo. El segundo, mucho cuidado con el extremo opuesto, y que dicha escritura pretenda el guiño al lector. A no ser que es que estemos escribiendo ese guión de modo muy directo para un productor concreto, que verá y captará eso, usar expresiones como “Fulanito flipa”, a lo mejor más que resultarle gracioso al lector, lo que le parece es una estupidez. Como afirma el dicho, es mejor caer en gracia que ser gracioso.


-   El equilibrio en el tono.

Hay dos elementos donde, oigan lo que oigan, ya les digo yo que es imposible la objetividad absoluta en cuanto a analizar un guión. Uno es lo que resulta o no verosímil, y otro día hablamos del tema. La otra es determinar si el tono es el adecuado. Con todo, curémosnos en salud. Al menos, intentemos que sea coherente.

En donde esto es más complicado: en la comedia. Está en los hechos y en los diálogos, si hablamos del detalle. Pero para una recomendación más general, digamos que lo que pesa es que tengamos de veras claro en qué parámetros del humor nos movemos. 

Si estamos en la comedia amable (y romántica) que tiene como referente el cine americano, si nos vamos al humor cafre, bien con patente de corso “española” (esto se ve bastante bien en Aída o Con el culo al aire), si lo exageramos todo mucho y ya nos movemos casi en el surrealismo (piensen en el Burton de Mars Attack!). Marquemos bien nuestros propios parámetros; los límites del universo de nuestra historia. Y no nos salgamos de ahí. 

Sucede con cualquiera de los otros géneros, y es que hay una conexión muy directa entre tono, género y, de nuevo, verosimilitud. En particular, tengamos cuidado con lo fantástico, que encuadra terror, fantasía y ciencia ficción. Si nuestra historia tiene ovnis pero no pretende jugar la carta científica, probablemente sea más bien pura fantasía, y la credibilidad no importa tanto. Si nuestra historia sucede en una sociedad futura, entonces será mejor que los diferentes detalles que la componen tengan un mínimo de coherencia: si estamos en el año 3000, es improbable que la gente hable como hoy día. 

En próximos posts, les hablaré de si sabemos o no distinguir "tema" de "mensaje", si de veras los puntos de giro funcionan como tales, y algunos temas más que quizá les inspiren en el próximo repaso antes de enviar una versión. 


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