martes, noviembre 01, 2011

CURSO PRODUCCIÓN FUNDACIÓN CAROLINA: EL PITCHING. LO QUE DEBERÍA SER Y LO QUE FUE

De vuelta a casa, toca aquello de la recapitulación. Lo mejor es que las reflexiones no sólo se producían durante las clases, sino entre los propios compañeros: más allá del Atlántico (de donde son la mayoría) los guionistas se preguntan, temen, se duelen de las mismas cosas.

El jueves fue el día. Por la mañana, hicimos una prueba más del pitching, ahora con la profesora y un cronómetro como advertencia clara. No podíamos extendernos. Carla y yo nos habíamos reunido la tarde anterior. Nos revisamos mutuamente. Yo quería que ella añadiera un dato o más; que su intervención durara un poco más (tal vez medio minuto). Mi plan era que lo que yo tuviera que decir se limitara a un tanto más que un minuto.

Cuando llegó el momento, me traicionaron los nervios. Y he aquí por qué.

Si te escribes el texto del pitching, tienes muchas ventajas. Las dos principales: que puedes controlar de antemano cuánto dura, y que tu vocabulario será muy posiblemente mejor y más ajustado (el texto y pitching del guionista de El Último Reino es un ejemplo; de otra clase, pero igual de efectivo, el de El Duende o el de El Poder de las Ganas).

Pero también implica una gran desventaja: si se te olvida una palabra, si tu tendencia natural es hacia la improvisación, si quieres explicar mejor una frase… es probable que te atasques.

Carla me tranquilizó. Me dijo que ella lo ve todo el tiempo con los actores. Ella ha escrito varias obras de teatro, y algunas las ha dirigido ella misma. El texto, dice, dijo, no puede ser un peso.

Cuando repetimos, pasé del texto. No es que lo olvidara; es que se me ocurrió una forma de empezar mucho más amena, personal, directa. Me relajé. Salió muy bien. Y no me pasé del tiempo tanto como había supuesto que haría si lo ejecutaba de esta forma.

El pitching de Carla siempre dejaba bastante claro lo relevante del argumento. Protagonistas, trama, e incluso ambientación. Por otro lado, es un proyecto que Promico Imagen y Araçá Azul ya han “comprado”. Es decir, en el pitching de la tarde, con los productores “de verdad”, no nos jugábamos tanto.

La clave, afirmaban los compañeros, y la profesora, es que lo relevante de aquella mi primera intervención (la del miércoles), era justo ese apoyo, en cuerpo y voz, a Cerca del Cielo. Mi turno daba la posibilidad a los productores a decirles “ey, un productor ya se interesó por esto. Fíjense en esto. Y en esto. “

Para eso era fundamental indicar que yo era guionista y, en particular, lector de guiones. Que leo muchos. Y qué fue lo que me atrajo del de Carla. Los compañeros también me habían comentado que era un gusto vernos a los dos pasándonos el turno, porque teníamos dos tonos diferentes, pero complementarios. Y supongo que no es habitual ver de tan buen rollo a alguien de producción y a alguien de guión.

Por la tarde, cuando tuvimos el pitching definitivo, en la Casa de América, fue eso lo que, al cabo, transmitimos. ¿Salió perfecto? Bueno, la perfección es un camino. Pero dije lo que quería, con el tono y el énfasis en lo que quería.

Cerca del Cielo implica, en especial, una mirada distinta sobre los niños. Niños de 10/11 años que son niños pero que no quieren serlo pero que no pueden evitar serlo. Niños sensibles, aunque también crueles; ingenuos, aunque también violentos. Niños que creen que conocen el mundo de los adultos, y que, cuando de veras lo conocen, no saben si rechazarlo o asumirlo, y, de hacer esto último, cómo.

En todo caso, tras el pitching “oficial”, todos los del curso charlamos e intercambiamos impresiones.

Una primera conclusión es que hubo gente que lo hizo mejor por la mañana. Despejados, afinado el discurso desde el miércoles, tener que repetirlo esa misma tarde del jueves les hizo sentirse reiterativos. Perdieron fuelle. Hay gente que fue en dirección contraria. El miércoles se atoraban, se sentían inseguros, se enredaban… Y el jueves tarde fueron concisos y claros. Hay gente que hizo el pitching igual el miércoles que en esa tercera ocasión del jueves tarde. Igual, quiero decir, con algún matiz, pero con una exactitud que probaría que, a cierta gente, el texto memorizado le funciona mejor.

Un pitching es una prueba más a la que se somete al guionista. Bromeamos Carla y yo: un día quizá también nos pidan, no ya que seamos actores, relatistas cortos o expertos en marketing y transmedia. Un día directamente nos exigirán que bailemos. Claqué, si les da por ahí.

Algunos de los compañeros se sintieron incluso mal. Uno de ellos se reía (pero era una broma un tanto amarga) mientras comparaba el pitching con un mercado de esclavos, donde cada uno íbamos presentando nuestros dientes y nuestros cuerpos, para que comenzara la puja. Paco Isbert, de Ártica Producciones, y productor de Los Bárbaros, comentó que él prefería el one-to-one. Con un potencial productor, efectivamente, tampoco puedes robarle mucho tiempo, pero al menos hay un diálogo, y él da fe de que, en los foros de festivales donde ha acudido, la fórmula le ha funcionado mejor.

También hizo una comparación que, creo yo, mueve a la reflexión. ¿Es un pitching una competición de relatos cortos? ¿Una en la que “gana” el que haga el relato con mejores bromas, mejores giros, mejor cierre? Quién sabe.

Lo cierto es que algo que sí es exigible es que el ambiente no sea tan frío. Pedimos a María y a Mariana que en próximas ocasiones, los asistentes se presenten. Que sepamos a qué audiencia nos dirigimos. Que no sea un jurado silente, misterioso, distante.

2 comentarios:

  1. Anónimo2:45 p. m.

    Gran artículo para auto-analizarnos respecto al apasionante mundo de los (por desgracia) tan de moda Pitching.
    En mi caso, me es imposible aprenderme al pie de la letra algo. Ya me pasaba en el instituto, y acabé haciendo chuletas para aprobar. Por eso, soy de los que cuido la estructura, los giros, las ideas clave, la puesta en escena y los chascarillos para luego, teniendo todo lo anterior claro, improvisar sobre la marcha.
    Supongo que los guionistas tenemos mucho de creativos tímidos y poco de vendedores negociantes, de ahí que nos cueste un mundo realizar un buen pitching. Si no, seríamos administrativos, abogados, comerciantes, o incluso actores que saben bailar claqué.
    Un saludo, Fernando.

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  2. Gracias por comentar;

    Sí, Roberto; cada vez nos exigen más. Y cada uno, pues tendrá que buscar sus puntos fuertes, en relación a cómo afrontamos el pitching.

    Es como lo del transmedia: a los guionistas no nos queda más que renovarnos. O abandonar...

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Blogger está graciosillo, así que ten paciencia con lo de los comentarios. En todo caso, gracias.