lunes, octubre 02, 2006

MANGA: HORARIOS CONTRADICTORIOS

A veces, uno se despierta un domingo temprano. Como el trabajo autónomo (para el lenguaje "post-capitalista", free lance) es ya de por sí esclavizante, ha de encontrarse tareas sustitutivas que te aporten la impresión de tiempo ocioso.

Así que zapeo, y me topo con Mangápolis, en la Sexta. Bueno, en concreto, tropiezo con una escena desconcertante. En una serie de animación, observo cómo uno de los protagonistas vence en un juego a su contricante mediante el seguro método de arrancarle el corazón. Vaya, que este juego no es el de Pokemon (¿será éste otro elemento reiterativo, definitorio del manga?).

Mangápolis es el usual contenedor, concepto televisivo que consiste en entradillas, o sketch de presentadores para dar paso, o simple transición entre secciones, o series. La diferencia, un poco más original, es que la entidad temática es, claro, el manga. La estética japonesa se traslada a ropas y hasta al casting, que incluye un chico con un algo de rasgos orientales.

Una de las secciones más curiosas es la denominada Informe. Con el citado remedo nipón transmutado en el usual presentador japonés histriónico, se adentra en el tratamiento de aspectos sociales; el que ví, sobre la homosexualidad.

Digo que es curioso, por la idea que se inspira en programas televisivos japoneses, pero con un toque propio que lo pervierte con humor, y con efectos positivos. El replicante de presentador introduce (en supuesto japonés con subtítulos) entrevistas a pie de campo, donde se expresan las visiones sobre qué sucedería si descubrieran que su hijo es homosexual.

Pero también es curioso porque denota una preocupación pedagógica en los creadores del programa. O, si se quiere, un criterio social. Sin embargo, esto se contradice con un posible desajuste entre este horario y su público potencial.

Por aspectos laborales, he estado investigando los programas infantiles y juveniles. Internet y el bendito pero farragoso Google me regalaron un informe, en plan serio, que analizaba los programas y series de todas las cadenas (de entonces; el documento tiene ya unos años). No lo tengo revisado en profundidad, pero me quedé con las conclusiones, un tanto apocalípticas. Ya se sabe que se estila esto de que se halle el enemigo en las ondas televisivas.

Pero veo retazos de este programa, y me quedo pensativo.

Mangápolis no se dirige al público infantil, sino a los jóvenes, calculo que entre 12 y 18 años. Sin embargo, el horario es mañanero, y, por familiares, sé de buena tinta que son horas de consumo para chicos bastante más jóvenes.

Así que los contenidos tal vez no sean los más adecuados. Ni por asomo soy fan de la censura (ahora hay que hacer esos matices hasta el infinito o a uno lo tachan de cualquier cosa). De hecho, al cabo de una semana, escucho que la misma Sexta ha optado por la "autoregulación" (otro término "pos", imagino que en este caso, "postcapitalismo en el cuarto poder"). Una serie de Manga erótico expuso relaciones con una chica que parecía menor, y eso originó misivas a granel de protesta.

Pero el diablo, o Dios, según quién lo diga, está en los detalles.

Aquella serie se emitía cerca de las dos de la madrugada.

Parece que se repite la cantinela; el sexo despliega demasiados vigilantes, pero la violencia transita frente a los ojos y oídos de nuestra prole sin escándalo.

Volviendo a Mangápolis, la serie que no logro identificar (no es ninguna de las que la página de la Sexta anuncia) finaliza, mientras todavía quedo epatado tras ese corazón arrancado que, por cierto, el "héroe" aplasta a modo de reafirmación de su victoria. La primera serie que veo al completo es Noir, que cuenta las peripecias algo culebrónicas de un grupo de asesinos profesionales.

El manga en general me seduce el interés. Por ejemplo, en esa rara alianza entre fondos, ahora estáticos, ahora estilizados e insertados en los movimientos de los personajes, descompuestos en planos rebuscados. Además, en muchas ocasiones, la fantasía está pensada, y es intrigante (y no sólo cuando es futurista). En cuanto a su usual expansión del tiempo de escenas (incluso microescenas) que retrasan el avance de la acción principal me resulta exótico, por diferenciarse de la síntesis narrativa más común.

Sin embargo, aparte de las excepciones de clásicos como Akira o la Princesa Mononoke, al igual que con el terror oriental, esta clase de animación al cabo cansa. Cuando has visto un fantasma con pelo largo y negro, que surge en algún rincón del plano, o que se comunica mediante algún medio de comunicación moderno, ya los has visto todos.


Cuando has visto una competición, con niveles mayores o menores de espectacularidad, los has visto todos.

Con el manga, me sucede algo parecido. Que me perdonen los otakus, pero el género no decide la belleza, ni la verdad. O, en palabras más vulgares, para el hallazgo de una serie buena es tan necesario la búsqueda como en las de otro estilo y estética.

Y Noir no añade mucho, salvo que el protagonismo es absoluto para las mujeres. Las feministas afirmarán, y con razón, que también pueden cargarse a todo Cristo, como los héroes masculinos, que de Aquiles acá, parece que las féminas no pueden ser implacables.

La serie cumple a la perfección las fallas que aquel informe apuntaba. Todo se resuelve a tiros y golpes. No aparece sangre, es cierto, pero no sé si eso arregla mucho. Esta serie se emitía tras el Manga erótico, y uno se cuestiona si el salto en la parrilla de la madrugada a las mañanas no es un recurso de contraprogramación exagerado.

Aparte, los protagonistas son poco menos que superhéroes. No es que prime el realismo.

Ups, perdón por el lapsus; quería decir la verosimilitud. Porque en ese punto, disiento del informe. Se agradece que los pedagógos pretendan que la ficción deba ser un modo más de conocimiento del medio, pero la fantasía, hasta la excesiva, no me resulta peligro alguno para las mentes infantiles.

Dios, la virulencia de la epidemia de realismo en España alcanza hasta a la educación.

Lo que cuenta es que uno acepte ese otro juego, el de la ficción, el de "vale, de acuerdo, acepto el pacto, a partir de aquí, acepto las reglas internas de este universo". Mientras haya coherencia, también en el desarrollo de los personajes (que, al cabo, siempre serán humanos, hasta cuando son criaturas de otro aspecto u origen imaginario).

Con esas pautas, los guionistas siempre podrán ofrecer tramas, si se quiere, educativas, y que
queden tranquilos los pedagogos. Siempre pensé que eran los padres los que orientaban a su progenie a moverse por los pliegues de la vida.

Ahora, con lo de los tiros a tutiplen, y con corazones arrancados, ahí me pongo serio. No se me ocurrirá el adelanto de futuros traumas o patologías varias, pero demonios, ¿nadie cree que estos contenidos deberían llevarse a otro horario?


Además, esto de las modas es ya cansino. Hay series estupendas de animación no japonesas en los canales de pago que podrían traerse a las cadenas en abierto. Divertidas, nada ñoñas, imaginativas, no crean, pero desde luego para niños. Hay va un listado subjetivo y rápido.

Ed + Edd + Eddy y Bob Esponja, para estéticas discordantes y tono un poco gamberro, y Aliens, Vampiros y Piratas, para niños más pequeños.

Esta última se emite por las mañanas en La Banda, de Canal Sur, donde sí parecen aspirar a concordar horarios y contenidos. De hecho, hay una serie, B-Daman, que es Manga, y que sin embargo soslaya la violencia. Eso sí, qué manía tienen estos señores con las competiciones.

Me planteo (mientras emiten un sketch sobre la broma de independizarse en un piso de 30 metros cuadrados) si los adolescentes o jóvenes (porque también hablan de música actual y de ropa fashion, otro concepto "post", "post-pijo", me barrunto) están de veras levantados un domingo a las 10 de la mañana. No me cuadra con lo del botellón, ni con mis propias experiencias.

Por otra parte, no sé, Cuatro me parece que toma el pulso mejor a esa relación entre manga (de calidad) y público adulto, en su contenedor nocturno.

Otro día comentamos por qué Padre de familia, aparte de su irreverencia, y de que ya se repiten demasiado (y llevan pocas temporadas), también parece descolocado en su horario del almuerzo.

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